Para el buhonero
tanto como para al banquero el dólar ha pasado a ser, en Venezuela, el precio
de referencia. Todo gira de tal manera en torno a la divisa americana que su
presencia o su ausencia sirven para explicar la escasez, la inflación, el
precio de los productos y de los servicios, la abundancia de algunos y las
penurias de otros. Casi podría decirse que la economía venezolana está
dolarizada de hecho.
Los expertos
preferirían llamarla indexada. En cualquier caso, para la gran mayoría se hace
evidente el clima de inestabilidad, incertidumbre y corrupción que se extiende
todos los días a consecuencia de una política económica errática y fuera de
control, con cuatro tipos de cambio reales, discrecionalidad en la oferta de
divisas, devaluaciones no oficializadas, alta inflación, déficit fiscal,
reservas internacionales operativas por debajo de los niveles adecuados, todo
lo cual se traduce en parálisis del aparato productivo y, en definitiva, para
el ciudadano, en escasez y pérdida de calidad de vida.
En condiciones mucho
menos dramáticas que las actuales de Venezuela, otros países de la región han
optado por aplicar de manera coherente políticas fiscales y monetarias capaces
de promover el crecimiento y controlar la inflación, manteniendo un tipo de
cambio libre y estable. Así han logrado recuperar la confianza de los ciudadanos,
de los inversionistas y de los mercados. Otros países han optado por la
dolarización. Lo han hecho acuciados por condiciones de crisis económica aguda,
inestabilidad, fragilidad del sistema financiero interno, altas tasas de
inflación, devaluación monetaria, falta de confianza de la población en las
políticas económicas de su gobierno.
Los países que han
optado por la dolarización han registrado buenos resultados. No ha sido la
única medida para su recuperación económica, pero ha contribuido grandemente a
su estabilidad monetaria, a ordenar las finanzas públicas, reducir de manera
muy significativa la inflación y las tasas de interés, evitar la fuga de
capitales, atraer la inversión de propios y extraños, alentar una mayor
integración en el comercio internacional. Lograron así el objetivo básico de
ordenar la economía, de frenar una situación de descalabro, inseguridad,
inflación descontrolada, caos en política monetaria y financiera. Los nuevos
gobiernos, incluso de signo contrario a los que tomaron la medida, como es el
caso de Ecuador, han mantenido la dolarización y han cosechado sus efectos
positivos.
Habrá quien argumente
en contra de la dolarización aduciendo la importancia de mantener autonomía en
el manejo de la política monetaria y la posibilidad de usar la flexibilidad
cambiaria y la devaluación como herramientas de competitividad y financiamiento
del gasto público. Es discutible. De todos modos, es un hecho que a los
gobiernos no les gusta el ejercicio de ningún tipo de limitación. Los ciudadanos,
sin embargo, confían más, y las economías funcionan mejor y están más
tranquilas, cuando sus gobiernos tienen que someterse a esquemas y normas que
protegen la disciplina fiscal, la estabilidad y la confianza.
Venezuela ha probado
con el control de cambio y está claro que no ha funcionado. El complejo sistema
establecido no puede sino generar distorsiones y convertirse, como ha sucedido,
en el alimento de la corrupción. No puede ser de otra manera en una estructura
marcada por la ineficiencia y la arbitrariedad. La realidad choca con la
retórica oficial con la que se trata de esconder el fracaso, de atribuírselo a
otro, de negarse a probar un camino diferente. En los momentos actuales, choca,
además, con la falta de disponibilidad de dólares.
Enfrentados como
estamos a una situación de crisis y a los efectos perversos de un sistema
cambiario generador de distorsiones y de corrupción, el tema de la dolarización
comienza a tomar vigencia. No es una opción fácil. Exige muchos pasos y
condiciones previas, pero es pertinente tenerlo como objeto de discusión.
Mientras tanto, seguimos sufriendo los efectos de una economía dolarizada a
medias, sin reglas claras y sin resultaos positivos.
Gustavo Roosen
nesoor10@gmail.com
@gustavoroosen
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