En 1960, el presidente Betancourt, aún con
rémoras de comunismo, inicia la Reforma Agrarias para quitarles los latifundios
a “los ricos” y dárselos a los campesinos (como ahora). Los latifundios en los
países subdesarrollados, han sido la excusa para explicar el fracaso agrario,
mientras que es en naciones industrializadas las haciendas de gran tamaño
constituyen modelos de eficiencia productiva.
Lo cierto es que 165.000 conuqueros fueron
asentados en las haciendas de “los ricos”. Los latifundistas despojados de sus
tierras, se mudaron a las urbes y colocaron su dinero en inversiones más
cómodas y seguras. Mientras que los otrora peones y ahora dueños de parcelas,
después de la euforia inicial del reparto, se limitaron a producir más que para
su propio consumo y el de su familia.
Las causas de esta actitud improductiva
emergen de la frugal llaneza de nuestro campesino, quien porta el ancestral
legado del conuco y quien vive aferrado a una estructura agraria sumamente
atrasada. En parte son insensibles a incentivos materiales, recelosos de la
innovación y con la inercia del conformismo. Simplemente no les interesa
producir más. Son indios disfrazados de trabajadores. Y fue en este conuquero
en quien la Reforma Agraria (y ahora el chavismo) impuso la agobiante e
inalcanzable responsabilidad de producir la Revolución Verde.
20 años más tarde, 30 por ciento de los
campesinos habían abandonado sus parcelas para “ruralizar” las ciudades, y lo
peor del caso, 59 por ciento continuaban en su producción miserable de auto
consumo, viviendo igual o peor que antes de la reforme. A los 30 años los pocos
parceleros que quedaban eran inversionistas que habían comprado parcelas a los
conuqueros. Todo volvió a su propio nivel, como era en un principio. Después
vino Chávez con los cultivos hidropónicos, los gallineros verticales, el
crecimiento endógeno, los complejos azucareros, las cooperativas agrícolas, los
fundos zamoranos los saraos, saraitos y Pudreval y la ruina del campo.
Y ahora, Maduro quiere no sólo transformar
las aulas de clases en conucos sino que propone reducir a la mitad el horario
del empleado público y suspender las clases para sacar a la gente a cultivar
las tierras. Que oiga quien tiene oídos…
Ernesto
Garcia Macgregor
garciamacgregor@gmail.com
@garciamacgregor
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