Ya es tiempo de identificar las cosas por su
nombre. Mayor daño del que está
sufriendo el país con la imposición del más impugnado de los mandatarios de los
últimos 70 años, no es posible.
El
rechazo es impresionante; su popularidad, reflejada hoy en un 20%, es un
indicativo de que los venezolanos están pidiendo a gritos su renuncia. Los extremos están copados: el país
hipotecado, una inflación por las nubes agravada con el desabastecimiento de
los productos básicos, las medicinas, y la baja del petróleo que ha sido el
soporte de toda esa plataforma de corruptelas en nombre de la “revolución”, lo
colocan de rodillas frente a un pueblo indignado. Se ha consumido toda esperanza de
gobernabilidad en las manos de este prisionero de su propia ineptitud.
En su caída vertiginosa, Nicolás arrastró a
su partido. Los indicativos de calle así
lo expresan, el malestar se aprecia en el desencanto de quienes ayer no
ocultaban su pasión por el líder fundador y hoy en las interminables colas
-para comprar unos simples pañales-
concluyen en haber sido engañados en su buena fe al prestarse como
tontos útiles para que Venezuela -en las riendas del chavismo- fuera lo que es
hoy: asiento de frustraciones. Nuestro pueblo
jamás se ha rendido, ni en sus penurias ha dado muestras de cobardía; eso ha
hecho posible que este gobierno,
siempre aferrado a la estafa
electoral, lance hoy palos a
ciegas, viéndose en la orilla del barranco.
La reciente reiteración del decreto de la inamovilidad laboral -que
lleva 13 años continuos- no pasa de ser una débil cuerdita donde Nicolás trató
de guindarse en un afán populista frente a su declive inevitable. ¿Puede hablar de inamovilidad laboral cuando el principal responsable del desempleo
es su propio gobierno? ¿Quién ha
provocado el cierre de cientos de empresas en Venezuela, afectando no solo el
capital empresarial sino también al propio trabajador que quedó desamparado en
la calle?
¡Qué irresponsabilidad! Un país en quiebra no se conduce con políticas engañosas. La precariedad del empleo es una muestra del fracaso del gobierno, la informalidad no es garantía de planificación familiar y ese 10 por ciento de desempleados en nuestra población es una suma del daño ocasionado. Una nación que ahuyente al inversionista y sin trabajadores comprometidos con su conciencia y con su patria, no ofrece garantías de desarrollo.
Luis
Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, DIARIO DE OPINIÓN, SIN SOCIALISMO, OTRA VENEZUELA ES POSIBLE, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, ELECCIONES, UNIDAD, ALTERNATIVA, DEMOCRÁTICA, CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.