lunes, 19 de enero de 2015

JUAN JOSÉ MONSANT ARISTIMUÑO, LOS LÍMITES A LA LIBERTAD.

JUAN J. MONSANT ARISTIMUÑO
“No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones. No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones. No habrá diálogo entre las religiones si no se investigan sus fundamentos”.

Con ese aforismo el teólogo católico Hans Kuns abre la primera página de su libro “El Islam, historia, presente y futuro” (editorial Trotta, 2006), que forma parte de su trilogía El judaísmo, El cristianismo y El islam. Yo comencé por El islam porque me interesaba una exposición no histórica, pero sin obviarla, y un análisis desprejuiciado de lo que  es y significa el islamismo, una de las tres religiones monoteístas existentes, descendientes del patriarca Habrán y, en ese mismo orden de antigüedad en cuanto su aparición se refiere.  He dejado de último el tomo sobre El cristianismo porque da cierto temor enfrascarme con su contenido, habida cuenta que de allí provengo en mi fe y, ciertamente, el catolicismo es bien complejo; en muchas oportunidades se aparta de su significado literal “seguidor de las enseñanzas de Jesús, el Cristo”, para sustituirlas por el ritualismo y los dogmas generados a través de la historia, el continente por el contenido. Por otra parte es posible que apuntale mi percepción, la limpie o me la desmonte; lo cual es válido, pero si la apuntala, me vería forzado a profundizar sobre ella.
Esta pequeña introducción viene al caso, porque soy admirador de este teólogo suizo, más no  incondicional; respeto su lealtad,  honestidad intelectual y académica, además de ser un teólogo confrontativo, no siempre bien recibido por el Vaticano. Del texto interpreto que Kuns intenta demostrar que el islamismo no es una religión asentada en la violencia, en la expansión por la imposición. Los estudios y pruebas que fundamentan su obra, son serias, cuando se refiere a los hechos históricos, las divisiones que se originaron a la muerte de Mahoma por el orden sucesoral, las diferentes tendencias, la llegada de los islamizados turcos otomanos y su pretensión de conquistar al mundo Occidental con la toma de Constantinopla en 1453.
 Kuns parte de la necesidad del diálogo interreligioso para alcanzar la paz entre las naciones, y para ello lo primero es mantener una posición desprejuiciada y conocer los fundamentos de cada religión. Conceptualmente tiene razón, mas no encuentro el origen pacifico del islam, que nació y se impuso por la espada, la conquista y el sometimiento. Infiero que lo primero que se plateó Mahoma, fue la unificación de esa dispersión y multiplicidad de tribus y clanes existentes en la península arábiga, cada uno con sus dioses, y dentro del clan, cada hombre con su dios particular, al propio tiempo que competían entre sí por territorios, comercio y ascendencia. Ese fue su gran mérito, unificar esa dispersión, darle un mando único, limpiar la multiplicidad de dioses para compactarlos en uno solo. Y lo hizo, lo logró, y fue el líder militar, político y religioso de ese conjunto de etnias, llamado genéricamente árabes, unidos desde ese entonces alrededor de un conjunto de reglas, suras, agrupadas en El Libro, el Corán, que según afirmaba, les habían sido comunicadas directamente por el propio arcángel Gabriel.
En esa estrategia por  terminar con el politeísmo y unificar  tribus y clanes para darles una identidad, libró su primera batalla importante al tomar  la Meca de donde había salido prácticamente expulsado antes de huir a Medina. Existió, sí, una relación originaria entre islamismo y violencia, que no ha sido superada  por el tiempo y la realidad, por no haber tenido su propio Renacimiento, ni una Reforma ni Contrarreforma. Quedaron estancados, sin evolución ni aggiornamiento.  
En esa unidad en torno a la literalidad de El Libro escrito en varias  épocas  y diferentes protagonistas, la continuidad quedó en manos de una diversidad de familias sin formación teológica, prisioneros de sus propias limitaciones, intereses, prejuicios e ignorancia, que no quiso o no pudo separar la religión del estado; por el contrario, consolidó el estado confesional.
Fueron fundamentalistas religiosos quienes convirtieron en terroristas a los musulmanes que irrumpieron en el semanario Charli Hebdo y asesinaron a 12 periodistas de la  “izquierda divina” parisina; lo que creó confusión en la militancia anticapitalista internacional, simpatizantes todos, de cuanto movimiento contrario a la democracia representativa deambule por el mundo, al considerar impensable que un compañero de ruta atentare contra ellos.
Lo otro, es que debemos asumir que la democracia se sustenta en una fe, la fe en las bondades de la libertad. Y los límites de esa libertad los expresó en toda su intensidad don Benito Juárez cuando entró triunfante en Ciudad de México: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Juan Jose Monsant Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant

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