miércoles, 4 de febrero de 2015

PEDRO PAÚL BELLO, LA REALIDAD DE LOS PUEBLOS

Hay factores incorporados a la vida de los pueblos y de las civilizaciones que explican varias de sus circunstancias.  Arnold J. Toynbee, por ejemplo, en su denso, conocido y famoso “Estudio de la Historia”, expresa  --refiriéndose principalmente a Europa, pero sin excluir naciones de otras latitudes--  que ninguna nación o Estado “puede presentar, aisladamente, una historia que se explique por sí misma”.  
Mucho más reciente que el referido e inmenso estudio de Toynbee que data, por lo menos, de 1946, menciono a la obra escrita por Daron Acemoglu y James A. Robinson, con el título “Por qué fracasan los Países”, subtitulada “Los orígenes del poder, la prosperidad y el progreso”, publicada en Nueva York el 2012, y en Barcelona de España, en el mismo año, por el Grupo Planeta. Y aunque las dos obras referidas, la de Toynbee y la de Acemoglou y Robinson son de naturaleza diferente, éstas parecen sumarse para converger hacia resultados que, siendo distintos, son muy similares.
Como este escrito no es más que eso, un escrito, y no un libro ni una conferencia, me permito incorporar una reflexión personal que solía explicar a mis alumnos de las universidades y que se refiere a nuestra Venezuela amada, pero que bien puede extenderse a todo el  subcontinente Latinoamericano, así como al resto de las naciones de este planeta llamado Tierra.
Cuando dadas circunstancias como las que en el presente vivimos en nuestra adorada Patria, así como la actuales, --aunque la mayoría sean menos graves en toda nuestra subregión--  se genera que oiga uno quejas, rechazos, negaciones y pesimismos acentuados en las bocas de no pocos de los conciudadanos, y pregunto a éstos  --así como preguntaba a mis alumnos: ¿Cuánto tiempo tiene este país como Nación independiente? La respuesta es: poco más de los dos siglos transcurridos entre el cinco de julio de 1811 y este enero de 2015, esto es: dos siglos y cuatro años…
Y pregunto de nuevo:  ¿Es que dos siglos y cuatro años, que son suficientes para un país que era dependiente de la Corona Española, resultan suficientes para que este País nuestro, así como todos los demás que constituyen el sub-continente Latinoamericano, alcance niveles de desarrollo como el de la vieja Inglaterra, que era y sigue siendo una de las Naciones más adelantadas de este mundo?   ¡Generalmente no hay respuesta a la pregunta,  sino silencio! 
Pero es que es verdad. Una verdad como si se le pidiera a un niño o a una niña de dos años y seis meses de edad, insólitamente, que escriban un libro como el de Toynbee, o que expliquen filosóficamente el contenido y significado teológico de las obras de Santo Tomás de Aquino.
Y, por cierto, nuestra querida “Madre Patria”, España, tampoco escapa de no poder explicar muchas de sus dificultades. ¿Por qué? Pues porque hasta el siglo VI, posterior al sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, lo que hoy es España estuvo bajo el dominio de los visigodos; a mediados del siglo VI se liberó de aquellos y vivió la “Madre Patria” dos siglos de libertad, en medio de sus fragmentaciones y divisiones, pero en el siglo VIII cayó en poder de los musulmanes, lo que duró hasta muy avanzado el siglo XIV y hubo de recomenzar España su desarrollo, por lo que ahora apenas nos aventaja en poco más de tres siglos, descontados nuestros dos siglos y dos años como países libres en el subcontinente.
Después de esos poco más de dos siglos, Venezuela y, en general, América Latina, hemos avanzado sin duda alguna. ¿O es que acaso no estamos muy por encima de lo que fue para este país el siglo XVIII?
Venezuela cambió mucho con el gobierno tiránico de Juan Vicente Gómez. Fallecido éste, su sucesor, por él designado, Eleazar López Contreras, organizó el país y estableció instituciones que nos abrieron las puertas de un inexistente desarrollo. Medina Angarita abrió caminos para la democracia, lo que se frustró por la trágica enfermedad del doctor Escalante, pero a pesar de los conflictos generados durante el llamado trienio adeco, tuvimos elecciones legítimas y una nueva Constitución que abrió puertas a un futuro mejor.
Gómez, con su tiranía feroz, sin embargo, se había rodeado de las mentes más ilustradas de su tiempo y muchos de ellos formaron y organizaron brillantemente su gobierno. Pérez Jiménez, también tirano, modificó el país con obras públicas de importantes naturaleza. Cuando dejó el poder el 23 de enero de 1958, una Junta Militar, presidida por el Almirante Larrazábal, devolvió al país la democracia que tuvo como piezas fundamentales a hombres como Rómulo Betancourt, que había abandonado radicalmente su anterior pensamiento marxista, a Raúl Leoni, persona muy honorable y a Rafael Caldera, político de gran honestidad y entrega.
Vivimos en el presente tiempos muy difíciles, nacido de errores y conflictos que se desarrollaron posteriormente a los tres primeros gobiernos antes señalados. La injusta destitución de Carlos Andrés Pérez abrió puertas que facilitaron el acceso al poder del fallecido Hugo Chávez, cuya sucesión después de su muerte agravó aún más la pésima situación que se había desarrollado en su gobierno. El presente momento que se vive en nuestra Patria es, tal vez, lo peor de nuestra agitada historia. Pero esta misma nos enseña que la voluntad de los venezolanos y la ayuda del Todo Poderoso siempre nos favorecen para superar las dificultades. Por eso, ciertamente, no perderemos la República que continuará avanzando hacia un futuro cargado de esperanza y de valores.      
Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello

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