JOSÉ VICENTE CARRASQUERO |
Este gobierno está aplazado en
todas las materias. En la que hace más esfuerzo es en la de comunicación
política. Sin embargo, los resultados son verdaderamente deplorables. En este
asunto son un verdadero desastre. El manejo en esta especialidad les ha
costado, como ya demuestran las encuestas, una pérdida importante de confianza
en su base de apoyo.
Muchos estudiosos comparten, no
me cuenten entre ellos, la tesis según la cual Chávez conquistó a muchos
venezolanos aceptando tener responsabilidad en los acontecimientos del
frustrado intento de golpe del 4F1992. Sin embargo, esa no fue la tónica de su
gobierno y no ha sido la de su sucesor actualmente inquilino de Miraflores, que
no de La Casona.
El actual ocupante del palacio de
Misia Jacinta usa como recurso habitual la guerra. Es así como este gobierno
enfrenta más conflagraciones bélicas simultáneas que la potencia más importante
del planeta Estados Unidos. La guerra se ha convertido en un artilugio mediante
el cual, el gobierno pretende escurrir su responsabilidad en todo lo que tiene
que ver con los problemas que deterioran cada vez más la calidad de vida de los
venezolanos.
Uno de los principales
inconvenientes para el gobierno lo constituye la diversidad y calidad de
voceros que tiene el gobierno. Es evidente que no hay una línea de discurso.
Cualquier ministro puede declarar lo que le dé la gana. Sus recursos
discursivos solo le caen bien a sus más cercanos colaboradores. Para el resto
de la población terminan siendo ridiculeces. Uno quiso salir de cómico diciendo
que hacía colas para ir a ver juegos de béisbol. Otro pensó que era chévere
decir que las colas estaban llenas de hijitos de papá y mamá, como si hay
venezolanos que nacen de árboles. Otros más irrespetuosos dicen que la gente
hace cola porque quiere, o peor aún, que hay comida para todos y por eso es que
hay colas. Desde mi perspectiva profesional, semejante cantidad de disparates
indica que no hay coordinación de gobierno o, peor aún, hay una conspiración
para terminar de pulverizar la base de apoyo del gobierno.
La calidad de la vocería es
determinante. En este caso, los voceros del gobierno están, en su totalidad,
aplazados. Todos quieren parecerse a Chávez. Todos quieren salir con uno de
esos desplantes con lo que el fallecido presidente evadía los atascos en
momentos cruciales. Lo primero que tienen que asumir es que ninguno de ellos
calza los puntos discursivos de Hugo y mucho menos poseen su capacidad para
mentir y que le creyeran los cuentos. Les recomiendo unos cursos rápidos de
oratoria, enterarse de qué se trata la función para los que fueron nombrados y,
finalmente, armarse de un conjunto de argumentos más o menos creíbles que le
den a la gente la sensación de que saben de lo que están hablando.
El discurso de todos estos
funcionarios, incluyendo a Maduro y Cabello, termina siendo irrespetuoso. En
estos tiempos, todo burócrata del nivel que sea, tiene que tener claro que es
un servidor público que le debe respeto a su jefe de mayor nivel que es el
pueblo. No se puede hacer pasar a la gente por pendeja. Si hay cola es porque
hay escasez.
Todo esto para terminar hablando
de las guerras perdidas. Ha quedado claro que el esfuerzo para combatir el
contrabando y el bachaqueo no ha resuelto el problema de la escasez. En otras
palabras, si la escasez era provocada por la extracción ilegal de productos,
hay dos posibilidades en este momento: o la escasez existe independientemente
del contrabando, o el gobierno perdió la guerra contra los contrabandistas.
Una guerra que el gobierno tiene
perdida es la que tiene que dar contra el hampa desbordada. El año 2014 cerró
con más de 25 mil asesinatos superando la cifra record de 24 mil establecida en
2013. Los hampones la han emprendido directamente contra las policías. Para
nadie es un secreto que el poder de fuego de los malandros es muy superior al
de las fuerzas del orden. El pueblo se encuentra a merced de fuerzas
irregulares que, gracias a Dios, no se coordinan entre ellas, el problema sería
mucho peor. Maduro perdió la guerra contra el crimen.
La guerra económica pasará a los
anales de la comunicación política como una de las pifias más importantes del
discurso. Esa ofensiva de fantasmas internos y externos es para comenzar,
inexplicable. Nadie con cuatro dedos de frente puede entender que un estado
híper rico como el venezolano pueda perder la guerra económica contra unos
enanos económicos como el empresariado venezolano víctima continuada de las
políticas perversas del chavismo.
Una sugerencia señor Maduro: si
quiere recuperar credibilidad entre los venezolanos, erradique el vocablo
guerra de su ya muy pobre y limitado discurso. Haga ejercicios de oratoria para
incorporar mecanismos de arrepentimiento y compromiso de cambio de rumbo en sus
políticas. Demuestre que es capaz de asumir su responsabilidad en este desastre
que están viviendo los venezolanos. Sería una medida extrema que pudiese
detener su caída en la popularidad ya limitada a sus seguidores y que tendrá un
impacto contundente en las elecciones parlamentarias.
El cambio de discurso debe venir
acompañado de acciones. Entre las que le pueden sumar unos puntos, destituya
públicamente y en su presencia a los ministros que irrespetaron a los
venezolanos durante su inútil ausencia de los últimos días. Eso le hará sentir,
fundamentalmente a sus seguidores, que usted está preocupado por ellos.
Finalmente Maduro, deje de decir
que anunciará. Haga algo de una vez por todas. Trate de recuperar la confianza
de algunos venezolanos. Deje de preocuparse por su popularidad ya perdida.
Comience a tomar riesgos políticos que pudieran, en el mediano plazo, salvarlo
de una segura revocatoria de su mandato. En este momento usted está derrotado.
Jose
Vicente Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo
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