lunes, 23 de febrero de 2015

DOUGLAS JÁTEM VILLA, DIÁLOGO ENTRE LOS DEMÓCRATAS VENEZOLANOS

Cada cabeza es un mundo. No hay verdades absolutas. Estas son algunas expresiones verdaderas dentro del contexto en el cual se planteen, a pesar de que una de ellas pareciera no aceptarlas. Aplicando la primera, se puede aceptar que el diálogo entre oficialismo y oposición  es necesario en Venezuela.

Tan necesario es, que en Venezuela no se convive, y el conflicto es tan grande y peligroso, que ya se reconoce y se reclama a nivel internacional, aunque con mucho retraso. En realidad, nadie sensato puede negar la necesidad del diálogo como método de solución de conflictos. Se destacan casos históricos, como el de Bolívar y Morillo, el de la alianza de la Segunda Guerra Mundial, el de Kennedy y Kruschev.

Se debe apreciar que en estos casos los dialogantes lo hicieron bajo la presión evidente de las circunstancias, pero no hasta el punto de haber sido obligados a punta de pistola. En todos estos casos, y en cualquier otro en el cual el diálogo puede resultar fructífero, se cumplió que las partes dialogantes eran representantes legítimos de los intereses en juego, y tuvieron al menos un objetivo en común.
Las cabezas que promueven el diálogo tienen razón. Sin embargo, también se han registrado casos en los cuales el diálogo ha resultado un estruendoso fracaso, como lo relacionado con Hitler, y lo que puede señalarse con relación al Estado Islámico.

Es evidente que no puede esperarse un resultado positivo cuando no hay al menos un objetivo común, cuando una de las partes supuestamente dialogante tiene el objetivo de destruir o dominar a la otra parte, como fue el caso de Hitler, y obviamente el del Estado Islámico, el cual ni siquiera se puede llegar a ver como dialogante algún día. Las cabezas que promueven el diálogo no tienen razón. Aquí parece encajar eso de no hay verdad absoluta.

¿Cuál verdad se tiene aquí? Aquí se tiene la convicción, por no decir filosóficamente la seguridad, de que el diálogo en referencia en Venezuela no es posible. La posición evidente, e indeclinable se agrega, del oficialismo en el sentido de conservar el poder indefinidamente con propósitos calificables de ideológicos, y de aprovechamiento corrupto de los recursos del pueblo venezolano, y por otro lado, de destruir la Venezuela anterior a 1999, la cual todavía sobrevive, aunque a duras penas, anula la posibilidad de que exista un objetivo que puedan compartir las dos partes, y por ende del diálogo.

Quizás valga la pena clarificar la realidad de la no viabilidad del diálogo a la opinión internacional. Más aún, también se aprecia otro obstáculo, el cual es la legitimidad de la representación de las partes, porque la MUD no luce reuniendo las condiciones para ser representante único de los intereses de los venezolanos, democracia, libertad y justicia.

En la MUD están preferentemente dedicados a repartirse los candidatos por consenso, por no decir totalmente, y eso significa que los partidos siguen pensando que pueden irrespetar impunemente a la sociedad.

Sigue siendo necesario el diálogo interno, el que supuestamente realizaron Machado, las damas primero, Ledezma, López y Capriles, y ampliarlo hasta la representatividad de toda la sociedad civil venezolana y así consolidar la fuerza para confrontar con, Constitución y Democracia, al oficialismo, no para dialogar con éste.

Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
@djatemv

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