Hace
muchas lunas que los chinos buscaban una fórmula para sortear la censura
digital a la que han estado sometidos por sus
gobiernos. Hasta que apareció Freegate ( Puerta Abierta ), un programa
informático que al ser descargado en un computador es capaz de evadir los
controles impuestos por la administración central empeñada en bloquear el acceso a contenidos para ellos indeseables, e incluso,
espiar a los usuarios para detectar actividades que estimen inaceptables… y
penalizarlos en consecuencia.
El
caso es que esta herramienta les está brindando a los ciudadanos chinos la
posibilidad de acceder a información que, de otra forma, nunca estaría
disponible para ellos porque el Estado ha transformado en función pública legal
la de determinar aquello que pueden ver y usar y también lo que debe ser considerado ofensivo o
peligroso.
Las
consecuencias de abrirles las puertas del mundo a nacionales que han vivido
dentro de un ambiente de control total son aun inimaginables y van desde levantar el velo de la ignorancia - la forma
más eficiente de someter a una
población- hasta dotar a los individuos
de capacidad de análisis sobre hechos que les afectan y despertar su rebeldía.
El
aislamiento de la sociedad que es otro
de los objetivos perseguidos por la muralla china de la cibercensura, es decir,
negarle a los administrados su derecho a comunicarse privada y libremente con
terceros, es otra de las barreras que
ahora es posible saltarse con la herramienta digital Freegate.
Todo
comenzó cuando un grupo de temerarios empresarios tecnológicos sino-americanos
navegantes de las redes se trazaron la meta de encontrar la grieta a través de
la cual las políticas de antiprivacidad emanadas desde Beijing podían ser
circunvenidas, de manera de devolverle el derecho al anonimato al hombre de a
pie.
Lo
han conseguido. Tecnológicamente el diseño del instrumento planteaba un reto
relativamente sencillo: ofrecer a cada internauta chino un protocolo que le
abra la posibilidad de viajar por el
ciberespacio sin usar su propia identificación privada oficial sino un “alias”.
Esta nueva identidad no deja rastro de su ruta de navegación, lo que equivale a
decir desplazarse por la red en total libertad y sin ser espiado.
Pero
tal libertad no es compartida en los círculos de poder en la medida en que ella
permita o estimule la generación de focos organizados de rebeldía. La
navegación sin murallas dota al individuo
no solo del acceso a la información global y verdadera sino que lo faculta para interactuar con el
mundo interior y exterior sin que desde los bunkers informáticos del Partido
Comunista lo puedan impedir. Cada chino diestro en los temas de internet – y
hay mas de 650 millones de internautas- tiene o puede tener una identidad
propia en redes como Facebook, twitter o Instagram o en portales como Google o Youtube..
Ello,
en los tiempos que corren, resulta un desafío a la propia supervivencia del
gobierno. Por ello blindar a la censura digital contra elementos disruptivos
como Freegate, ha dejado de ser una necesidad para convertirse en una urgencia.
La
batalla por la preeminencia en las redes apenas ababa de comenzar. El final es
difícil de anticipar, si es que hay uno. El mismo no se vislumbra porque es
tanto el empeño del gobierno en tener una lupa sobre sus administrados como el
de Freegate en defender el derecho individual a la privacidad y al anonimato.
Beatriz
De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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