CIPRIANO HEREDIA S. |
Nuestra
Venezuela atraviesa actualmente una de las crisis más profundas y complejas de
toda su historia, la cual se refleja en todos los ámbitos de la vida nacional
golpeando y afectando de manera severa la calidad de vida de todos los
ciudadanos y el funcionamiento mismo de la República.
En
el campo económico, hemos culminado por segundo año consecutivo con la
inflación más alta del mundo, padecemos la escasez de bienes y servicios más
pronunciada de nuestra historia, el desempleo y el subempleo se han apoderado
de nuestra realidad laboral tras el cierre de más de medio millón de empresas y
de miles de industrias, la escandalosa deuda pública adquirida hipoteca nuestro
futuro, y nuestra principal industria, PDVSA, está prácticamente quebrada y
desviada de su principal función. En esta situación, nos hemos convertido en un
país absolutamente dependiente de las importaciones, las cuales se financiaron
en los últimos años con un enorme ingreso petrolero, que hoy en día ha
disminuido a la mitad, producto de la sensible baja del precio del crudo en los
últimos meses, lo cual compromete seriamente el suministro de bienes de primera
necesidad para consumo de nuestro pueblo y complica aún más la crisis.
En
el campo social el panorama no es mejor. Venezuela exhibe una de las tasas de
homicidios más altas del planeta, al tiempo que los sistemas de salud y
educación han colapsado dramáticamente tanto en su infraestructura como en su
funcionamiento, la falta de vivienda, seguridad y oportunidades desespera a la
población, especialmente a los más jóvenes, de los cuales cientos de miles han
optado por irse del país buscando un mejor ambiente para constituir sus
familias y desarrollarse profesionalmente, dando lugar a una dolorosa fuga de
talentos en una nación que otrora fue receptora de inmigrantes que venían
buscando un mejor destino. El sensible deterioro de la infraestructura
nacional, así como la pésima calidad de importantes servicios como los de agua
y electricidad, se suman para aumentar el calvario que padecemos los
venezolanos.
En
el terreno político, el régimen ha acentuado su talante autoritario con una
sistemática violación de los Derechos Humanos, llevando adelante miles de
detenciones arbitrarias, practicando la tortura y desplegando todo un aparataje
de terror y persecución contra la disidencia política. En este momento hay
decenas de presos políticos en Venezuela, y nuevamente comienza una ola de
represión desmedida en medio del ambiente convulsionado en el que se encuentra
el país, que nos ha llevado a estar viviendo un atípico comienzo de año,
dominado por largas colas a las puertas de los mercados, trifulcas por la
desesperación de los consumidores, situaciones de saqueo y algunas protestas
que evidencian la indignación colectiva. A esta situación se une la sensible
merma de las Libertades Públicas, como las de expresión, información y
manifestación, así como la profundización del secuestro de todas las
instituciones del Estado y la consecuente parcialización política de éstas,
todo lo cual configura un cuadro dictatorial.
Denunciamos
ante el país que esta grave y desafiante situación es consecuencia de la
aplicación de un modelo que es absolutamente inviable por parte de quienes hoy
gobiernan, y que sólo pudo ser mantenido en la última década y media sobre la
base de una enorme factura petrolera, por un lado, y de un hiperliderazgo
carismático, por el otro, que ya no existen. Es necesario entender que el
sistema ha colapsado en todos los aspectos por su propia naturaleza, y quien
está al frente del Estado es absolutamente incapaz y carece de las herramientas
personales, políticas, éticas e intelectuales para superar tan severa crisis.
De hecho, las medidas anunciadas y los esfuerzos que el Presidente y su
gobierno hacen actualmente, son absolutamente insuficientes para resolver los
problemas de fondo y sólo buscan tapar el enorme hueco fiscal que se ha abierto
en el presupuesto nacional, para mantener un irresponsable nivel de gasto
público que hoy se financia con dinero inorgánico, causa principal de la inflación.
En
función de todo lo anterior, preocupados por el clima de tensión creciente que
se apodera de la población, pero al mismo tiempo convencidos de que Venezuela
necesita urgentemente un cambio de gobierno dentro de la Constitución antes de
que puedan darse salidas de fuerza u otros escenarios indeseables, estamos
exigiendo desde el Centro Popular de Formación Ciudadana (CPFC) la renuncia
inmediata de Maduro y la consecuente aplicación del artículo 233
constitucional, que obliga a convocar nuevas elecciones en un plazo perentorio.
Los venezolanos podemos así tener una transición democrática y la oportunidad
de darnos un nuevo gobierno que lleve al país hacia la reconciliación nacional
bajo un nuevo modelo político, basado en el respeto a la Constitución y las
Leyes y el impulso de la descentralización, así como un nuevo modelo
socio-económico basado en la productividad nacional, el respeto al derecho de
propiedad, la coordinación entre el Estado y el sector privado en aras del
desarrollo del país y la creación de riqueza, la eficiencia gubernamental y la
prestación de servicios de calidad.
Cipriano
Heredia Soltero
cipriano.heredia@gmail.com
@CiprianoHeredia
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