ORLANDO VIERA-BLANCO |
"El descontento
real de la gente lo produjo un sentimiento colectivo que no se mide con
barómetros: la obcecación de un pueblo
relegado por la indiferencia y el desprecio"
El economista Francisco
Rodríguez de Bank of America Corp, aseguró que Venezuela corre el riesgo de
tener una inflación de tres dígitos este año. "Bajo el sistema actual el
gobierno de Venezuela vende dólares de las exportaciones de petróleo a
descuento, por lo que debe imprimir moneda extra para cubrir las necesidades de
gasto doméstico" expresó. Pero nos
preguntamos: ¿Ante una estampida del paralelo y una economía subvencionada por
la imprenta de dinero inorgánico, será la inflación la variable dependiente de
ingobernabilidad? Creemos que no. Lo social es el tema. Veamos.
Ciertamente el
control de cambio (por más de un decenio) ha dado lugar a un mercado negro que
ubica hoy a la divisa estadounidense a 172 Bs/$ en comparación con los tipos de
cambio oficiales que van de 6,3 a alrededor de 50 Bs/$. Sin embargo pensamos
que es precisamente la percepción de liquidez y circulante la que ha generado
un espejismo perverso de "disponibilidad e inclusividad" que a pesar de la pérdida del poder
adquisitivo, no termina de ser un factor concluyente de desbordamiento. Tampoco
lo es la criminalidad. Tanto la escasez y la inflación como la violencia
criminal, son variables de impacto relativo que han sido asimiladas y digeridas
por los sectores pobres, como penurias "que siempre han existido".
Dos generaciones enteras ('70 y '90) han vivido en crisis extremas, en un país
que llegó a registrar un ritmo ascendente de pobreza del 40% al 75%, y una
criminalidad de 2.000 muertes violentas a finales de los '70 (11,7 por
C/100.000Hab), a 10.000 homicidios (38 por C/100.000Hab-2005) y 18.000/año al
cierre de 2014 (74 por C/100.000Hab). En materia de inflación CAP-II registró
en su primer año una inflación de 120%, corregida a dos dígitos a su salida en
1993. En 1994 (Caldera) sufrimos la crisis financiera que dio cuenta de los 36
bancos del sistema. Desde 1982 la devaluación del bolívar no ha cesado. Primero
casi en 100% de un día a otro, el 18-02-83 -viernes negro- de 4,30 a 7,50 Bs.,
continuando en 1989 a 37Bs/$ y a la llegada de Chávez (1998) a 550Bs/$. ¿Fueron
estas sucesivas e intensas devaluaciones la causa de la desmovilización social
en contra de AD-Copei? ¿Fue la criminalidad el factor de obstinación grupal?
¿Fueron los índices de pobreza o inflación
o la indignación? Es más: ¿Fue la corrupción causa de
"simpatía" del golpe de 1992? La decepción lapidaria de las masas no
está ahí. El descontento real lo produjo
un sentimiento colectivo que no se mide con barómetros: la obcecación de un pueblo relegado, por la indiferencia de
una clase política (AD y Copei); de una clase económica (los apóstoles de la
época), y de una clase media que poco comprendía de sus omisiones, anclada
entre depredadores y depredados.
El Caracazo (Feb./1989) no fue el resultado
de una coronación o un acto en particular. El aumento de la gasolina en el
incipiente gobierno de Pérez fue una chispa en un pajar. La indignación estaba
sembrada y acumulada por años. Las egolatrías, la displicencia y la
grandilocuencia, rebosaron lo tolerable. Entre nacionalizaciones golosas,
aunque acertadas, que desviaron el sentido austero en época de vacas gordas;
barraganatos; anti-política, despilfarro, corrupción, amiguismo interno y
externo; and last but no least, una soberbia matizada de candidez, sucumbió una
clase dirigente que se pensó intocable.
Las bases populares -esquiladas y olvidadas- habiendo sido cortejadas e
inhabilitadas con una cortísima visión de beneficencia, fueron reclutadas por
chiriperos, avivadas por conjuras y seducidas por mises y comandantes. Pero
ningún levantamiento fue superior a la reacción virulenta e indetenible de las
masas. Primero indeleble (por lo cual
califico de cándidos y soberbios a la dirigencia) y después manifiesta, a la
luz del Caracazo, el vuelco popular anti-bipartidismo, los celebro-debutantes
de "por ahoras"; la salida de Pérez y la entrada de Chávez. Lo económico no fue más que aderezo y
catalizador.
Pero el verdadero sazón lo puso ese profundo, irrevocable y extremo sentimiento humano llamado desprecio... Desprecio que hace sentirse humillado cada día. Desprecio que nos hace sentir desatendido, desechado y abandonado. Desprecio que despierta las más oscuras emociones del hombre. El desprecio del desquerido, del mal-amado. Desprecio que es pasión a la inversa o no-otra cosa que la más dolorosa violencia. En medio de ese proceso despreciativo, se oxidaron todas las puertas y las abrieron a golpes.... ¿Lo merecíamos?
Esa es cal de otra talega. Pero nadie dude
que ha sido -trágicamente- un desafecto
equivalente a muchos años de abulia, indolencia y desinterés.
1.000% de inflación luce exagerado. Cierto
que en el mundo de la inagotable torpeza y deficiencia de un modelo inviable,
cualquier estimación es plausible. Pero la pregunta es si el pueblo se siente
lo suficientemente agredido y rechazado para remover sus entrañas. En todo caso
el 2015, lo dirá. Por lo pronto démosle al pueblo, a lo menos, los buenos
días...
Orlando Viera-Blanco
vierablanco@gmail.com
@ovierablanco
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