PODER PARROQUIAL PARA
EL DESARROLLO Y BIENESTAR
Después de la
familia, la Junta de Condominio y la Junta Comunal, la Parroquia constituye la
institución que más acerca al ciudadano para oír su voz sobre múltiples y
diarios problemas que lo afectan en su convivir parroquial. El centralismo, al
que hemos sido sometido durante muchos años, le convierte las vías de reclamos
en hilos de telaraña, especialmente sobre gestiones y servicios públicos.
El ciudadano
parroquial no es que tenga una venda en los ojos que le impida ver, oír, oler,
palpar y sentir los problemas que, simultáneamente a los suyos, estén
padeciendo miles de millones de personas en el mundo incluyendo, por supuesto,
a los problemas nacionales, estadales y municipales en toda Venezuela. Su
diaria preocupación es que cada día, por culpa del centralismo, municipal,
estadal o nacional, ve más lejos, en tiempo y lugar, la solución o la inmediata
búsqueda de ella, que bien podría estar en manos de una Gerencia Municipal. La
“estimulación de la participación ciudadana” para luchar por su comunidad, como
lo sugiere Gamal Sol, debe empezar a nivel parroquial.
La ubicación para las
quejas y reclamos a servicios públicos y a problemas vecinales debería estar a
nivel parroquial como serían, entre otros: el bote y la recolección de basuras; las roturas en
ductos de agua en medidores en las aceras o en calles; el servicio de mantenimiento
y ornato de plazas, jardines y aceras; pago de servicios de electricidad, aseo,
impuestos municipales y estadales; choques de vehículos que impidan el tránsito
automotor; la contaminación sónica producto de estridente música en vehículos,
autobuses, clubes y familias; carencia de iluminación en calles o avenidas;
rutas de los transportes públicos de pasajeros; compra de estampillas y papel
sellado; obtención de documentos relacionados con nacimientos, matrimonios,
fallecimientos, traslado de bienes personales, permisos de tránsito para menores
de edad, constancia de domicilio, fe de vida; denuncias sobre abusos contra el
ambiente tal como el corte de árboles, bote a la calle de productos tóxicos; la
figura del Juez de Paz y algo muy importante, contar con una racional
distribución de Policía Parroquial que logre el sano y muy necesario convivir
entre funcionarios policiales, que de ser posible que habiten en la parroquia,
y los parroquianos.
Por supuesto, hay
otros más otros que, en un análisis más profundo justifique el volver a la
antigua figura del Prefecto, ó como modernamente se llamaría: GERENTE
PARROQUIAL.
Considero que esta
descentralización de funciones hoy aisladas y repartidas entre Municipios y
Gobernaciones tendría un gran efecto positivo hacia la población parroquial la
cual, muy pronto, se verá reflejado en desarrollo, bienestar colectivo y
reducción de costos y, por sobretodo, en la importancia que tendría el
reconocimiento de que, con todas sus imperfecciones, EN UN SISTEMA DEMOCRÁTICO
SE VIVE MEJOR.
Ocupémonos.
Daniel Chalbaud Lange
vonlange1939@gmail.com
@danielchalbaudl
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