La verdadera razón para limitar los contactos
–legales, por cierto- de funcionarios de USA con venezolanos no es para impedir
los movimientos de subrepticios opositores sino para impedir que los camaradas
del régimen preparen su aterrizaje por las tierras del Norte y cuenten lo que
saben. A estas confidencias el régimen les tiene terror.
La verdadera razón para limitar los contactos
–legales, por cierto- de funcionarios de USA con venezolanos no es para impedir
los movimientos de subrepticios opositores sino para impedir que los camaradas
del régimen preparen su aterrizaje por las tierras del Norte y cuenten lo que
saben. A estas confidencias el régimen les tiene terror.
De allí emergen movimientos esquizoides. Un
día Maduro decreta el estado de guerra metafísica en contra de EE.UU. y al día
siguiente envía a su sargentería a decir que quiere “buenas” relaciones.
Muchos funcionarios rojos se van, quieren
irse o buscan “limpiar” sus expedientes. Lo único que pueden ofrecer es su
historia, aquello de lo cual han participado, y tal vez cavilen que Miami bien
vale una visa. También hay camaradas que no son delincuentes; son o fueron
simpatizantes de la experiencia chavista, y no quieren correr el riesgo de que
los asocien al narco, la corrupción o la violación de los derechos humanos.
Éstos se encuentran sometidos a presiones de sus parejas, hijos, familiares y
amigos que tienen la convicción de que la aventura revolucionaria homicida
llega a su fin. Muchachos que quieren estudiar en Harvard, Yale, Columbia o
MIT; o que desean aprender inglés allá e ir a campos vacacionales. Familiares
que quieren servicios médicos especializados o simplemente disfrutar de
entretenimiento y centros comerciales. Allí está la presión de muchos para
“arreglar” la situación con las autoridades norteamericanas y es la verdadera
razón por la cual Maduro y su exangüe pero brutal régimen no quiere que existan
contactos de venezolanos con los funcionarios de EE.UU., locales o basados en
otros países.
Pensar que la Casa Blanca alienta
conspiraciones es no entender los cambios ocurridos en el planeta en los
últimos treinta años. Lo que sí hace EE.UU., incluso más allá de su gobierno,
es denunciar la represión masiva que ejerce el régimen venezolano en contra de
los que protestan. Y ahora, ha pasado a condenarlos de una manera más
definitiva.
Hay altos funcionarios rojos, ministros,
diputados, gobernadores, que quieren, pero no pueden irse. La inteligencia
electrónica los tiene como su principal objetivo. Se sienten atrapados. Hablan
en voz baja. Al menor desliz emigran con cualquier excusa; los argumentos
pueden variar desde surmenage, hasta dolor de pantorrilla o mareo.
Han visto demasiado horror; no quieren ser
partícipes de la etapa más cruel y sangrienta de un régimen que parece llegar a
su fin. Prefieren volver a hablar con libertad. Como antes.
Carlos B lanco G.
@carlosblancog
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