miércoles, 11 de febrero de 2015

LUIS GARRIDO, ¡QUÉ IRRESPONSABILIDAD!, HABLA LA CONCIENCIA

Ya es tiempo de identificar las cosas por su nombre.  Mayor daño del que está sufriendo el país con la imposición del más impugnado de los mandatarios de los últimos 70 años, no es posible.  
El rechazo es impresionante; su popularidad, reflejada hoy en un 20%, es un indicativo de que los venezolanos están pidiendo a gritos su renuncia.  Los extremos están copados: el país hipotecado, una inflación por las nubes agravada con el desabastecimiento de los productos básicos, las medicinas, y la baja del petróleo que ha sido el soporte de toda esa plataforma de corruptelas en nombre de la “revolución”, lo colocan de rodillas frente a un pueblo indignado.  Se ha consumido toda esperanza de gobernabilidad en las manos de este prisionero de su propia ineptitud.          
En su caída vertiginosa, Nicolás arrastró a su partido.  Los indicativos de calle así lo expresan, el malestar se aprecia en el desencanto de quienes ayer no ocultaban su pasión por el líder fundador y hoy en las interminables colas -para comprar unos simples pañales-  concluyen en haber sido engañados en su buena fe al prestarse como tontos útiles para que Venezuela -en las riendas del chavismo- fuera lo que es hoy: asiento de frustraciones.  Nuestro pueblo jamás se ha rendido, ni en sus penurias ha dado muestras de cobardía; eso ha hecho posible que este gobierno,  siempre  aferrado a la estafa electoral, lance hoy  palos a ciegas,  viéndose  en la orilla del barranco.    
La reciente reiteración  del decreto de la inamovilidad laboral -que lleva 13 años continuos- no pasa de ser una débil cuerdita donde Nicolás trató de guindarse en un afán populista frente a su declive inevitable.  ¿Puede hablar de inamovilidad laboral  cuando el principal responsable del desempleo es su propio gobierno?  ¿Quién ha provocado el cierre de cientos de empresas en Venezuela, afectando no solo el capital empresarial sino también al propio trabajador que quedó desamparado en la calle?       
¡Qué irresponsabilidad!  Un país en quiebra no se conduce con políticas engañosas.  La precariedad del empleo es una muestra del fracaso del gobierno, la informalidad no es garantía de planificación familiar y ese 10 por ciento de desempleados en nuestra población es una suma del daño ocasionado.  Una nación que ahuyente al inversionista y sin trabajadores comprometidos con su  conciencia y con su patria, no ofrece garantías de desarrollo.    
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr

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