Hasta los momentos el gobierno no asoma ninguna disposición a
rectificar, ha escogido el camino de la represión y la mentira como
instrumentos para intentar aplacar el descontento, frenar la conflictividad
social creciente e impedir que la oposición democrática pueda capitalizar la
situación a su favor. Tal estrategia se corresponde con su naturaleza
autoritaria y antidemocrática.
Entre las cosas que podemos
decir del régimen encabezado por Maduro, está muy de bulto, su afán por
aferrarse al poder a cualquier costo y si ello implica represión y que haya
otros Kluiverth Roa, pues no les importa. El gobierno acusa un proceso
acelerado de pérdida de legitimidad y debilitamiento, que lo hace actuar como
fiera herida, muy agresivo y peligroso; con acciones y amenazas busca
amedrentarnos; promueve la violencia, estimula el golpe de Estado, puede,
incluso, fraguar un autogolpe o cualquier medida que les permita reprimir,
restringir los derechos y garantías constitucionales. En este contexto se
inscribe la inconstitucional resolución 008610, del Ministerio de la Defensa,
que autoriza el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas para reprimir
reuniones públicas y manifestaciones. Del mismo modo, la arbitraria detención
del alcalde metropolitano, Antonio Ledezma; la amenaza de enjuiciamiento al
diputado julio Borges; la represión violenta a las manifestaciones
estudiantiles y populares y, en general, la profundización de la política de
criminalización y judicialización de la protesta social.
Para ellos, esas medidas encajan en la estrategia para las
venideras elecciones de los diputados de la Asamblea Nacional, y a pesar que la
crisis les explotó en la cara, maniobran para no perder el control del país;
siembran el terror, implantan miedo para disuadir el descontento y la
conflictividad social, para impedir que la oposición articule acciones de respuesta
y para aplacar a su propia disidencia interna. También buscan crear
desconcierto en la sociedad y en las filas de la alternativa democrática,
atizar el fuego de sus diferencias y contradicciones internas y provocarla para
sacarla de la ruta democrática y electoral. Es un intento por repolarizar el
país para impedir que el descontento alimente una alternativa de cambio. En ese
sentido, están tratando de recuperar espacios perdidos con su gente, a través
de un discurso cargado de mentiras y falsos ofrecimientos, mientras impone la
agenda de la crispación política por encima de la agenda de la gente,
obligándonos a defendernos y a atender el conflicto en el plano político,
mientras la carestía, el desabastecimiento, la inseguridad y la crisis de los
servicios públicos agobian a la inmensa mayoría de nuestros compatriotas.
Podríamos hacer un inventario interminable de razones para
evidenciar la necesidad de producir un cambio radical en la conducción de los
destinos del país. La infinita lista de problemas y agravios a la soberanía
nacional y popular solo nos conduciría a una gran conclusión: el régimen
fracasó y debe ser sustituido. El asunto ahora es lograr que dicha conclusión
se convierta en una conciencia mayoritaria y un clamor popular. Para ello, debemos
acompañar a la gente en sus reclamos, desmontar el discurso embustero de la
guerra económica y el supuesto plan macabro de EEUU, Colombia y España para
derrocar a Maduro y toda la perorata que inventan, para desviar la atención y
convencer a los suyos que la culpa es de otros. La clave está en transformar el
enorme descontento y desencanto en una fuerza social con conciencia política,
lo cual está asociado a un liderazgo, un proyecto, un discurso y un programa
para la emergencia nacional.
En esta dirección, no debe haber espacio para la desesperación o
la resignación, para el pesimismo o la aventura. Es necesario llenarnos de
paciencia y dedicarnos a trabajar por construir una posibilidad de cambio
cierta y duradera y no una ilusión efímera. Serenidad, firmeza y consistencia
en el esfuerzo, con claridad de rumbos, cosechando pequeños y grandes éxitos,
sin generar falsas expectativas ni sucumbir ante la angustia por los graves
problemas y los tropelías del poder.
Golfredo Davila
golfredodavila@gmail.com
@golfredodavila
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