domingo, 8 de marzo de 2015

GOLFREDO DÁVILA, ENTRE LA REPRESIÓN Y LA MENTIRA

Hasta los momentos el gobierno no asoma ninguna disposición a rectificar, ha escogido el camino de la represión y la mentira como instrumentos para intentar aplacar el descontento, frenar la conflictividad social creciente e impedir que la oposición democrática pueda capitalizar la situación a su favor. Tal estrategia se corresponde con su naturaleza autoritaria y antidemocrática.

Entre las cosas que podemos  decir del régimen encabezado por Maduro, está muy de bulto, su afán por aferrarse al poder a cualquier costo y si ello implica represión y que haya otros Kluiverth Roa, pues no les importa. El gobierno acusa un proceso acelerado de pérdida de legitimidad y debilitamiento, que lo hace actuar como fiera herida, muy agresivo y peligroso; con acciones y amenazas busca amedrentarnos; promueve la violencia, estimula el golpe de Estado, puede, incluso, fraguar un autogolpe o cualquier medida que les permita reprimir, restringir los derechos y garantías constitucionales. En este contexto se inscribe la inconstitucional resolución 008610, del Ministerio de la Defensa, que autoriza el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas para reprimir reuniones públicas y manifestaciones. Del mismo modo, la arbitraria detención del alcalde metropolitano, Antonio Ledezma; la amenaza de enjuiciamiento al diputado julio Borges; la represión violenta a las manifestaciones estudiantiles y populares y, en general, la profundización de la política de criminalización y judicialización de la protesta social.

Para ellos, esas medidas encajan en la estrategia para las venideras elecciones de los diputados de la Asamblea Nacional, y a pesar que la crisis les explotó en la cara, maniobran para no perder el control del país; siembran el terror, implantan miedo para disuadir el descontento y la conflictividad social, para impedir que la oposición articule acciones de respuesta y para aplacar a su propia disidencia interna. También buscan crear desconcierto en la sociedad y en las filas de la alternativa democrática, atizar el fuego de sus diferencias y contradicciones internas y provocarla para sacarla de la ruta democrática y electoral. Es un intento por repolarizar el país para impedir que el descontento alimente una alternativa de cambio. En ese sentido, están tratando de recuperar espacios perdidos con su gente, a través de un discurso cargado de mentiras y falsos ofrecimientos, mientras impone la agenda de la crispación política por encima de la agenda de la gente, obligándonos a defendernos y a atender el conflicto en el plano político, mientras la carestía, el desabastecimiento, la inseguridad y la crisis de los servicios públicos agobian a la inmensa mayoría de nuestros compatriotas.

Podríamos hacer un inventario interminable de razones para evidenciar la necesidad de producir un cambio radical en la conducción de los destinos del país. La infinita lista de problemas y agravios a la soberanía nacional y popular solo nos conduciría a una gran conclusión: el régimen fracasó y debe ser sustituido. El asunto ahora es lograr que dicha conclusión se convierta en una conciencia mayoritaria y un clamor popular. Para ello, debemos acompañar a la gente en sus reclamos, desmontar el discurso embustero de la guerra económica y el supuesto plan macabro de EEUU, Colombia y España para derrocar a Maduro y toda la perorata que inventan, para desviar la atención y convencer a los suyos que la culpa es de otros. La clave está en transformar el enorme descontento y desencanto en una fuerza social con conciencia política, lo cual está asociado a un liderazgo, un proyecto, un discurso y un programa para la emergencia nacional.

En esta dirección, no debe haber espacio para la desesperación o la resignación, para el pesimismo o la aventura. Es necesario llenarnos de paciencia y dedicarnos a trabajar por construir una posibilidad de cambio cierta y duradera y no una ilusión efímera. Serenidad, firmeza y consistencia en el esfuerzo, con claridad de rumbos, cosechando pequeños y grandes éxitos, sin generar falsas expectativas ni sucumbir ante la angustia por los graves problemas y los tropelías del poder.

Golfredo Davila
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@golfredodavila

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