Argentina da inicio en el año 2003 al que
sería el peor gobierno de su historia desde los dos primeros gobiernos de Juan
Domingo Perón hasta el día de la fecha. En rigor, hay que hablar de tres
gobiernos sucesivos, si tenemos en cuenta la formalidad constitucional,
apropiados los tres por el denominado Frente para la Victoria
("FpV"). Hagamos un breve repaso de los hechos.
El "FpV" es el fruto de un disputa
interna en el partido peronista entre Eduardo Duhalde y Carlos Menem, en la que
el primero trataba de evitar que el segundo accediera a un tercer periodo
presidencial. Duhalde detentaba entonces la presidencia de la nación ungido por
el congreso como tal, tras la "caída" del brevísimo gobierno de
Fernando de la Rúa). Se establece pues un "acuerdo" entre Duhalde y
Néstor Kirchner (hasta dicho momento un ignoto gobernador de una provincia
argentina -Santa Cruz- en el extremo sur del país) a fin de que este último se
presentara como candidato del flamante "FpV". Pero también se
establecen alianzas con otros partidos políticos "no-peronistas" para
que confluyeran a conformar dicho "frente", aun cuando
–indudablemente- el ala dominante de este "FpV" era el sector
mayoritario del partido peronista (formalmente designado como "partido
justicialista"). El objetivo final -como dijimos- era, en última
instancia, restar poder y apoyo popular al candidato Menem, pero -por sobre
todas las cosas- hacerse del gobierno a cualquier costo.
En lo que sigue, preferiremos referirnos al
"FpV" y no a "los Kirchner" porque podría entenderse que lo
sucedido a lo largo de los tres desgraciados gobiernos del "FpV",
implicaría eximir de responsabilidad a las otras segmentaciones políticas
partidarias que apoyaron el proceso dictatorial que se iniciaba con estos
hechos. Y muy lejos está de nuestro ánimo deslindar de responsabilidad alguna a
los grupos políticos que contribuyeron -ya sea por acción o por omisión- a la
instauración y afianzamiento de la peor tragedia política que ha vivido la Argentina
desde los últimos cuatro decenios a esta parte.
En ese año señalado al comienzo, el
"FpV" accede al gobierno con un 22 % de los votos, y en medio de un
mecanismo electoral bastante polémico y de dudosa constitucionalidad, convocado
por Duhalde, (la Constitución de la Nación Argentina exigía entre un 40 % y un
45 % mínimo de los votos para ello).
Sin carisma personal en su candidato, sin
liderazgo propio, sin respaldo popular, con un cuestionable resultado electoral
y con un apoyo político pobrismo (por no decir nulo) el "FpV", llega
al gobierno y comienza (tenuemente al principio y con mayor firmeza en los años
subsiguientes) a instalar un proyecto autoritario de poder basado
fundamentalmente en el modelo Castro-comunista que Hugo Chávez, hacia la misma
época, estaba consolidando en Venezuela.
Circunstancias ajenas y externas al país, le
dieron a este cierta "estabilidad" económica en aquel momento que se
fue desdibujando a partir de medidas económicas internas que oscilaban entre la
torpeza, la improvisación y el afán de lucro desmedido que -más temprano que
tarde- afectan en rigor a todo gobierno, sea del color y de la bandera de que
se trate.
Simultáneamente el "FpV" comenzó a
"instalar temas" en su agenda política que no estaban ni entre los
intereses, ni entre los reclamos del conjunto de la ciudadanía. Por ejemplo,
uno de esos temas fue el uso y abuso que hizo el "FpV" en torno a la
cuestión de los "derechos humanos", que terminó convirtiéndose en una
"caza de brujas" contra militares que habían combatido al terrorismo
marxista desatado en la década del 70. No estaba esta cuestión -como decimos-
ni entre las prioridades, ni siquiera entre las preocupaciones del conjunto de
la ciudadanía, que ya vivía aprendiendo a cerrar las heridas producidas por
aquel aciago periodo de la historia. A través de un prédica constante, el
"FpV" se esforzó por abrir esas heridas y volver a un pasado que
estaba comenzando a dejarse atrás para el común de los argentinos, empezando a
provocar una división entre la ciudadanía.
Principió a notarse desde ese mismo momento
la infiltración entre las filas del "FpV" de elementos que habían
integrado las bandas de terroristas y guerrilleros que desataron la violencia
de los años 70. Personajes reciclados (otrora peligrosos y de armas tomar) que
ocuparon puestos claves no sólo dentro del poder ejecutivo sino también en los
otros dos poderes (legislativo y judicial).
Dada la idiosincrasia del argentino promedio,
muchas veces propenso a creerse lo que se le repite con suficiente insistencia,
no pocos "compraron" el "relato" del "FpV", pero
-con todo- hay que reconocer que fueron solamente una minoría ruidosa.
El famoso relato del "FpV" tuvo
otras aristas, de las que sobresalen aquellas que, a través de los métodos
patrocinados por el marxista Antonio Gramsci, intentaron por todos los medios
captar la mente y la voluntad de las personas en su favor. Se produjo en tal
sentido todo un proceso (en el sentido más militar de la palabra) por lavar los
cerebros de niños, adolescentes, jóvenes y adultos a través de la captación y
cooptación de los medios masivos de difusión. Los últimos dos gobiernos del
"FpV" fueron particularmente insistentes en estos aspectos,
pretendiendo emular nuevamente lo que su admirado comandante Hugo Chávez y su
mentor -el comandante Fidel Castro- estaban haciendo, tanto en Venezuela como
en Cuba. El canal estatal se transformó en un idóneo instrumento de propaganda
para tales efectos. Y los tradicionales centros culturales argentinos fueron
copados, poco a poco, por elementos afines al gobierno, en tanto que este hacía
prédica de su vocación populista. La propaganda política reemplazó rápidamente
la difusión de los actos de gobierno, aunque se pretendió disfrazarlo bajo la
máscara de una falsa "transparencia" que -en rigor- ocultaba los que
fueron los hechos de corrupción más monstruosos que pueda recordar la historia
argentina.
Lo que al principio pareció
"torpeza" económica fue quedando al descubierto como lo que realmente
era: una fase de estatización gradual pero sostenida de todos los sectores de
la economía, a la par que uno a uno iban saliendo a la luz los casos más
escandalosos de enriquecimiento ilícito, tanto de quienes detentaron la
titularidad del poder ejecutivo durante los tres gobiernos del "FpV"
como la de quienes fueron los más estrechos y mas mediatos colaboradores de
este régimen de opresión.
Se armaron verdaderos grupos de choque,
conformados por "piqueteros", cuya misión fundamental consistió en
intimidar a la población pacífica, contando con la colaboración de otros grupos
afines, como el que se autodenominó "La Cámpora" en directa alusión a
otro ex-presidente argentino del mismo partido peronista con dicho apellido.
Gabriel
Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
GABRIEL S. BORAGINA, EL PEOR GOBIERNO DE SU
HISTORIA, CASO ARGENTINA
Argentina da inicio en el año 2003 al que
sería el peor gobierno de su historia desde los dos primeros gobiernos de Juan
Domingo Perón hasta el día de la fecha. En rigor, hay que hablar de tres
gobiernos sucesivos, si tenemos en cuenta la formalidad constitucional,
apropiados los tres por el denominado Frente para la Victoria
("FpV"). Hagamos un breve repaso de los hechos.
El "FpV" es el fruto de un disputa
interna en el partido peronista entre Eduardo Duhalde y Carlos Menem, en la que
el primero trataba de evitar que el segundo accediera a un tercer periodo
presidencial. Duhalde detentaba entonces la presidencia de la nación ungido por
el congreso como tal, tras la "caída" del brevísimo gobierno de
Fernando de la Rúa). Se establece pues un "acuerdo" entre Duhalde y
Néstor Kirchner (hasta dicho momento un ignoto gobernador de una provincia
argentina -Santa Cruz- en el extremo sur del país) a fin de que este último se
presentara como candidato del flamante "FpV". Pero también se
establecen alianzas con otros partidos políticos "no-peronistas" para
que confluyeran a conformar dicho "frente", aun cuando
–indudablemente- el ala dominante de este "FpV" era el sector
mayoritario del partido peronista (formalmente designado como "partido
justicialista"). El objetivo final -como dijimos- era, en última
instancia, restar poder y apoyo popular al candidato Menem, pero -por sobre
todas las cosas- hacerse del gobierno a cualquier costo.
En lo que sigue, preferiremos referirnos al
"FpV" y no a "los Kirchner" porque podría entenderse que lo
sucedido a lo largo de los tres desgraciados gobiernos del "FpV",
implicaría eximir de responsabilidad a las otras segmentaciones políticas
partidarias que apoyaron el proceso dictatorial que se iniciaba con estos
hechos. Y muy lejos está de nuestro ánimo deslindar de responsabilidad alguna a
los grupos políticos que contribuyeron -ya sea por acción o por omisión- a la
instauración y afianzamiento de la peor tragedia política que ha vivido la Argentina
desde los últimos cuatro decenios a esta parte.
En ese año señalado al comienzo, el
"FpV" accede al gobierno con un 22 % de los votos, y en medio de un
mecanismo electoral bastante polémico y de dudosa constitucionalidad, convocado
por Duhalde, (la Constitución de la Nación Argentina exigía entre un 40 % y un
45 % mínimo de los votos para ello).
Sin carisma personal en su candidato, sin
liderazgo propio, sin respaldo popular, con un cuestionable resultado electoral
y con un apoyo político pobrismo (por no decir nulo) el "FpV", llega
al gobierno y comienza (tenuemente al principio y con mayor firmeza en los años
subsiguientes) a instalar un proyecto autoritario de poder basado
fundamentalmente en el modelo Castro-comunista que Hugo Chávez, hacia la misma
época, estaba consolidando en Venezuela.
Circunstancias ajenas y externas al país, le
dieron a este cierta "estabilidad" económica en aquel momento que se
fue desdibujando a partir de medidas económicas internas que oscilaban entre la
torpeza, la improvisación y el afán de lucro desmedido que -más temprano que
tarde- afectan en rigor a todo gobierno, sea del color y de la bandera de que
se trate.
Simultáneamente el "FpV" comenzó a
"instalar temas" en su agenda política que no estaban ni entre los
intereses, ni entre los reclamos del conjunto de la ciudadanía. Por ejemplo,
uno de esos temas fue el uso y abuso que hizo el "FpV" en torno a la
cuestión de los "derechos humanos", que terminó convirtiéndose en una
"caza de brujas" contra militares que habían combatido al terrorismo
marxista desatado en la década del 70. No estaba esta cuestión -como decimos-
ni entre las prioridades, ni siquiera entre las preocupaciones del conjunto de
la ciudadanía, que ya vivía aprendiendo a cerrar las heridas producidas por
aquel aciago periodo de la historia. A través de un prédica constante, el
"FpV" se esforzó por abrir esas heridas y volver a un pasado que
estaba comenzando a dejarse atrás para el común de los argentinos, empezando a
provocar una división entre la ciudadanía.
Principió a notarse desde ese mismo momento
la infiltración entre las filas del "FpV" de elementos que habían
integrado las bandas de terroristas y guerrilleros que desataron la violencia
de los años 70. Personajes reciclados (otrora peligrosos y de armas tomar) que
ocuparon puestos claves no sólo dentro del poder ejecutivo sino también en los
otros dos poderes (legislativo y judicial).
Dada la idiosincrasia del argentino promedio,
muchas veces propenso a creerse lo que se le repite con suficiente insistencia,
no pocos "compraron" el "relato" del "FpV", pero
-con todo- hay que reconocer que fueron solamente una minoría ruidosa.
El famoso relato del "FpV" tuvo
otras aristas, de las que sobresalen aquellas que, a través de los métodos
patrocinados por el marxista Antonio Gramsci, intentaron por todos los medios
captar la mente y la voluntad de las personas en su favor. Se produjo en tal
sentido todo un proceso (en el sentido más militar de la palabra) por lavar los
cerebros de niños, adolescentes, jóvenes y adultos a través de la captación y
cooptación de los medios masivos de difusión. Los últimos dos gobiernos del
"FpV" fueron particularmente insistentes en estos aspectos,
pretendiendo emular nuevamente lo que su admirado comandante Hugo Chávez y su
mentor -el comandante Fidel Castro- estaban haciendo, tanto en Venezuela como
en Cuba. El canal estatal se transformó en un idóneo instrumento de propaganda
para tales efectos. Y los tradicionales centros culturales argentinos fueron
copados, poco a poco, por elementos afines al gobierno, en tanto que este hacía
prédica de su vocación populista. La propaganda política reemplazó rápidamente
la difusión de los actos de gobierno, aunque se pretendió disfrazarlo bajo la
máscara de una falsa "transparencia" que -en rigor- ocultaba los que
fueron los hechos de corrupción más monstruosos que pueda recordar la historia
argentina.
Lo que al principio pareció
"torpeza" económica fue quedando al descubierto como lo que realmente
era: una fase de estatización gradual pero sostenida de todos los sectores de
la economía, a la par que uno a uno iban saliendo a la luz los casos más
escandalosos de enriquecimiento ilícito, tanto de quienes detentaron la
titularidad del poder ejecutivo durante los tres gobiernos del "FpV"
como la de quienes fueron los más estrechos y mas mediatos colaboradores de
este régimen de opresión.
Se armaron verdaderos grupos de choque,
conformados por "piqueteros", cuya misión fundamental consistió en
intimidar a la población pacífica, contando con la colaboración de otros grupos
afines, como el que se autodenominó "La Cámpora" en directa alusión a
otro ex-presidente argentino del mismo partido peronista con dicho apellido.
Gabriel
Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
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