martes, 27 de enero de 2015

NELSON MAICA C., DE UNA FALSA A UNA VERDAERA UNIDAD

Comenzamos riesgosamente con una afirmación: parece ser que estamos en tiempo de unidad; pero sin definir esa unidad. Parece ser que el tiempo de los partidos políticos, por ahora, no es este.

Es hora de entender que para los venezolanos, en general, “la unidad es necesaria” y después, los partidos y otras organizaciones de presión acumuladora y distribuidora.

Ningún partido político se va a declarar antidemocrático o anti unitario, sectario, excluyente, exclusivo. Es la práctica democrática, la amplitud y hacer dejación de intereses mezquinos y personalistas, lo que se ha convertido en una demanda tan apremiante  de la sociedad democrática venezolana en su conjunto que actuar en contrario, se pagaría bien caro, sobre todo si la gente lo percibe como una burla o irrespeto al valor emocional de la unidad, máxime si además trae como consecuencia, la perdida de las elecciones.

¿Estamos seguros de cuál es la forma, la manera, en que los electores quieren, hoy, participar, quieren unidad? No. Pero para estos efectos declarativos, sin embargo, partimos del supuesto de que, dada la actual situación especial del país y los sentimientos recogidos de viva voz a lo largo y ancho del país, interpretamos que un amplio sector de los electores (según encuestas rondan el 45%) no aceptan ni al gobierno y a la MUD, quieren participar mediante denominaciones de “movimientos”, más cercanos al día a día, y que los partidos pueden ayudar a conformar, a constituir.

El ciudadano actual, a nuestro entender y comprender, quiere ser protagonista, empático, con ilusiones personales compartidas, con el suficiente ánimo como para rescatar lo que éramos y perdimos, acercarse a un futuro de paz y de mutuo respeto, para hacer realidad sus sueños más preciados y ambiciosos; y no quiere estancarse y mucho menos desgastarse en la diatriba de cuán importante pueda ser una elite partidista y darle prioridad, ganancias a esos partidos, electorales, prioridades, grupales, antes que al resurgimiento de la democracia plural, participativa, incluyente y su ejercicio pleno.

Los partidos, en estos momentos, como tales, y como los están percibiendo parte de los electores, desde los más grandes hasta los más pequeños, no son la única vía para la movilidad electoral y para obtener ganancias netas electorales, caragos por elecciones.

Sostenemos que es y sigue siendo la política, la palabra, el discurso, el mensaje, la trasmisión de la emoción, la pasión y la identidad con la psiquis emotiva personal del electoral, lo que puede hacer posible ganar elecciones.
Es un lugar común, se afirma a cada momento, y lo repetimos: los partidos políticos tienen un papel fundamental que deben ganar cada día para desempeñarse en el caso de una transición democrática, bien adelantada o bien dentro de la ruta señalada en la Constitución y Leyes en nuestro país.

Ojo. Hemos constado el hecho de que algunos movimientos  sociales, de manera pública y notoria se manifiestan o bien contra los partidos y/o en contra de sus decisiones y/o actuaciones, en contra de publicitados dirigentes políticos o no, incluyendo algunos, muy pocos por cierto, medios de comunicación convertidos en especie de actores políticos o como los denominan ahora operadores políticos.

Ante tal hecho y, por ahora, manifestamos lo siguiente: creemos que no hay porque sentir recelo, y mucho menos “armarse” de una prédica anti-partido, por el hecho de que los partidos desarrollen plenamente acciones ligadas a su razón de ser y existir.

También creemos que los partidos políticos de un país tienen la obligación de promover los valores democráticos, el respeto de los derechos humanos, la práctica de la convivencia en la pluralidad, y muy celosamente, el derecho al disenso y la tolerancia.

Sin duda, esta función es la más importante de los partidos y refuerza la necesidad que tienen las democracias de conservarlos y perfeccionarlos.
Sin partidos que organicen y estructuren, en alguna medida la competencia por el poder en todos los niveles del gobierno, la democracia será imposible. Tampoco sin el apoyo, trabajo, movilización e incorporación entusiasta y convergente de los partidos con la ciudadanía, la sociedad venezolana y su pueblo, el triunfo electoral para cualquier oposición, será posible.

Tal como dijimos al comenzar, parece ser que las condiciones políticas y sociales de la actual Venezuela, imponen la unidad, la concertación, la integración de todos los factores que puedan motivarse para el cambio democrático,  y objetivamente no son los partidos los únicos, e inclusive, los que estén en mejores condiciones subjetivas y objetivas, para abrogarse en lo particular y de manera excluyente, tamaña tarea.

Pero la actual unidad MUD, tal como se ha concebido, organizado, integrado y comportado, está lejos de una praxis ética y honesta; está lejos de desprendimientos, de espíritu de contribución, de claridad para valorar y sustantivar el triunfo electoral del 2015, lo que niega la construcción de una identidad  prestigiosa y de empatía con el elector, que además se constituya, en un requisito previo y vinculante a la posibilidad del mantenimiento de la democracia y de su propia vigencia existencial.

Basados en lo dicho anteriormente y porque hoy, un amplio sector de la población y electores, los ciudadanos no militantes de partidos, juntos y actuando estrechamente con quienes si militan, y en empatía con todos los sectores, clases, profesiones, estratos y actores públicos relevantes en distintos niveles partidistas y de las organizaciones sociales no-partidistas, y seducidos por el valor y la emoción de otra vía, también unitaria, pero con otro signo, responsable y consecuente, donde se integra lo novel con la experiencia, los planes con ejecutorias probadas, son factores claves que pueden concretar el anhelado triunfo electoral en el 2015 y en ese sentido, próximamente lo anunciaremos a la nación.

El papel histórico de los partidos en los procesos electorales democráticos, son, además, una justificación para su existencia. Pero al tratarse de funciones tan elevadas y de tan particular exigencia, se corre el riesgo de no estar a la altura de las circunstancias.

No podemos olvidar en ningún momento la apremiante necesidad de ideas y propuestas de desarrollo social integral, productivas, para erradicar la imposición “de esclavo y de mendigo” en que este régimen castro comunistas pretende convertir a los ciudadanos venezolanos.

Tampoco podemos olvidar que la inteligencia emocional existe y juega un papel fundamental en la decisión de votar, porque la gente no es estúpida, tonta, torpe, para no darse cuenta de que la están “conquistando” o “mareando” con mentiras y promesas falsas.

Las organizaciones que venimos trabajando en la constitución de esa otra unidad, otra alternativa ciudadana, creemos estar a la altura de las circunstancias, en un máximo esfuerzo por la recuperación de la democracia en Venezuela.

Sin embargo hacemos votos porque, ojala, haya un intento serio por parte de los partidos de llegar a arreglos ciertos, de modificar las reglas del juego político para obrar, ello en primer lugar, conforme a esas nuevas reglas y realidades, y cuando se entienda que la transición, de la tiranía a la democracia, es, también, una revisión de la mayor parte de sus prácticas político-partidista.

Ojala no se actúe, como lamentablemente se aprecia, en la búsqueda de un beneficio político-partidista y, además, con corta visión.

La Unidad es la que hace la fuerza: las palabras claves son la exaltación en la asistencia, reglas claras, respeto y cimentación de confianza; pero no la Unidad que nos está presentando la organización electoral MUD.

Entendemos que puede ser un hito histórico el actual momento, por eso decidimos dar este paso que puede ser como aquel que dio un hombre un día en la luna y a donde ahora hasta se va de tour. Las ideas primero; los hechos después.

Nelson Maica
nelsonmaica@gmail.com
@jupiterxc

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