sábado, 24 de enero de 2015

OSWALDO ÁLVAREZ PAZ, TRAGICOMEDIA EN DESARROLLO

No es fácil escribir serenamente en estos días. El año se inicia cargado de incertidumbre y con temores fundados sobre el deterioro del país. A todo lo que está a la vista se suman, para algunos de nosotros, dos pérdidas humanas irreparables. En Maracaibo murió la Ana Josefina Tobón, mejor conocida como la Hermana Francisca, fundadora, consejera y alma de la Casa de la Misericordia. Fue inaugurada en 1991 con el apoyo sostenido de la Gobernación del Zulia bajo mi mandato, pero dirigida sabiamente por esta mujer excepcional que reúne todos los méritos para recibir las mayores distinciones posibles por parte de la Jerarquía eclesiástica,
En Caracas fallece el doctor Alberto Quirós Corradi, de quien se ha escrito mucho con motivo de su desaparición física. Amigo entrañable de años. Consejero y asesor, compañero de múltiples jornadas dentro y fuera del país, venezolano ejemplar y, especialmente, ejemplo y guía de varias generaciones vinculadas a la industria petrolera nacional e internacionalmente. Un golpe material y espiritual fuerte. El patrimonio humano de la patria disminuye sensiblemente con su pérdida, pero la vida sigue y hemos aprendido a seguir con ella. Para Yolanda, sus hijos y toda su familia, el mensaje de solidaridad fraterna de alguien que conoció de su extraordinaria calidad humana y profesional.
Lo demás está a la vista del mundo entero en general y de los habitantes de esta tierra en particular. El excelente documento de la Conferencia Episcopal Venezolana tiene que convertirse en la hoja de ruta que guíe a la nación hacia el cambio necesario. Allí están las líneas maestras que señalan el camino. Serio, profundo, respetuoso, principista, comprometido con los valores fundamentales de la vida en libertad y de la democracia es compartido desde múltiples trincheras ideológicas y políticas. Se trata de un mensaje apropiado para concretar la unidad superior que se necesita. No es hora para las ambiciones personales o de grupo, cuando el país se desmorona material, institucional y éticamente.
Venezuela necesita un cambio profundo. De presidente, de gobierno y de régimen como requisito para la reconstrucción republicana sobre nuevas y mejores bases para el perfeccionamiento y relanzamiento de la vida nacional. Este desastre no puede ni debe continuar. Quienes detentan las distintas ramas del poder público, sin excepciones, son incompetentes, probadamente fracasados e indignos para ocupar las posiciones que detentan.
El reciente viaje del señor Maduro es la última prueba de cuanto digo. Fracaso total. Humillación merecida, pero también última señal de la comunidad internacional tenida como amiga del régimen. Exigir la renuncia del tipo, más que un derecho es una obligación. Si llegara a concretarse, Maduro finalmente haría un gesto de amor y de respeto hacia todos. Sería una enorme contribución para la transición en marcha, civilizada y pacíficamente.
Oswaldo Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz 
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