FERNANDO OCHOA ANTICH |
El
bombardeo del palacio de Miraflores, en la madrugada del 1° de Enero, permitió
percibir a los venezolanos la inmensa debilidad que presentaba el régimen
dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. Su decisión de no convocar a elecciones en
diciembre de 1957, como establecía la constitución de 1953, y tomar el atajo
del plebiscito para prolongarse en el poder, había activado la resistencia
popular. Ciertamente, el dictador logró controlar inicialmente la insurrección
militar, pero el creciente descontento existente mayoritariamente en las Fuerzas
Armadas se manifestó de dos maneras: la
primera, la presentación, el 9 de enero,
de un memorando por el general Rómulo Fernández, jefe del Estado Mayor
General, exigiéndole al dictador una
rectificación en la política del régimen, la reorganización del gabinete
Ejecutivo y una mayor presencia militar en el gobierno; la segunda, el inicio
de una nueva conspiración. El general Pérez aceptó las sugerencias reorganizando, de inmediato, el gabinete ministerial.
La
salida del gobierno de Laureano Vallenilla Lanz
y de Pedro Estrada, incrementó la violencia en las calles. El 9 de enero
se realizó una multitudinaria manifestación popular en El Silencio, la cual
fue duramente reprimida. El 13 de enero,
el dictador detuvo al general Fernández y lo envió al exterior, encargándose
del ministerio de la Defensa. Estas medidas aumentaron el descontento militar.
La conspiración empezó a tomar fuerza. Al mismo tiempo, circularon diferentes manifiestos de importantes sectores nacionales: el Colegio de Ingenieros, la
Asociación Venezolana de Periodistas, grupos de intelectuales, federaciones
obreras y sectores empresariales. La Junta Patriótica convocó a una huelga
general el 21 de enero. En la noche del 22 de Enero, un grupo muy importante de
oficiales pertenecientes a la Escuela Militar y Básica iniciaron un proceso de
desobediencia que empezó a generalizarse en los distintos mandos de las Fuerzas
Armadas.
Ante
esta realidad, el general Marcos Pérez Jiménez decidió abandonar el país en el
avión presidencial, acompañado de su familia, y algunos ministros. En la
Escuela Básica se constituyó una Junta Militar formada por el contraalmirante
Wolfgang Larrazábal, quien la presidió y los coroneles Carlos Luis Araque, Pedro José Quevedo,
Roberto Casanova y Abel Romero Villate. Al hacerse pública estas designaciones,
sectores populares se lanzaron a la calle, rodeando el palacio de Miraflores,
protestando las designaciones de los coroneles Roberto Casanova y Abel Romero.
Presionados, al mismo tiempo por oficiales jóvenes, los mencionados coroneles
fueron obligados a renunciar, siendo designados en su reemplazo Eugenio Mendoza
y Blas Lamberti. La nueva Junta de Gobierno designó un
gabinete provisional constituido de figuras independientes y del general Jesús
María Castro León, ministro de la Defensa. Grandes manifestaciones de alegría
conmocionaron al país.
Las
amenazas en contra del nuevo régimen empezaron casi de inmediato. La primera
crisis militar surgió alrededor del teniente coronel Hugo Trejo, el cual inició
una gira por todas las guarniciones
provocando fuertes tensiones. El ministro de la Defensa y su jefe del
Estado Mayor General, coronel Jesús Manuel Pérez Morales solicitaron su
destitución. Fue designado embajador en Costa Rica. Al mismo tiempo, algunos grupos
militares empezaron a mostrar un creciente descontento, rodeando al general
Castro León, quien recibió apoyo de todos los comandantes de Guarnición. El 23
de julio, envalentonado por ese apoyo, decidió
desconocer la autoridad de la Junta de Gobierno. El respaldo mayoritario
de todas las fuerzas políticas y la convocatoria de una gran manifestación en
El Silencio lo hizo renunciar a su cargo. Otro intento de insurrección ocurrió
el 7 de septiembre en el cuartel de la Guardia de Honor. Grupos de manifestantes,
en medio del fracaso del golpe, asaltaron dicho cuartel.
Estas
amenazas fueron analizadas por las más importantes fuerzas políticas, las
cuales negociaron un gran Acuerdo Nacional entre los partidos Acción
Democrática, URD y Copei, con la
finalidad de oponerse a cualquier amenaza en contra del régimen democrático,
mantener una gran altura en el debate político, respetar el resultado electoral
y constituir un gobierno de Unidad Nacional. A los pocos días, Rafael Caldera
lanzó su candidatura presidencial, URD y el partido Comunista le ofrecieron la
candidatura presidencial a Wolfgang Larrazábal, quien la aceptó renunciando a
la presidencia de la Junta y solicitando su baja de las Fuerzas Armadas. A los
pocos días, Rómulo Betancourt lanzó su
candidatura. El 7 de diciembre se realizaron las elecciones. El resultado fue
muy competido obteniendo Rómulo Betancourt: 1. 284. 092 (59,4 %), Wolfgan
Larrazábal: 903.479 votos y Rafael Caldera: 423,262 votos. El 13 de febrero
asumió la presidencia de la República, Rómulo Betancourt, iniciándose un largo
período de cuarenta años de democracia y libertad…
Fernando
Ochoa Antich,
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
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