CARLOS E. AGUILERA A. |
Estos
recientes días de Pascuas y año nuevo, nos permitió olvidar por instantes la
terrible pesadilla que vivimos los venezolanos, atosigados por los múltiples
problemas que nos aquejan por la ineptitud de quienes arropados en una falsa
bandera del socialismo, han sumido al país en la más dolorosa tragedia
económica política y social, que jamás había experimentado la nación desde su
nacimiento.
Y
es que esos días el ser humano se mueve en dos realidades, la exterior y la
interior. La primera se caracteriza por situaciones, circunstancias,
acontecimientos y actos, y la segunda, por estados mentales y emociones,
hábitos psíquicos y sentimientos. Y aún cuando ambas realidades se
interpenetran, es necesario ser consciente y obrar adecuadamente y fluir en
armonía entre ellos. Para ello es menester recoger y custodiar la energía
interior, ya que cuando la mente se vuelve hacia el interior se vivencia el “si
mismo” y se recoge la mente en el corazón para poder vivir espiritualmente.
Pero,
es una armonía que dura pocos días, es decir,
durante su tránsito entre la Navidad y el año nuevo, pues nuestro cuerpo
y espíritu despierta de la horrible pesadilla que se vive, en un país en el que
prosiguen multiplicándose los problemas. como el descenso del precio del crudo venezolano que golpea
crudamente la economía nacional; el incremento de la inseguridad; el número de
personas fallecidas que colman la capacidad de la morgue capitalina; el creciente
número de jóvenes que abandonan la patria en busca de nuevos horizontes y
porvenir; el nepotismo; abuso de poder; el desempleo; impunidad y la constante
mentira y engaño que Maduro y sus acólitos utilizan en su pretensión por
disimular la horrenda crisis, que según expertos economistas de las más
calificadas universidades del país, nos espera en el año que recién se inicia.
Marco
Tulio Cicerón, filósofo, orador y político romano señaló en cierta ocasión que
“ la verdad se corrompe tanto con la mentira, como con el silencio”, es decir,
el que calla daña tanto la verdad como el que la oculta o la distorsiona con la
mentira. Y nada más cierto. Maduro con
el pretexto de que Leopoldo López, es autor de una supuesta serie de hechos que
van desde la instigación pública, agavillamiento (asociación para delinquir),
daños a la propiedad e incendio, lo mantiene preso en Ramo Verde desde hace
once meses, y de manera burda e irresponsable, expresa que la “única forma de
que firme un indulto presidencial a su favor, sería mediante un canje con el
líder independentista puertoriqueño Oscar López Rivera, “pelo a pelo, hombre a
hombre” , como si se tratara de un vulgar delincuente canjeado al estilo de la
mafia.
En
este gris espacio de quiebra de la racionalidad, se desenvuelve desde hace
tiempo el discurso de Maduro y sus segundones en todos los niveles de la
administración pública, y de los poderes secuestrados por el ahora
inexistente socialismo del siglo XXI. Es
manifiesto su miedo a perder su escasa popularidad entre su misma gente del
PSUV, en cuyos cuadros ya existe un rechazo a su gestión, pues consideran que
su ineptitud ha permitido que la oposición avance arrolladoramente en las
encuestas, que lo ubican con apenas un 22% de favoritismo, reflejando en consecuencia una inevitable derrota en las
próximas elecciones parlamentarias.
Entre
otras cosas, Maduro no sabe que en el año 1985 la Asamblea
General de las Naciones Unidas aprobó los “Principios Básicos Relativos a la
Independencia de la Judicatura”, entre los cuales destaca que los jueces
resolverán los asuntos que conozcan con imparcialidad, basándose en los hechos
y en consonancia con el derecho, sin restricción alguna y sin influencias,
alicientes, presiones, amenazas o intromisiones indebidas, sean directas o
indirectas, de cualesquiera sectores o por cualquier motivo.
Desconoce
obviamente el inquilino de Miraflores,
que la independencia de la Función Judicial es además un derecho de
todas las personas, consagrado en la Convención Americana de Derechos Humanos
en su artículo 8.1 el cual establece: “ Toda persona tiene el derecho de ser
oída por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial”. De esta manera, la Corte Interamericana ha señalado
que “toda persona sujeta a un juicio de cualquier naturaleza ante un órgano del
Estado, deberá contar con la garantía de que dicho órgano sea imparcial y actúe
en los términos del procedimiento legalmente previsto, para el conocimiento y
la resolución del caso que se le somete”.
¿Qué
podemos pensar de un Estado en el cual se principal órgano administrador de
justicia resuelve únicamente a favor del gobierno, con la mayor desfachatez y
en franca contradicción con la independencia judicial?.
Por
la razón anteriormente indicada un grupo de abogados venezolanos realizó una
investigación plasmada en un libro cuyo título es “El TSJ al servicio de la
revolución”, basado en un estudio de más de 45 mil sentencias dictadas entre los años 2004 y 2013 por las
Salas Constitucional, Político, Administrativa y Electoral, encargadas de
controlar los actos del gobierno. La conclusión, sorprendería en cualquier
parte del mundo, pues el TSJ jamás ha emitido un fallo en contra del régimen, y
su estudio demuestra además que, ante cada decisión política, que haya generado
polémica, existe una resolución del TSJ que respalda dicho dictamen.
Como
corolario debemos decir que nunca se ha cuestionado o abolido alguna política
pública del gobierno (¿) , así como las expropiaciones a sectores privados, la
intervención del régimen en la economía , controles de divisas, costos y
precios o las estatizaciones y tampoco se ha declarado con lugar ninguna acción
de amparo constitucional ejercida contra Chávez primero y ahora contra Nicolás
Maduro, y menos aún, se ha revocado o trastocado una ley aprobada por la
Asamblea Nacional.
Es
fácil inferior en consecuencia, que las funciones Ejecutiva y Legislativa del
Estado necesitan de la Judicial para subsistir, necesidad ésta que es
recíproca, lo cual genera un círculo vicioso en un agujero negro o mejor dicho
en palabras del coautor de la obra, Antonio Casanova: “los políticos quieren
permanecer en el poder y que los tribunales garanticen la supervivencia de la
revolución y en contrapartida, los
jueces al prestarse a esta maquiavélico juego aseguran sus cargos”.
Estamos
en presencia sin duda alguna de un régimen forajido, en el que se vulneran
todos los derechos contemplados en la propia Constitución, y que no tiene
empacho en pretender eternizarse en el poder a “troche y moche”, sin importarle las consecuencias que deriven
de hechos, que se pudiesen originar en su desvarío comunista dictatorial.
Carlos
E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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