lunes, 2 de febrero de 2015

LUIS DANIEL ÁLVAREZ V., ¿QUÉ VAMOS A HACER?

Escribir sobre el Pacto de Punto Fijo cuando faltan todavía nueve meses para un nuevo aniversario puede resultar extraño e incluso parecer extemporáneo. Sin embargo, la realidad nacional obliga a abordar el tema de forma minuciosa y a formular ciertas apreciaciones que valdría la pena rescatar.
Si bien, el acuerdo fue suscrito meses después de la caída de la despótica y criminal dictadura de Marcos Pérez Jiménez, la tarea planteada resultaba titánica puesto que el objetivo no era otro que reinstitucionalizar a Venezuela, promover su desarrollo, ahondar en sus potencialidades y garantizar el compromiso de que eso fuese factible, independientemente de quien obtuviese la victoria en la contienda.
Más allá de lo significativo y ejemplarizante que resultó, su valor se incrementa cuando se observa que para llegar a él debió privar la unidad, por ende el espíritu de progreso nacional obligó a los partidos políticos a olvidar sus disputas, minimizar sus contradicciones y frenar sus diferencias.
El Pacto de Punto Fijo cobra enorme significado en esta coyuntura, pues no solo es pertinente la búsqueda de candidaturas unitarias que permitan ofrecer una alternativa a la debacle que se vive, sino que es prioritario diseñar un plan mínimo de gobernabilidad en el que independientemente quienes sean los candidatos, se compartan unas tareas determinadas, se elabore un discurso compartido y quede claro que los que aspiran sustituir a los que hoy gobiernan no sustentarán sus acciones en la improvisación y el desorden.
El gran acuerdo nacional que debe suscribirse no puede limitarse a una larga lista de propósitos y comentarios bien intencionados. Debe ser factible, es decir que tiene que incluir en cada premisa la forma como puede desarrollarse, buscando de esta manera que los que están haciendo una cola para comprar alimentos, los que piensan en emigrar, los que se han ido o simplemente los millones de ciudadanos que se quedan en el país reconozcan que existe claridad.
La responsabilidad de la dirigencia política es clara. Igualmente, deben abrirse las comisiones de la Mesa de la Unidad Democrática a los independientes para que, de manera organizada y lejos de cualquier tumulto, se pueda estructurar un plan nacional de trabajo. Aunque efímero, el Pacto de Punto Fijo sentó las bases de un sistema plenamente democrático que duró cuarenta años. Ha llegado la hora de pensar en la Venezuela de las próximas décadas.
Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva

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