HUGO CÉSAR RENÉS |
El
tránsito de un año a otro suele ir acompañado de una pausa de reflexión
destinada a posibilitar un repaso analítico de lo qué nos deparó el pasado
reciente, en relación con los sueños que tanto esperamos y deseamos para el
futuro inmediato.
La
última noche de este 2014 no puede ser, por lo ante dicho, una noche más.
Deberá ser un momento ritual y emotivo en el cual las imágenes tensas o
conflictivas de este año que termina, empezarán a desvanecerse y cobrarán
fuerza las visiones esperanzadas del año que comenzará. Y los sueños, esos que
tanto perseguiremos el año próximo, seguramente se irán convirtiendo en
realidad, no por magia, sino por el empeño y el corazón que le pondremos a esas
fantasías, metas o anhelos o como quieras llamarlas.
Pero
esos logros no estarán de ninguna manera consolidados, porque la falta de un
sistema político e institucional confiable, junto a la ausencia de planes y
proyectos acordados sobre la base de un diálogo iterpartidario maduro y
racional, la inseguridad, tanto física como jurídica, y la inmadurez de un
gobierno que con excesiva frecuencia apuesta a la confrontación, al agravio y a
la intolerancia con la finalidad última de asegurarse una mínima rentabilidad
electoral, los debilitarán.
Esas
asignaturas pendientes, debemos reconocerlas y asumirlas a la hora de definir
nuestros compromisos para poder poner en marcha, el próximo año, las acciones
que nos permitan superar esos males.
Con
ese espíritu debemos caminar en 2015 para poder construir una sociedad unida y
fuerte, en la que nada importe tanto como la consolidación de un sistema que
haga del pluralismo pacífico y democrático, su herramienta fundamental.
La
tarea será difícil, pero si sabemos escucharnos y anteponemos la sinceridad a
toda otra condición, con la ayuda del Señor, no será imposible. Desechemos los
espejismos que puedan presentársenos, porque habituados como estamos a
aceptarlos, la ansiedad y el cansancio serán nuestros constantes enemigos.
Recomencemos
el dialogo directo y cordial.
Originemos
un sano cambio de opiniones, seguramente de ellas surgirá un valioso mundo de
conceptos que nos puede ayudar a resolver cuanta dificultad nos depare el año próximo,
año que debe significar para todos, un paso fundamental hacia el orden, la
seguridad y la prosperidad individual y colectiva.
Que
el próximo año 2015 nos permita estrechar aun más nuestros vínculos para que,
cumpliendo los preceptos de la Ley de Dios, podamos abrir el surco virgen de
una nueva felicidad social en la cual podamos amarnos, sinceramente, los unos a
los otros.
Próspero
año nuevo, con mucha salud.
Hugo
César Renés Y Familia
Hugo
Cesar Renes
hcr1942@yahoo.com.ar
@hcr1942
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