…y
como nadie lo está tumbando, menos la Oposición, no caerá, sobre todo si logra
instrumentar exitosamente, tanto un mercado libre de divisas, como el aumento
de la gasolina.
Mientras
los economistas se distraen con la crítica formal del “Plan” de Maduro y la
Oposición se relaja en su triunfalismo, el chavismo sigue focalizado en sus
objetivos, que no son económicos sino políticos: permanecer en el poder y
medrar.
A
pesar de ser un inepto y presidir el gobierno más incapaz, irresponsable y
corrompido de nuestra historia, Maduro no caerá sin una acción resuelta de la
Oposición y sí no comete el error de no instrumentar un mercado cambiario con
el menor número posible de restricciones (tramo SIMADI). El aumento de precios
de la gasolina ayudará en la medida en que estos se acerquen a los de frontera,
pero esto no será imprescindible. Contrariamente a la percepción de mucha
gente, fuera y dentro de Venezuela, veremos en los próximos meses manifestarse
las siguientes tendencias:
La
situación mejorará progresivamente y las colas bajarán. Dejando flotar el
dólar, se quita la principal traba que mantiene postrada la economía
venezolana.
El
SIMADI no será nada marginal. Será la tasa referencial para toda la economía.
Las tasas del CENCOEX y SICAD quedarán como mecanismos de subsidios imperfectos
y para permitir a boliburgueses y enchufados seguir haciendo sus negocios
millonarios.
1.
Habría más abastecimiento pues las empresas podrán (a precios altos, pero
podrán) importar libremente las materias primas y demás insumos requeridos para
producir y quizás, algunos podrían pensar en exportar para generar los dólares
que necesitan ya que los costos de transformación serán ridículos en Venezuela.
Transar libremente dólares permitirá igualmente al gobierno valerse del ahorro
en divisas de los venezolanos para abastecer al mercado. Las petroleras
extranjeras venderían allí sus dólares y títulos de inversión, incrementando la
oferta de divisas y reduciendo la fuga de capitales.
2.
Los precios subirán mucho para reflejar la macro devaluación. De eso no hay
duda. Pero ya que la escasez ha hecho que se paguen por ciertos productos y
servicios precios que son verdaderos récords históricos que han marcado la
memoria de los venezolanos, los consumidores percibirán una tendencia hacia la
estabilización, inclusive a niveles inferiores a los registrados últimamente en
el mercado negro.
3.
Las presiones inflacionarias podrían bajar progresivamente gracias al drenaje
del exceso de liquidez que provocaría la absorción de los bolívares que
adicionalmente la población dedicará a pagar una gasolina más cara. Los precios
ajustados regularán la demanda. Las colas irán bajando paulatinamente. El
pueblo comerá y podrá sanarse, mal, pero recibirá ese pequeño alivio como una
bendición. El venezolano no exige más. Ya se ha acostumbrado a la desdicha. Con
el tiempo asimilará los nuevos precios elevados. La economía venezolana ha
mostrado ser capaz de aceptar y absorber grandes aumentos de precios
transfiriéndolos en la cadena de valor.
4.
El déficit fiscal dejaría de crecer y podría reducirse gracias a las grandes
utilidades cambiarias que el gobierno (PDVSA) realizará al vender algunos de
sus dólares en el SIMADI y por la aplicación de nuevos precios a la gasolina,
cuyo consumo bajará liberando los dólares que actualmente son dedicados a
importar refinados para producir ese combustible.
5.
El precio del petróleo ya rebotó. Ha detenido su artificial caída y se enrumba
hacia un precio de equilibrio que se situará en una banda que en el mediano
plazo será muy ancha (entre los 50 y 70 dólares por barril), pero que se irá
angostando en el largo plazo. La disponibilidad de dólares mejorará
moderadamente a partir de la segunda mitad de 2015.
No
podrá evitar tener una altísima inflación y otro año de crecimiento negativo,
pero el chavismo evitará el colapso económico, el desabastecimiento agudo y los
saqueos generalizados, que aunados a una Oposición nada audaz, los habría
sacado del gobierno.
El
pueblo no se sublevará. Sigue atrapado entre el miedo y el engaño. Víctima de
su miseria e ignorancia, no entiende nada de economía y está dispuesto, como lo
ha demostrado durante estos años de chavismo, a perder la dignidad por un bollo
de pan. Ante la amenaza de hambruna no se soliviantará, sobre todo con los
llamados a la calma de la oposición. Solo intentará salvarse acudiendo, la cerviz
baja, a los sistemas de subsidios y de distribución de comida barata.
El
gobierno cuenta con una extraordinaria fuerza policial y militar para la
represión, persecución y aniquilamiento de opositores que muchas veces se
disfraza de hampa común. Los brotes de violencia que ocurran, se reprimirán,
pero no se conocerán, gracias al control de los medios de comunicación.
El
chavismo es favorito para ganar las elecciones. Se inventará otro “Dakazo” a
punta de subsidios y regalos. A costa del hambre y de las necesidades del
pueblo, el gobierno está estrangulando el flujo de dólares para acumular unos
de tres a cinco mil millones que volcará en la economía durante las últimas
semanas de campaña. Así espera producir una especie de micro burbuja de
prosperidad con comida en los anaqueles, electrodomésticos y demás dádivas.
Solo cuando tenga esa disponibilidad de dólares fijará la fecha de las
elecciones. El resto del trabajo lo hará el CNE que cuenta con un margen de
“corrección” de los resultados de hasta un 10%. Se ayudará con su descomunal
aparato de propaganda. Intimidará a los funcionarios públicos y beneficiarios
de los planes sociales.
No
dejará a la oposición hacer campaña limitando su acceso a los medios,
entorpeciendo sus actividades de proselitismo, mítines, desplazamientos de
candidatos, etc., mientras estimula la abstención y usa su mejor arma para
fomentar la división de las fuerzas opositoras: la acusación de intento de
golpe de estado.
Frente
a una oposición vacilante y timorata, confundida y desorientada, que no percibe
la urgencia de salvar a la sociedad venezolana del colapso y de la crisis
humanitaria, el chavismo cuenta con una legión de decididos comunistas
recalcitrantes que desafían la realidad y que lucharán hasta el final.
Incapaz
de articular un programa económico mínimamente coherente, Maduro sólo necesita
llevar adelante estas dos medidas claves. Si logra evitar el amotinamiento
interno o el golpe proveniente del propio chavismo, podrá afianzarse e
imponerse sobre la fracción dura de su partido que ve en estas medidas lo
evidente: el abandono de los preceptos de Chávez y un giro hacia el
capitalismo.
La
evolución del dólar negro, después de la instrumentación del SIMADI, marcará el
éxito o el fracaso de este intento de Maduro por salvarse.
Si
es bien instrumentado (mínimo de restricciones), la tasa se puede colocar por
debajo de los 100 en tres meses o menos, Maduro se quedará y los venezolanos
estarán condenados. Esperemos que la consabida ineptitud del gobierno no lo
permita ya que con la Oposición no podemos contar.
Wolfgang U. Molina
wolfgangumolina@gmail.com
@WolfgangUMolina
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