jueves, 5 de marzo de 2015

ALBERTO JIMÉNEZ URE, LA CONCIENCIA UNIVERSAL DEL BIEN

«Cada madrugada compruebo que los enemigos de la Humanidad ignoran que ya eran difuntos desde el instante cuando se dieron la tarea de exterminarla»
La Conciencia Universal del Bien nunca será letal ni tendrá armas pero abatirá: y, quienes la desconozcan o sitien estarán condenados a ser denigrados como fallidos deicidas. Cierto que la desesperanza produce estupor y parece misiva de «presagio funesto». Bajo condiciones extremas, siempre superviviremos por cuanto lo que impera lo hace mediante espejismos. Ahí están esas imágenes ficticias que jamás se transmutarán en materia: pero angustian, irritan, deprimen o provocan frustración.

La Conciencia Universal del Bien es la Inteligencia que no cesa ni suspende su reinado y complejidad en el Firmamento. Mira severamente a los deicidas que –inmisericordes- presumen matarla con filosos cuchillos y «escupefuegos», empero no lo hace respondiéndoles con violencia sino anunciándoles que ellos no existen.

La Conciencia Universal del Bien es el Ser Humano que escucha los improperios de las «desfaloladas» y «falolados» que conforman el «Prontuariado del Mundo». Adviene en forma de clariaudiencia, prognosis o un rostro desprovisto de telas para ocultar la Razón Suficiente. Si ella somos es porque igual videntes y nos guarnecemos oficiándoles extremaunciones a nuestros ofuscados deicidas.

La Conciencia Universal del Bien somos cuando, tras advertir la fatalidad, impulsamos el salto de nuestra percepción y discernimiento filosófico hacia la quiescencia que siempre aguardará. No esquivará el sufrimiento, aun cuando se presentare sin ser convidado. Lo rebasa superándose con la extirpación de sus abscesos. Es la antítesis de los actos fallidos del Ego.

La Conciencia Universal del Bien no está en guerra ni las emprenderá.

Conoce que esos cuya mala fe los distingue en las comunidades están muertos arrogándose una vida poderosa y privilegiada.

Jamás nadie aventajará a la Muerte, bien recibida en la casa de los avatares y temida por quienes la siembran. No semeja al vetusto «Pino Bristlecone», a la «Almeja de Islandia» o la «Cinachyra Antárctica». Ella es provecta y no le asombra la cíclica pero espumosa aparición del Látigo Antropomórfico.
La Conciencia Universal del Bien conjura sin ser hechicera. No es verdugo de cadalso pero tampoco boga por quien horca quiere. Permitirá que los dolientes enciendan con la soga del ajusticiado la llama que cremará al escindido. 

Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor

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