El país está en transición hacia un nuevo
modelo político. El régimen, tal como está, no parece que pueda mantenerse sin
cambio; la economía está colapsada, su base política se ha erosionado y los
ciudadanos están que no soportan, sean o no chavistas. El de a pie tiene una
pregunta: “¿Hasta cuándo?”
Desde el punto de vista analítico no es
inevitable que la transición conduzca a la democracia. Una posibilidad es que
el régimen, desasistido de las alianzas que construyó Chávez y que Maduro
desbarató, termine en los brazos de los grupos más represivos e inclementes de
las fuerzas militares, policiales y paramilitares. La nueva “política social”
consistente en los ajusticiamientos de jóvenes puede indicar que la
descomposición es mayor de lo que revelan los miasmas de lo que quiso ser una
revolución. Es posible que otros miembros del régimen tengan esperanzas;
Diosdado Cabello ha hablado de “transición al socialismo”, que tal vez sea el
nombre-código del cambio hacia algún lugar que obviamente no es éste en el cual
se encuentra el régimen.
La otra posibilidad es la de la transición a
la democracia, tal como ha sido enarbolada en el Acuerdo para la Transición
propuesto por María Corina Machado, Antonio Ledezma y Leopoldo López,
respaldado hasta la fecha por decenas de miles de firmas. Es una propuesta que
apunta hacia un entendimiento nacional y ha sido presentada para la más amplia
discusión; allí se muestra que existe un futuro posible, y que no colide en
modo alguno con la participación electoral cuando quiera que ésta tenga lugar.
Algunos han atacado con furiosa dedicación la tesis de la transición como si el
planteamiento del reemplazo constitucional de Maduro, antes o después de las
elecciones parlamentarias, y la necesidad de debatir el tema impidiera el
desarrollo de la estrategia electoral. Tal vez les ocurre con la transición
como con el llamado federal de Antonio Leocadio Guzmán: si ellos “hubieran
dicho federación, nosotros habríamos gritado centralismo”. Si María Corina,
Antonio y Leopoldo no hubieran planteado la transición tal vez sus adversarios
la habrían empuñado como bandera.
El país se encuentra en una encrucijada. La
conciencia de este hecho es lo que lleva a un debate que ya no es entre el
régimen y la oposición sino entre todas las ramas del régimen y todas las
vertientes de la oposición, incluido el chavismo que demora en sus filas. La
transición comenzó, lo más útil es canalizarla para que conduzca a la libertad
y la democracia.
Carlos Blanco G.
@carlosblancog .
www.tiempodepalabra.com
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