CARLOS BLANCO |
¿De dónde salieron los candidatos vinculados
a la oposición para los cargos en el CNE, Poder Ciudadano y Tribunal Supremo de
Justicia?
Parece que de la nada. Típico caso de paternidad irresponsable. Tiene
algo de injusto, porque cuando los postulantes abandonan a los postulados suena
a que estos solo hicieron un ejercicio de ambición personal al margen de
estrategias y lealtades políticas.
Es difícil metabolizar esta dosis de
estricnina aun para tontos profesionales; hay que convenir en que algunos
partidos propiciaron esas candidaturas. Aquí surgen dos hipótesis: 1) Hubo
quien alentara la idea –aunque parezca increíble– según la cual la debilidad
del régimen lo obligaría a seleccionar candidatos imparciales de acuerdo con la
exigencia constitucional y legal: en el CNE sería algo así como cinco imparciales o dos de cada lado, con un
presidente escogido de común acuerdo; 2) hubo un entendimiento privado (o
secreto) con la cuota de un rector electoral para un partido opositor, con uno
que otro suplente, más algunos magistrados o suplentes en el TSJ.
El que varios diputados opositores hubiesen
firmado el acuerdo del Comité de Postulaciones Judiciales explicaría que
confiaban en la imparcialidad del PSUV o que todo no era más que una tramoya
para darle luz verde a lo que finalmente ya estaba cocinado. Como es difícil la
idea de la inocencia frente a una dictadura, lo más probable es que algunos
dirigentes consideraran que era mejor una “cuota” que nada.
La reacción de la opinión pública opositora,
de la base de todos los partidos –¡de todos!–, y la decisión de varios
dirigentes políticos que saltaron al ruedo de manera inmediata, dejó huérfano
el arreglo que hubo o, para decirlo con suavidad, parecía haber. De manera
inesperada y positiva se constituyó una corriente opositora unificada que
incluye a la mayoría de dirigentes y partidos, negada a convalidar el fraude
constitucional cometido. Unidad que dice, para repetir la frase de Chúo
Torrealba, que no quiere “puesticos o cuotas”.
No se puede culpar a la abstención de 2005 de
tener los poderes confiscados que hoy se tienen, porque con la Asamblea
Nacional actual, en la cual hay más de 60 diputados opositores, también el
régimen se pasó los poderes por el Arco de Triunfo. Se puede participar en las
elecciones parlamentarias de 2015, pero lo que no debería ocurrir es vender la
idea de que allí sí se van a cambiar los poderes. La realidad que emerge es
una: solo habrá poderes equilibrados con un cambio constitucional de régimen.
Carlos Blanco G.
carlos.blanco@comcast.net.
@carlosblancog
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