martes, 10 de febrero de 2015

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ¿ESPIRITISMO POLÍTICO?, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL, ¿POR LA POLÍTICA?, ¿VALORES AL REVÉS?

Pareciera que estos discursos o declaraciones políticas fueran un ensalme cargado de rezos, conjuros, oraciones y hasta “pases magnéticos” que  ni siquiera se prestan para clamar por la salud espiritual y física del país.
¿ESPIRITISMO POLÍTICO?
Las realidades políticas venezolanas, dan cuenta de distorsiones sociales y culturales que no solamente han estropeado valores y principios de los cuales se vale el ejercicio de la política para lograr sus propósitos de encuentro. También, han enrarecido el discurso político toda vez que ha dejado de ser una práctica importante en el proceso de creación de consenso para la argumentación de ideales y definición de objetivos.
Ahora, en el fragor de la presumida “revolución bolivariana”, el discurso político se convirtió en razón para ideologizar mediante artificios engañosos al iluso o persona de débil o apática cultura política. Así, busca asirse a recursos propios de la demagogia y del sectarismo para convencer acerca de lo que el discurso propone. Sin embargo, la situación de confusión que actualmente domina el ámbito político nacional, ha causado tal grado de conflicto que la táctica que mejor le ha resultado al régimen, pese a padecer de la ilegitimidad de origen y de desempeño que viene arrastrando, ha sido la de animar pretendidas expectativas de bienestar social y crecimiento económico azuzando la figura del extinto presidente Chávez. Pero a manera de conjuro.
Cada discurso presidencial, cada veredicto gubernamental, cada declaración avalada por el partido de gobierno, pronunciamiento militar, o dictamen judicial, suena a ceremonia espiritista en la que es imprescindible intentar algún tipo de despojo que convoque las debidas fuerzas del “más allá” para así garantizar la apertura de caminos hacia parajes exentos de “malas influencias” derivadas del “(…) Imperialismo o alardeadas como cualidades de la burguesía apátrida”.
El discurso político al cual incita el equivocado socialismo, pareciera un “descruce” dirigido a revivir al finado presidente mediante  invocaciones propias de una ceremonia que compromete al espiritismo. Con aquello de que “Chávez vive”, se busca resucitarlo a lo cual se agrega la frase de Comandante Supremo y Presidente Eterno a manera de exaltarlo cual imagen viva y capaz de motivar las fuerzas necesarias para encumbrar su recuerdo a manera de hacerlo ver y sentir como un ser de inteligencia suprema, causa primaria de todas las cosas, eterno, inmutable, único, todopoderoso, soberanamente justo y amoroso. Asimismo, bueno e infinito en toda perfección.
Su exagerada alusión en cada discurso político, plantea una escalada espiritista dado el número de veces que es referido. Y no exactamente en su fuero humano y mortal. Sino cual figura en quien se supone conocimientos y poderes superiores a los del hombre. Porque hasta con capilla cuenta ahora. Y además, con su respectivo culto. Por ratos, pareciera que estos discursos o declaraciones políticas fueran un ensalme cargado de rezos, conjuros, oraciones y hasta “pases magnéticos” que  ni siquiera se prestan para clamar por la salud espiritual y física del país. Por lo contrario, luce cual ritual pecaminoso dado lo ofensivo y humillante al despreciar o desacreditar a quienes se muestran opositores al régimen, encima de criminalizarse su opinión.
Luego de alabar la figura del extinto presidente de manera excesiva y hasta con cierto viso de dramatización, casi haciéndolo ver cual “espíritu de alta luz”, el discurso político en estos tiempos de alevoso fanatismo se enfrasca en vociferar una retahíla de ambigüedades, contradicciones, imprecisiones y promesas siempre a ser incumplidas. Y desde luego, insultos, insolencia y chabacanerías que sólo dejan ver la ineptitud y desconocimiento de gobernar en democracia. Así de ridículo suele ser el estilo del actual discurso político, que por ratos simula el simbolismo de “bajar un espíritu” o acto para invocar o hacer que un espíritu entre el cuerpo del médium. Pues el orador busca emular la voz, gestos, hábitos y forma de sermonear del fallecido presidente. Así que a decir de estos tiempos de revolución, la política se convirtió en razón para presumir contrariar, incluso, las leyes de la Física. O acaso es que ahora debe hablarse de ¿espiritismo político?
VENTANA DE PAPEL
¿POR LA POLÍTICA?
Aristóteles explicaba que “el hombre es un animal político” pues como ser social, necesita de los otros para sentirse cual persona capaz de brindar el mismo apoyo que recibe para entonces saberse útil e importante. Esta vivencia le incita motivaciones para seguir creciendo como ser humano. Hasta ahí, el hombre se permite intercambiar razones que lo integran a la sociedad que lo circunscribe. O sea, sus intereses y necesidades se ven consustanciadas con las realidades que a diario vive. Por eso se dice que el hombre es un ser político.
Sin embargo, de ahí en adelante ello se complica toda vez que el hombre deja contaminarse por nimiedades que resultan convirtiéndose en frivolidades y que luego adquieren forma de codicia o mezquindad lo que hace que la voracidad por detentar el poder, desde donde puede actuar sin mayor moderación, lo consuma material y moralmente. Es, precisamente, el problema que ocurre alrededor de situaciones imbuidas por la política de ocasión, o por la política que domina alguna circunstancia fáctica. Por eso se dice que gobernar con sentido de ecuanimidad, resulta ser una tarea de mucha dificultad para quienes desconocen la complejidad que representa conciliar capacidad de gobernar, proyecto de gobierno y gobernabilidad. Todo ello, en el marco de valores morales y de sentimientos ciudadanos que reconozcan al otro en toda su dimensión humana. De hecho, las realidades son inexorables cuando muestran que ese hombre político contaminado busca apropiarse de todo cuanto pueda valiéndose del poder que detenta.
En medio de tal situación, éste se desborda en extremos o exageraciones intentando copar todo espacio posible por el afán de retener el poder. Es cuando se dedica a hacer proselitismo. Y de la peor manera: angustiado, asustado y apresurado. Para estas personas, la estabilidad en el poder se garantiza haciendo el mayor gasto posible en ganar seguidores a su causa. Indistintamente que sean advenedizos, enajenados o sectarios. Lo que importa es que la labor proselitista les garantice su permanencia en el poder sin que ello pueda representar no hacer nada en materia de gobierno propiamente.
Es el problema que padece Venezuela desde el día siguiente al que ocupó el arribo del actual equipo político-ideológico hace dieciséis años. He ahí una de las razones más categóricas que explican el atraso que arrastra el país sin que el ingente ingreso de la renta petrolera pudiera haber servido para apuntalar el desarrollo económico al cual todo discurso político en tiempo de campaña electoral prometía. Y que además, como promesa modeló el contenido fundamental de los planes de la nación. Mientras que la teoría política explica cómo la función política se devana por alcanzar realidades que comprometen el sentido de la política, la praxis venezolana apunta hacia consideraciones que la desmienten. ¿O acaso que las decisiones que se toman con base en exigencias coyunturales obedecen a meras indicaciones que pauta el ejercicio sórdido de la política en manos de políticos sin virtudes, indecentes e indolentes? ¿O es que las realidades están absolutamente determinadas por la política? Es decir que en el fragor de situaciones así, todo se calcula y se hace ¿por la política?
¿VALORES AL REVÉS?
Contrario a lo que inspiró la sangrienta e injustificada revuelta del 4 de Febrero de 1992, combatir la corrupción, la inseguridad, rescatar la independencia de los poderes públicos, recuperar la libertad de expresión y afianzar la soberanía nacional, no pudo ser el lema que avaló la conmemoración del 4-F acontecido veintitrés años después. Sería un absurdo de marca mayor.
Sin embargo, a decir por las realidades que tienen atrapada a Venezuela, esos fueron exactamente los motivos que llevaron al régimen a recapitular el caos que representó el 4 de Febrero de 1992. Así que entre vitoreo, bambalinas y militares disfrazados de constitucionalistas demócratas, el régimen ordenó un desfile cívico-militar que ocupó el ámbito de la Academia Militar, en Los Próceres-Caracas, para mostrar al mundo una imagen de un país alineado a una estructura militarista totalmente alejada de las condiciones que plantea el desarrollo de un Nuevo Orden Social, Político  y Económico El análisis más pírrico o elemental que pueda elaborarse sobre estos 16 años de chavismo, demuestra que el gobierno fracasó al intentar corregir los problemas que motivaron la revuelta militar de hace 23 años.  Contrario a ello, los problemas se agravaron. El país se redujo a su peor expresión.
Parece increíble que la insensibilidad  pueda llegar a tales extremos y todavía no les parezca suficiente. Aunque tampoco se entiende cómo la ignorancia haya dado cobijo a semejante desastre. Entonces, ¿fue eso lo que recién se conmemoró? Como bien dijera Andrés Oppenheimer, “la historia reciente de Venezuela debería ser de enseñanza obligatoria en todas las universidades del mundo, como ejemplo de un milagro económico al revés: a pesar de haberse beneficiado del boom petrolero más grande de su historia, el país hoy en día ostenta los más altos niveles de pobreza” Será que ahora se vive en un mundo de ¿valores al revés?
No luce confiable aquel gobierno que solicita del espiritualismo la convicción necesaria para resistir los embates que trae la incertidumbre y las improvisaciones mal asumidas.
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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