lunes, 30 de marzo de 2015

FELIPE GUERRERO, UNIVERSIDAD DE PIE, UNET,

Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET)



Recuerdos es una palabra que comienza con la letra «R», lo mismo que la palabra raíces. Los recuerdos los comenzamos a guardar cuando empezamos a escuchar nuestros propios pasos; pero el ruido del ayer se hace cada vez más intenso, porque es nuestra propia marcha. Es desandar las veredas recorridas.

Y… al desandar soñamos; porque recordar nuestras raíces es soñar el ayer. Nací en este suelo, por eso afirmo que soy geológicamente tachirense. Los habitantes de estas montañas  son gente que teje y desteje sus desflecados sueños en los telares de su esperanza,  gente que arrulla ilusiones en pequeñas canastas de mimbre.

Por estos días recordamos que hace ya más de cuarenta madrugadas acompañamos a los labradores de estas tierras en la hermosa jornada de echar las semillas para la siembra generosa de nuestra Universidad. Teníamos plena conciencia ayer y hoy que el labrador que guía los bueyes y al arado ha de mantener su vista hacia delante, mientras sus manos sostienen la mancera.

Volvemos la mirada al Táchira de Mil Novecientos Setenta y Cuatro para recordar que el  estruendo de nuestra exigencia resonó hasta Miraflores. Las calles, veredas y conucos era una gigantesca marea para exigir una Universidad para esta tierra de extraordinarias manifestaciones culturales. Ahora los herederos de la gran Revolución Comunera tomamos la bandera educativa para exigir la apertura de una Casa de Educación Superior.  En aquella hora hace cuarenta y una madrugadas nació la Universidad Nacional Experimental del Táchira

En ese histórico instante, quienes somos  geológicamente tachirenses fuimos dibujados por el texto del Salmo dieciocho que afirma: «El pueblo se llenó de alegría y se levantó como un gigante, para recorrer a prisa el camino». Hoy volvemos orgullosamente la vista al pasado, pero creemos esperanzadamente en el futuro de la  «UNET», que acumula tiempo vivido pero que se abre a la posteridad como estímulo para salir al encuentro de lo que está por venir.

Los Tachirenses se levantaron ayer como gigantes anticipativos, con las manecillas del reloj adelantadas, porque saben siempre ir por delante. Los Tachirenses se levantaron ayer como gigantes inconformistas, a contracorriente del agobiante centralismo, porque nunca renunciamos a nuestra identidad.

Los Tachirenses se levantaron ayer como gigantes que abrieron caminos inéditos, que descubrieron manantiales, que cultivaron  campos sin trillar. Los Tachirenses se levantaron ayer como gigantes de fe poderosa, porque cuando se sabe ver lo invisible, se atreve a hacer lo imposible. Los Tachirenses se levantaron ayer como gigantes desplegadores de sueños, sueños límpidamente ambiciosos ante los que los más audaces siempre se quedarán cortos.

La Universidad de los Tachirenses ha florecido en más de cuarenta primaveras en nuestro suelo.  Al saludar y felicitar a la comunidad universitaria de la  «UNET», resulta prudente recordar que en sus aulas, talleres y laboratorios se libra la noble batalla de la inteligencia. Buen momento para que Venezuela vuelva su mirada hacia la  «UNET» y aprenda que la ruta que debe transitar la patria grande debe ser el camino del esfuerzo y de la imaginación humana. La  peor forma de colonialismo es aquella que resulta de la incapacidad para ganar el desarrollo. Responder a las exigencias científicas y tecnológicas de los tiempos supone que exista una mística de patria joven como la que se vive en la  «UNET».

La patria reclama su derecho a la esperanza, al amor y a la grandeza y para eso Venezuela necesita médicos que le curen sus males. Venezuela requiere de arquitectos que conviertan en formas sus ilusiones. Venezuela reclama de ingenieros para construir sus caminos. Venezuela solicita técnicos para mover sus engranajes. Venezuela exige científicos que experimenten en laboratorios terrenales. Venezuela reclama de Psicólogos que la entiendan, de Sociólogos que la expliquen, de Historiadores que la hagan recordar, de Geógrafos que la retraten, de Periodistas que le enseñan verdades, de poetas que le escriban sonetos, de músicos que le canten. Venezuela busca afanosamente maestros para liberarse de la ignorancia y romper las cadenas de la dependencia.

Como los labradores de mi tierra, cada madrugada la  «UNET»  echa las semillas para la siembra generosa de profesionales que salen vestidos con la toga y el birrete de color ético.

Aprovecho para elevar un salmo de gratitud al viejo Santo Cristo de La Grita, pues en la  «UNET»  que es un templo del saber,  vive una comunidad que  pertenece a esa raza de hombres que viven de pie.
De pie porque no tiene noche el día para el descanso. De pie, porque no hay dolor ni herida que los tire en tierra. De pie, pues la  «UNET»  no sabe arrodillarse… La  «UNET» es una Universidad de Pie.


Escribe: Profesor Felipe Guerrero
E-mail: felipeguerrero11@gmail.com


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