jueves, 5 de febrero de 2015

ALBERTO JIMÉNEZ URE, LAS RAZONES DE ESTADO

«La Humanidad debe mantener sempiterna la idea según la cual Dios es la Conciencia Universal del Bien»
De categorías filosóficas como «Las Razones de Estado» ofusca el hecho que gracias a ellas cualquier atrocidad puede tener pertinencia y ser refrendada. Las motivaciones individuales o totémicas jamás serán «De Estado Constitucional» porque sí de sujetos nada confiables: cuyas disertaciones siempre suscitarán rechazo, reticencia y escozor cuando se someten a lo que llamo Praxis Ciudadana del Discernimiento. Partes interesadas sostienen a su favor que los suyos son maquillajes y enmascaramientos por «Las Razones de Estado», pero la mayoría de quienes serán sus víctimas primero experimentará estupor para luego mirar hacia ese lugar de la Conciencia Universal del Bien que endereza lo oculto torcido en las mujeres y hombres (todos mayores de edad, hábiles y domiciliados en este planeta)
Por «Razones de Estado», un Gobierno Prostitucional puede decretar: la «Cesación de la Justicia», «La Orfandad Perentoria», «La Hambruna Digna», «Las Penurias Maravillosas de Patrulleros y Combatientes», «La Desasistencia Médica Patriótica», «El Abuso de Joder-Ejecutivo-Legislativo-Judicial», la «Ley te Quedas Quieto e Inclinas tu
Cerviz», «Las Matanzas por Obediencia Debida» y hasta oficiar «El Tedeum a una República» previa intervención magistral del sepulturero. La Palabra nunca dejará de ser todo cuanto podamos imaginar o sospechar: un instrumento de peligroso uso entre escritores, historiadores, filósofos, sociólogos, psiquiatras, poetas, abogados, compositores, legisladores, oradores, timadores, seductores, mendigos, religiosos, mentirosos, fiscales, ebrios, dopados, mercaderes, parricidas, filicidas, meretrices, consumidores, manifestantes, jueces […]
«Las Razones del Estado Islámico», por ejemplo, comportan venganzas materializadas en secuestros extorsivos y decapitaciones. A causa de la Palabra e Imagen que la concibió alguien dirá, en el Oriente del Mundo, que por la pródiga en cizañas boca y escritura de quienes habitan el Hemisferio Occidental su deidad está ofendida y tendrá que reparar esa afrenta con actos terroristas.
La Iglesia Católica es bicéfala porque tiene dos «Razones de Estado» para ex comulgar o condenar, ese de «Vaticano» y el otro «De Dios»: una santidad que los sacerdotes no han podido ni querido mantener despierta para que salve a la Humanidad de los bárbaros con magras investiduras, sin sesos pero mal habidas fortunas y ejércitos. Su «falotración» es maníaca compulsiva de dos tercios. Ha evolucionado y aventaja porque ya no tiene caballeros templarios para la defensa de sus jurisdicciones sino soldados suizos que visten carnavalescos, semejante a payasos.
En Asia del Este también «Las Razones del Estado» son refrendadas, pero sin cruces o símbolos kaláshnikovianos. Un tenido por Imperio Gigante Amarillo rige, inflexible, mediante la Censura y Pena Capital por disparo o humanitaria inyección letal (de norteamericana procedencia) Por «Las Razones del Estado» los budistas no pueden exigir a China que les restituyan la Soberanía del Tíbet. También por tales, millones de hackers intervienen en las redes sociales para «borrar de la nube» mensajes o ideas contrarias al Fascismo de Hoz y Martillo.
Visto que universalmente «Las Razones de Estado» son de representantes en la Tierra de distintas y audaces invenciones  providenciales, estamos compelidos a ser sagaces: debemos permanecer alertas porque ciertos fantasmas también caminan con espadas por la América Latina, ansiosos por asustarnos y colocarnos sus botas militares en las nucas.   
Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor   

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