sábado, 28 de febrero de 2015

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, JURAMENTO A LA PATRIA,

Aquella patria insigne, la de los grandes hombres, la de los grandes pueblos, la de los grandes hechos que exaltan nuestro nombre y exige cada vez el supremo deber por realizar, la del 5 de julio de 1811,  el día 15 procedió a jurar la independencia. Anteriormente, el domingo 14, el Acta se publicó en un bando para que todos la conociesen y por las calles de Caracas marchó la multitud detrás de la bandera nacional, sostenida por los hijos de José María España con gesto de admiración y orgullo patrio.

El noble documento fue leído en cada esquina y los soldados congregados en la Plaza Mayor, -lugar testigo de tantos sucesos desde la fundación de la ciudad-, juraron, por primera vez luego de la célebre Declaración, no traicionar a la República, no vulnerar su independencia, no ofender sus libertades y derechos, acto que aún exige y exigirá por siempre el mandamiento insoslayable de acatar y respetar los superiores intereses de la nación.

Previamente el Congreso había ordenado al patriota Coto Paúl la redacción del texto que comprometería la fidelidad patriótica y la virtud republicana: "¿Juráis a Dios y a los Santos Evangelios (...), reconocer la soberanía y absoluta independencia que el orden de la Divina Providencia ha restituido a las Provincias de Venezuela, libres y exentas para siempre de toda sumisión y dependencia de la monarquía española (...); oponeros a recibir cualquier otra dominación y defender con vuestras personas y con todas vuestras fuerzas los Estados de la Confederación Venezolana (...)?".

Luego de la pregunta significativa, los diputados, el Poder Ejecutivo, la Alta Corte de Justicia, el Gobernador Militar de Caracas y el Arzobispo formularon también la solemne promesa, aceptando honrar con su conducta lo más sublime del patriotismo, lo más ejemplar de la magistratura, lo más elevado de la ciudadanía. Juraban por la patria "con la escrupulosidad, circunspección y exactitud" indispensable, asumiendo así el "acto característico de su naturalización y calidad de ciudadano, como también de la obligación en que quedará el Estado a proteger su honor, persona y bienes", y en virtud de lo cual, nacía "la digna y honrosa vestidura de ciudadanos libres, que es lo más apreciable de la sociedad, el verdadero título del hombre racional, el terror de los ambiciosos y tiranos, y el respeto y consideración de las naciones cultas", tal y como lo afirmó don Cristóbal Mendoza, nuestro primer Presidente en turno, en la orden para divulgar tal resolución.

Aquel juramento imponía además "sostener a toda costa esta dignidad, sacrificando sus pasiones a la razón y a la justicia, uniéndose afectuosa y recíprocamente; y procurando conservar entre sí la paz, fraternidad y confianza que hacen respetables, firmes y estables los estados, cuyos miembros proscriben las preocupaciones insensatas, odios y personalidades...", mandato singular de unidad y convivencia.

Así fue proclamada Venezuela republicana y nuestra Independencia, con significativos propósitos y acciones ejemplares, única manera de establecer la libertad, fundada –expresaron- "en el concepto de que el Supremo Gobierno sabe muy bien que no hay para los ciudadanos nada más sagrado que la patria", y que, por ella misma, no puede existir para un gobierno nada más sagrado que la ley, el acatamiento de la voluntad general, el aseguramiento de los derechos ciudadanos, el cumplimiento cabal de sus deberes públicos,  verdaderas razones que legitiman su existencia y sin las cuales carece de sentido, de carácter y de resultados como ente político y de justificación ante la historia.

"La patria está en peligro" decían los franceses en sus terribles horas y se manifestaba formidable la voluntad de la nación. "La patria está en peligro" ha exclamado tantas veces Venezuela la patria que se enorgullece del pasado, lucha en el presente y que no se resigna ante el futuro. La patria está en la acción, en el deber,  en la virtud, en el sacrificio y la conciencia de cada uno de sus hijos. Solo así se forma y se erige una patria, la patria con  hondura ciudadana, la patria de los hombres libres.

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