ANA JULIA JATAR |
Cuando en los almuerzos de domingo familiar
nos levantábamos de la mesa en busca de los postres, mi mamá siempre nos decía:
“Agarren sus platos sucios, llévenlos a la cocina y lávenlos para que no
pierdan el viaje”. Desafortunadamente, Maduro no entiende esta sabiduría
hogareña y no se dio cuenta de que para buscar su postre en Rusia y en China
tenía que haber lavado los platos de un banquete que se acabó en vez de
escaparse de Venezuela dejando los platos sin lavar.
¿Cuáles son esos platos? Un gasto público
totalmente irresponsable que llevó a nuestro país a tener un déficit fiscal de
17% del producto interno bruto cuando el petróleo estaba a 100 dólares. Ahora,
con el petróleo a menos de 50 dólares por barril, el déficit debe andar
rondando un altísimo 30% del PIB.
A esto sumémosle el terrible manejo de la
economía por parte de un gobierno que, a pesar de disfrutar de precios del
barril del petróleo por encima de los 100 dólares, dejó que el tipo de cambio
paralelo se devaluara de 10 a 80 bolívares por dólar en menos de 2 años.
Recientemente, con la caída del precio del petróleo, ese dólar paralelo pasó de
80 bolívares a más de 180 en apenas 6 meses. Esto ha significado un diferencial
cambiario entre el dólar oficial y el paralelo ¡de más de 2.700%! Muy similar
al de Cuba en la época del llamado “Período Especial” cuando todo escaseaba en
es país justo después de la caída de la Unión Soviética.
Internacionalmente Venezuela es vista hoy
como un país con un riesgo que supone más de 90% de probabilidad de default en
los próximos años. Otro de los platos sucios dejados por Maduro antes de salir
a buscar ayuda en Rusia y China es el ridículamente bajo precio de la gasolina:
menos del 1% de lo que cuesta importarla. Y no podemos dejar de mencionar la
crisis de inventario de un país en el cual la gente se pelea en las colas
mientras espera por pañales, champú, detergente, harina PAN y medicinas.
Ante este desastre, cualquier país o institución con capacidad de ayudar pediría ver alguna demostración de enmienda antes de darle más flexibilidad financiera a un gobierno que ha despilfarrado la mayor bonanza petrolera de su historia.
Pero en vez de limpiar los platos antes de
viajar, Maduro prefirió dejarnos esperando por medidas que había anunciado y
que iba a tomar, pero que ni siquiera se atrevió a decirnos que una vez más, se
había arrepentido de hacerlo. En vez de ajustarse el cinturón, se escapó hacia
un gélido viaje a Rusia y China en busca de más postres que le permitan comprar
votos en este año electoral, pero perdió, no lo logró.
En Rusia fue recibido por el vicecanciller y
le quedaron las orejas tan frías como sus aspiraciones de lograr ayuda en
efectivo. Y es que Putin estaba ocupado lavando sus propios platos y por lo
tanto no tenía mucho en común con su otrora aliado a pesar de los más de 5
millardos de dólares que se ha gastado el régimen chavista comprando
submarinos, sukhois y helicópteros rusos.
En China, el mensaje del gobierno a Maduro
fue muy claro: estamos dispuestos a financiar proyectos muy concretos pero no
vamos a darle recursos en efectivo que le permita al gobierno venezolano correr
la arruga.
Ya los chinos habían sido engañados en años pasados cuando el
gobierno utilizó los recursos prestados para pagarles compras militares a los
rusos y otros gastos no autorizados por el préstamo. Por ello, los chinos no se
dejaron engañar por segunda vez, tal como reporta Al Jazeera, “China no le da
cash a Venezuela, sino recursos condicionados a proyectos de inversión”.
La credibilidad de este gobierno se está
evaporando internamente con el hastío y la violencia de las colas de los
abastos y supermercados, mientras el gobierno habla de una guerra económica en
la que casi nadie cree y los pocos que lo hacen deben pensar que Maduro no sabe
cómo ganarla. La credibilidad también ha colapsado internacionalmente, al
compararnos con países petroleros que ahorraron en los años de auge petrolero y
que ahora están realizando ajustes que Maduro no ha sido capaz de implementar
en casa.
Este gobierno nos puso en una posición
insostenible antes de la caída del precio de petróleo y ahora enfrenta una
situación desesperada.
Ningún otro país petrolero se encuentra en
una situación similar. El conductor nos ha llevado a un precipicio y ahora no
se atreve a cambiar de dirección para no tener que admitir que no sabe manejar.
Ana Julia Jatar
anajuljatar@hotmail.com
@anajuljatar
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