martes, 13 de enero de 2015

MIGUEL BAHACHILLE M., ¡POR DIOS!; ¿POR QUÉ NO ESCUCHAN?

MIGUEL BAHACHILLE M.,
Las reiteradas obcecaciones discursivas de Maduro casi siempre en cadena nacional, lejos de transmitir seguridad y esperanza, revelan la dificultad que tiene no sólo para confrontar los conflictos sino para entenderlos. Lejos de admitir el calado de la crisis y afrontarla, persiste en profundizarla. La apatía genera condiciones para dar cabida a grupos ajustados al aforismo de “sociedad caótica”. El caos es para el común, no en su aserto cósmico, un estado desordenado y amorfo de las cosas. Nadie sabe cuál es el fidedigno plan del gobierno, cómo está configurado y hacia dónde va.

Los frecuentes mentises en materia económica, educativa y social en general, son percibidos por la mayoría como algo revuelto, turbado y amorfo. Los ministros y colaboradores también están en la “misma onda”. Acuden a los medios no para informar sobre ejecuciones sino para persistir en acertijos. Cada quien, al azar, bosqueja “su propia comprensión” de las cosas mientras la gente se exaspera en las colas. El crimen desbocado, por su parte, también pone su grano de arena aterrorizando impunemente a la mayoría honesta. ¡Caos!.  

¿Cuál es el plan socialista para administrar la nación? Nadie sabe. El gobierno ha caído en la trampa de no enunciar designios sin previa consulta con “encuestadoras gentiles y maleables” que aseveran que la corrupción, escasez, delincuencia, entre otros, no afectan la popularidad del gobierno. Se crea así un nuevo código para administrar los dineros públicos sin una concepción ordenada del Estado. Es decir, intrínsecamente en el caos.

Mientras más se complica el contexto socioeconómico, más simples son las elucidaciones para justificar el caos. “No, no es la economía socialista la causante de la crisis sino la lucha de clases entre explotadores y explotados”. La revolución por supuesto identificada con el “explotado” ha “capacitado” a una caterva de interventores para que “hagan justicia” mientras comerciantes e industriales arruinados claudican para dedicarse a otras faenas. La fuerza contra la legalidad. “Remedios simples para males complejos”.

Por ejemplo, el presidente planteó crear conucos con vacas en las escuelas para que el niño aprenda a ordeñar. En ese orden cabe la idea de sustituir el gas en bombonas (que no hay) por leña como ya ocurre en Barquisimeto. Yerbas cubanas por acetaminofén y antihipertensivos. Carato de papelón como sustituto de leche. Alpargatas ante el alto costo de los calzados, etc. ¡Siglo XIX!

El caos atenta contra la disimilitud de la Democracia. Su concepción presupone una forma de Estado que no reconoce grupos opuestos ni posibilidad alguna para que defiendan sus ideas por vía institucional. El gobierno, en su insensatez, no se da cuenta cómo día a día surgen más minorías atropelladas y excluidas que buscan legitimarse por vía democrática. No basta con las casuales y agotadas Misiones para cumplir con el débito político y social del pueblo. 

¿Es que acaso nada significa que la popularidad de Maduro esté en 22% y el apoyo a su gestión llegue apenas al 16% (Datanalisis)? La mayoría silenciosa germina cuando se siente subyugada por la desconfianza. Sin embargo más preocupante es cuando el silenciado se hace vociferante sin guía cívica pues los efectos de la protesta pueden revelarse impredecibles. La persistente ineficacia gubernativa conduce al caos. ¡Por Dios!; ¿dónde viven los gerentes públicos? Es hora de dar oídos a la mayoría silenciosa antes que la ley sea insuficiente para para contener al exaltación vehemente de los más necesitados víctimas de escasez y carestía.

Miguel Bahachille M.
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29

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