Durante los días que corren se registra, por
un lado, una apreciación generalizada respecto de la dramática situación del
país, la cual se considera insostenible y que debe generar un cambio de modelo
de gobierno, y por otro lado, varios planteamientos con relación al
desenvolvimiento inmediato de Venezuela. Aquí se da por verdadera la crítica
condición terminal indicada, dada “la negativa ideológica del gobierno a
cambiar su modelo”, la insuficiencia definitiva de recursos económicos para
gobernar que este ha generado y mantendrá así, y la evidente pérdida de
respaldo popular, todo ello acompañado por el intento gubernamental fallido de
apabullar con propaganda.
En consecuencia, se cree que lo que queda por
hacer es apreciar los planteamientos acerca del desenvolvimiento del país. Uno,
el idealmente deseable, planteado por sectores opositores y compartido
lógicamente por el gobierno, e incluso respaldado por importantes sectores
internacionales de opinión y de decisión, propone la salida electoral, incluyendo
la parlamentaria de 2015 y la presidencial de 2019.
Desde aquí, dada la dramática condición
terminal aceptada, incluyendo lo relativo al imprescindible pero improbable
cambio de gobierno, se le considera irreal dado que parece imposible que el
país se mantenga tambaleante hasta fines de 2015, y mucho menos hasta 2019.
Todavía se debe tomar en cuenta la
confiabilidad que merece el sistema electoral venezolano, del cual, por lo
menos, se puede admitir que es capaz de cambiar interesadamente un resultado
electoral. Para redondear, se puede agregar la confiabilidad que se puede tener
en cuanto a la disposición del gobierno a acatar un resultado desfavorable,
incluyendo sus expectativas respecto del sistema de justicia, y el respaldo
internacional que puede tener en el ámbito de la CELAC y otros.
Se reconoce que un improbable mejoramiento en
materia de recursos económicos puede agregarle tiempo de gestión al gobierno
hasta las contiendas electorales, pero eso no es esperable. Un segundo
planteamiento propone el adelanto electoral, el cual pudiera resolver el
problema de la insostenibilidad del gobierno, pero también se ve como irreal
porque exige una improbable aprobación gubernamental, y porque también
confronta lo ya señalado respecto de la confiabilidad en el sistema electoral y
en la disposición del gobierno a acatar resultado.
Un tercer planteamiento solicita la renuncia
de Maduro, del cual se pueden desprender tres
escenarios, siendo uno de ellos el de la renuncia voluntaria, el cual se
aprecia improbable. Otro escenario es el de la renuncia impuesta por la presión
de la sociedad venezolana en protesta definitiva por la destrucción de
Venezuela, seguida por la realización del proceso electoral correspondiente.
Desde aquí, este escenario se ve probable; sin embargo, es necesario evaluar
qué tanta fuerza tienen todos los sectores de toda la oposición, cuyas
condiciones de vida se pueden calificar de
infrahumanas, y que comparten el sentimiento de protesta contundente y definitiva
del pueblo, para plantear con éxito una exigencia a los sectores no radicales
del PSUV y a los militares hasta hoy comprometidos con el gobierno, en el
sentido de posibilitar un acuerdo nacional. Al respecto, se aprecia que en este
momento nuestra sociedad no tiene la fuerza necesaria.
Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
@djatemv
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