La Historia de los
Estados Unidos está plagada de episodios
de tolerancia con la pluralidad de ideas. Esa es la esencia tradicional
del accionar de sus gobiernos.
Dentro del marco de
las relaciones de la gran potencia con Venezuela, hemos observado como los gobiernos revolucionarios se han destacado por compartir posiciones con personajes
peligrosos y cuestionados por la comunidad internacional - Sadam Hussein , Vladimir Putin, Bashar Al
Assad, Alexander Lukashenko, los dos
hermanos Castro- sin que ello nunca haya
sido objeto de diatriba alguna por parte de un gobierno gringo. En nuestra
historia reciente, la deliberada
comandita chavista y madurista con movimientos como Hamas,
los extremistas en el interior de
Irán, los radicales del régimen sirio, el fundamentalismo islámico, la insurgencia guerrillera colombiana, ha
coexistido con una estrecha relación económica con los Estados Unidos sin que
nuestros socios hayan cuestionado nunca tales alianzas. Todo ello a pesar de
que desde los atentados de las Torres Gemelas
Estados Unidos han hecho suyo el
leitmotiv de la batalla antiterrorista.
No nos es posible especular sobre hasta donde han
sido capaces de llegar los gobiernos de Chávez y de Maduro en su ánimo obsesivo
de adversar a los Estados Unidos. Pero
estemos conscientes - eso si- que los
eficientes servicios de inteligencia
estadounidense han tenido activa su lupa
sobre el alcance real del apoyo venezolano a
regímenes e instituciones enemigas
o a personajes abyectos y repudiables de la escena global.
Otros casos hablan
por sí solos. En el terreno del tráfico de drogas no podemos cerrar los ojos frente
al hecho de que la falta de vigilancia sobre esta lacra social ha convertido a
nuestro país en lugar preferido de tránsito de sustancias nocivas que aterrizan
en las manos de los jóvenes de la sociedad americana. Si la negativa a cooperar
de Venezuela en la persecución de este delito es como lo han informado las
autoridades americanas, hay allí importantes razones para insistir en que sus
actores son una amenaza para los esfuerzos americanos por desterrar el flagelo.
Lo mismo habría que decir del blanqueamiento de capitales, crimen que
frecuentemente se origina en nuestro país
con el protagonismo de capitales venezolanos, que van a contaminar y enlodar el sistema
bancario y financiero de los Estados Unidos.
En el campo en el que
los personeros del gobierno revolucionario han sido más erosivos con los
Estados Unidos es en el insistente e irresponsable señalamiento de estar
protagonizando con la oposición política venezolana un proceso de
desestabilizador que conduciría a una salida violenta del poder de Nicolás
Maduro. El obsesivo tema además de ser expuesto dentro de nuestras
fronteras en medio de un lenguaje
insultante y alevoso, está siendo
perifoneado oficialmente por nuestras
autoridades en cuanto foro multilateral ha tenido lugar en épocas recientes.
Escudados en la solemnidad, la estatura y la credibilidad que todo gobierno
serio debería tener, los personeros del ejecutivo y legislativo han hecho de una mayúscula e incomprobable falacia- el supuesto montaje de un golpe de
Estado continuado propugnado por el gobierno de Obama - una bandera que han
hecho ondear en detrimento del gobierno americano.
Barack Obama acaba de
dar el paso decisivo de invocar los
instrumentos legales que lo facultan a actuar sin la autorización del Congreso
de su país y ha declarado una situación de emergencia, luego de haber llegado al convencimiento de
que el accionar del gobierno venezolano atenta contra la seguridad de su
país. El resultado no ha sido la
penalización del país , como quiere hacer ver el gobierno falazmente, sino de un grupo de allegados al gobierno que
habrían incurrido en delitos
sancionables dentro de su propio ordenamiento jurídico y que por demás
son delitos universales.
Satanizar tal acción
es un monumental despropósito. Su único fin es armar el tinglado de un supuesto
ataque externo contra el país para articular solidaridades útiles en el momento
en que la favorabilidad del gobierno cae en picada libre.
Poco a poco se irán
evidenciando los actos a través de los cuales se ha estado materializando la
agresión venezolana que soporta la
emergencia declarada. Entonces
quizá descubramos que quienes se han pasado de la raya no son los americanos.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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