lunes, 12 de enero de 2015

ALFREDO MICHELENA, LA INMADUREZ VISITA CHINA

ALFREDO MICHELENA
Habiendo sido el Canciller venezolano con más años seguidos en el cargo, Maduro debió haber aprendido que no se anuncia, antes de salir de viaje, lo que no se está seguro de conseguir. Que un Presidente no viaja para que le digan que no. Que no hay justificación para que un Jefe de Estado viaje a China a una reunión de Ministros; no es a su nivel. Y que no se puede permitir que un Presidente sea recibido en los aeropuertos por funcionarios de tercera.
El periplo por Rusia y China  fue un desastre total. Como seguramente será la visita a los países de la OPEP. Falta una Cancillería profesional. El viaje fue un acto desesperado. Quizás los ministros que viajaron previamente a China dieron una información errada y Maduro creyó que faltaban solo “detallitos” para obtener un préstamo.  Craso error. Los chinos quisieron garantías muy sólidas. Se dieron las de la producción de aluminio, hierro y oro de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG). Pero Pekín conociendo el desastre de la CVG pidió control total. El régimen no puede. Sería destapar esa olla.
Quizás Maduro creyó poder convencer como hacía “el finado”. Pero no tiene ni el carisma ni la chequera llena, ni menos la esperanza de que la situación del petróleo y de Venezuela mejore a corto plazo.  China no se va a arriesgar con otro préstamo y menos ahora que tiene amarrado al régimen.
Siguen creyendo que China es un “imperio benévolo” y que esta locura de repartir el tesoro nacional a los gobiernos amigos, directamente o en préstamos en “cómodas y olvidadizas cuotas” es ser socialista – léase comunista. Maduro debió haber aprendido mejor de sus mentores, los Castro, quienes “no dan aguja sin puntal”.
Como dicen en su “libro blanco”, sobre la región, los chinos quieren materias primas para importarlas y transformarlas. Están dispuestos a invertir $250.000 millones en 10 años. De eso le tocarán $20.000 millones Venezuela. Pero no para repartir, importar o pagar deudas, sino para invertir en proyectos concretos con condiciones concretas. Condiciones no tan exigentes como las de los organismos internacionales pero si que les asegure que los proyectos se realicen y los intereses de China se logren.
El régimen ha ofrecido entregar de todo a China, petróleo, oro, hierro, diamantes  e incluso tierras para alimentar a sus 1.300 millones de habitantes.  La situación es desesperada, pero sin cambiar el modelo económico la crisis seguirá y los “benévolos” seguirán apropiándose del país, a “precio de gallina flaca”.

Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena

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