La
Comisión Kerry tiene por objeto dar los pasos que sean necesarios para sacar a
Cuba de la lista de países que apoyan al terrorismo y no, como podía pensarse
al principio, evaluar la pertinencia o no de mantenerla allí.
Esta
circunstancia ha desatado una interesante controversia que involucra directamente
a los venezolanos, sobre todo a quienes no logran explicarse cómo hizo la
administración Obama para separar el binomio Venecuba (o Cubazuela) que tanto
se han esforzado los respectivos regímenes en consolidar, hasta convertirse en
uno solo.
Alguien
debería aclarar cómo logró la señora Roberta Jacobson, Subsecretaria de Estado
para todo el Hemisferio, ignorar el desplazamiento de cien mil efectivos castro
comunistas a territorio continental, sin duda su mayor movimiento desde las
aventuras militares en África, para abordar por separado el caso cubano y las
violaciones sistemáticas de Derechos Humanos en Venezuela.
Al
país llegan cientos de fedayines del medio oriente, la región más conflictiva
del mundo, con el pretexto de realizar cursos de medicina comunitaria, cursos
inventados y administrados por cubanos. No hay ni una autoridad responsable que
certifique qué hacen estos elementos aquí. ¿Eso favorece la estabilidad del
subcontinente? ¿Es bueno para la seguridad
nacional de los EEUU?
¿Cómo
se explican las supuestas sanciones a funcionarios venezolanos aprobadas por su
Administración sin tocar a sus jefes e instructores comunistas cubanos? ¿Chávez
murió realmente en manos cubanas y ellos nombraron a su sucesor o estas son
puras fantasías de radicales fanáticos?
¿Será
cierto que el territorio venezolano es santuario de las guerrillas colombianas?
¿Rodrigo Granda, Timochenko y una larguísima lista de guerrilleros y
narcotraficantes colombianos gozan de protección oficial? ¿De verdad vivirían
aquí etarras a cuerpo de rey, desempeñando cargos públicos, alguno casado con
la lugarteniente de Elías Jaua, o todos estos son delirios ultraístas?
Pero
el punto es si el régimen de Castro tiene algo que ver con todo esto o no,
puesto que una de las razones esgrimidas para incluirlo en la lista es
precisamente su ostensible apoyo a las guerrillas de las FARC y ETA. En sana
lógica, lo que deberían hacer no es
sacar a Cuba de la lista, sino incluir en ella a Venezuela.
Este
audaz cambio de perspectiva obligaría a la Comisión Kerry a realizar
diligencias para excluir a las FARC y ETA de la lista de organizaciones
terroristas que lleva incluso la Unión Europea, tan amante de la corrección
política, puesto que la relación del régimen castrista con estas organizaciones
es de carácter histórico y negarla implicaría borrar toneladas de papel
impreso, kilómetros de cintas grabadas y un número inverosímil de discursos de
Castro y sus seguidores, por no decir que para ellos sería como negarse a sí
mismos, cosa que no han hecho en el pasado, no hacen ahora, ni harán en el
futuro.
Pero
no son sólo las FARC y ETA, también el ELN o el M-19 de Colombia, tan parecido
al M-26 de Castro, todos los movimientos identificados con las siglas FALN,
FPLN, FMLN, FSLN, los Tupamaros de Uruguay, ERP y Montoneros de Argentina, los
innumerables de Brasil, donde ha militado hasta Dilma Rousseff y paremos de
contar.
Los
lobbystas de Castro deberían mencionar siquiera una organización revolucionaria
armada que no cuente con el apoyo militante de Castro incluso, por qué no
decirlo, en Puerto Rico y los propios EEUU.
CASTRO
Y PUERTO RICO
Quien
trajo a colación el tema de Puerto Rico, tan embarazoso e incómodo para los
norteamericanos, fue el vocero de Castro en Venezuela al proponer un
rocambolesco intercambio de prisiones de guerra para liberar a Oscar López
Rivera, a quien la mayoría de los venezolanos oíamos nombrar por primera vez.
Venezuela
nunca ha tenido arte ni parte en esa controversia, ni había hecho nunca el
menor pronunciamiento hasta esta disparatada irrupción, contraria a todo
derecho y al sentido común. Ahora bien, ¿es posible que esto se hiciera sin
conocimiento y aprobación del régimen de Castro, que tiene la tutela de la
política exterior como de cualquier otra política en este expaís?
En
cambio, el apoyo de Castro a los movimientos armados en Puerto Rico tiene
carácter histórico, lo que la Comisión Kerry no podrá ignorar. No puede ser más
ilustrativo el caso elegido, no por casualidad, de Oscar López Rivera,
dirigente de las FALN de Puerto Rico, miembro del famoso “Grupo de Chicago”,
que perpetró más de cien atentados en EEUU, con saldo de seis muertos y decenas
de heridos.
Fue
detenido en 1981, junto con otros miembros de su organización, justo el año
antes de la inclusión de Cuba en la lista. Todos fueron indultados por Bill
Clinton, excepto este ciudadano que se declaró en rebeldía porque otros presos
no serían indultados y su mentalidad conspirativa no admite concesiones: o
todos o ninguno.
Tanto
podría decirse de la organización llamada “Macheteros”, palabra que la Comisión
Kerry no entendería y quizás ni siquiera exista en ingles, famosa por el asalto
a un blindado de la Wells Fargo, cuyo cabecilla, Víctor Manuel Gerera, se
refugió en Cuba, con parte del botín de 7 y 1/2 millones US$, de los que le
incautarían la mitad.
Sería
interminable la lista de las “Brigadas” boricuas, como ellos gustan llamarse,
que permanentemente hacen excursiones a Cuba, pasando semanas de jolgorio,
cuyos alcances, que van desde lo folklórico a lo político ideológico, son
imposibles de establecer y mucho menos de conservar dentro de parámetros
inofensivos.
Otra
lista interminable podría hacerse con los connotados terroristas
estadounidenses que cuentan con el apoyo de Castro para sus actividades
violentas en los EEUU y que incluso han encontrado asilo territorial en Cuba.
Hoy
sobresale Joanne Chesimard, dirigente del Ejército de Liberación Negra y
antiguo miembro de los Panteras Negras, que abrazó el islamismo radical y
cambió su nombre por Assata Shakur. Su organización perseguía el altruista
propósito de crear la “República Nueva África”, mediante la secesión de los
estados del sur de los EEUU.
Un
policía de caminos de New Jersey que tuvo la mala fortuna de detenerlos el 2 de
mayo de 1973, pagó con su vida el afán independentista de estos revolucionarios
que le respondieron a tiro limpio.
Resumiendo
mucho: fue condenada a cadena perpetua, escapó de una cárcel de máxima
seguridad en 1979, para seguidamente refugiarse en Cuba en 1984, donde vive
desde entonces, pese a estar en la lista de más buscados por el FBI, que ofrece
dos millones de dólares por su captura, recompensa que no seduce a los Castro.
Pero
no es sólo ella. Como en el caso de las organizaciones guerrilleras, no podrá
encontrarse ni un solo militante revolucionario violento en los EEUU que no
haya gozado ni goce todavía del apoyo militante de Castro, desde los míticos
Stokely Carmichael, Malcolm X, Angela Davis, éstos muy populares, de
extraordinario respaldo mediático, pero otros cientos anónimos, sean comunistas
o musulmanes, todos, gozan de un respaldo voceado con orgullo por el régimen de
Castro.
Una
tarea difícil para la Comisión sería conseguir siquiera una tibia declaración
en la que Castro se distancie de alguna de estas organizaciones o
personalidades; pero nunca podrán conseguirla.
La
Administración Obama puede hacer los cambios más radicales que quiera en su
política respecto a la Cuba de Castro, pero lo que no puede hacer es cambiar la
historia.
Eso
ya los haría pasar de su condición de comunistas de closet al franco
estalinismo.
LA
PASIÓN DEL EMBARGO
Sacar
a Cuba de la lista de países que apoyan al terrorismo es apenas un
prerrequisito para la suspensión unilateral y sin condiciones de lo poco que
queda del embargo comercial, el
verdadero objetivo de los lobbystas defensores de los intereses de Castro en
Washington que, debe reconocerse, han endurecido la cara, aguzado el verbo y
son cada vez más audaces y agresivos.
Actitudes
que no compensan en nada la endeblez de sus argumentos, si pueden llamarse así.
Por ejemplo, ninguna peor ocurrencia que citar como antecedente que el gobierno
de Bush sacó en 2008 a Corea del Norte de la citada lista por razones
políticas, para crear un ambiente propicio al avance de las negociaciones del
problema nuclear.
La
pregunta es si esa medida cumplió alguno de sus propósitos. ¿Es Corea del Norte
más amistosa ahora con los EEUU que antes de salir de la lista? ¿Se redujo la
amenaza nuclear y los chantajes a sus vecinos, en particular, Corea del Sur y
Japón, ambos aliados estratégicos de los EEUU? ¿Se liberalizó el régimen de
Pyongyang?
Citar
como antecedente legal la prescripción de 20 años sin realizar actividades de
apoyo al terrorismo como pretenden que estableció la entonces secretaria de
estado Condoleezza Rice, no en ningún documento oficial sino ¡en sus memorias!,
parecería un pésimo chiste sino fuera un subterfugio de un abogado malicioso,
porque no es aplicable el régimen de Castro, como ellos dicen, que hoy en día
sigue apoyando a las FARC, a la ETA, Irán y Siria, como lo hizo hace 20 años.
Otro
argumento que ya resulta patético y que no valdría la pena mencionar si no se
repitiera tanto, es que el embargo de los EEUU más que perjudicar a la
dictadura castrista más bien la favorece.
Esto
ya nos vuelve el mundo incomprensible, porque si el embargo la favorece tanto,
no se puede entender el porqué lucha por eliminarlo. Es más difícil encontrar
un castrista a favor del embargo que a un anticastrista que esté en contra,
suponiendo algo de sinceridad en las posiciones respectivas.
El
que personas bienintencionadas suscriban posiciones como éstas supone un
razonamiento enrevesado, según el cual el embargo da argumentos a la tiranía
castrista para acusar a EEUU de todos los males que sufre la población
librándose ella de toda responsabilidad; pero que los socialistas le echen la
culpa a los demás de lo que ellos hacen parece una conducta universal, anterior
al embargo y seguro que lo sobrevivirá.
Así
como que la lucha contra el embargo, que llaman mentirosamente “bloqueo”, es un
factor de movilización y organización popular; pero también de la opinión
pública mundial que, por ejemplo, vota en la ONU contra el embargo
unánimemente, con la única excepción de Israel que acompaña a EEUU en esta
incómoda posición.
Este
es el viejo truco de mostrar la consecuencia aislada de su causa, la acción
punitiva separada de su motivación, que llama la atención que todavía pueda
funcionar, sobre todo en un foro mundial que se supone de gente inteligente, lo
que hace sospechar subterráneos intereses políticos.
Deberían
acompañar esas solicitudes de condena al embargo con algún tipo de moción en
que la ONU apoye la confiscación de bienes de empresas y personas naturales sin
compensación alguna, más el extrañamiento del territorio, etcétera; porque
cuando esto ocurra, habrá que huir no sólo de la isla sino del planeta.
Ni
la administración Obama, ni los lobbystas de Castro en Washington hacen la
menor mención de las compensaciones materiales y morales que debe pagar la
tiranía a todas sus víctimas e incluso a sus descendientes.
En
cambio el Congreso de los EEUU se ha expresado así, mediante Ley: “SENTIR DEL
CONGRESO. Es el sentir del Congreso que la liquidación satisfactoria de las
reclamaciones de propiedades por parte de un Gobierno cubano reconocido por los
Estados Unidos sigue siendo una condición indispensable para el pleno
restablecimiento de las relaciones económicas y diplomáticas entre los Estados
Unidos y Cuba.”
Los
pseudo argumentadores a favor de la suspensión unilateral e incondicional del
embargo afirman de la manera más gratuita que Cuba se encuentra en transición,
aunque no puedan mostrar la menor señal en esa dirección y las mismas
autoridades comunistas los desmientan a diario; en cambio, bastaría leer las
secciones 205 y 206 de la Ley Helms-Burton para advertir qué se entiende por
“gobierno de transición” y “gobierno democráticamente electo” según la
legislación de EEUU.
Como
podía preverse, ahora es el régimen
comunista cubano quien le exige a EEUU una indemnización de cientos de miles de
millones por supuestos daños causados por el embargo, reclamación que
contradice la afirmación de buenos cubanos que creen que, en realidad, lo ha
favorecido.
El
caso es que esta reclamación inusitada pone de relieve la verdad de la
situación: la tiranía castrista se siente vencedora en el conflicto al punto de
reclamar reparación, sin duda la más alta que se recuerda desde el Tratado de
Versalles, que puso las cargas sobre Alemania como potencia derrotada en la I
Guerra Mundial.
Ese
pago que ahora pide Castro es para compensar el que se le exige a él por los
robos y atropellos que ha perpetrado, con lo cual, en el más optimista de los casos,
serían los contribuyentes americanos quienes terminarían pagando sus deudas.
Este
es el mundo perfecto para Castro y sus secuaces, y el más profundo abismo para
quienes los sufren, tanto en Cuba como en Venezuela.
Luis
Marin
lumarinre@gmail.com
@lumarinre
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