lunes, 3 de marzo de 2014

CARLOS BLANCO, "LA NO VIOLENCIA ES EFECTIVA Y NO ESTÁ DESPOJADA DE COMBATIVIDAD", TIEMPO DE PALABRA

MADURO CONTRA EL PAÍS
La revuelta civil que recorre el país es la cosecha de un régimen que ya no puede más. La verdadera guerra es la que Maduro y sus camaradas les han declarado a los venezolanos. Las acrobacias de la Comisión de Paz son, como todo lo que han hecho, fraudes a la fe pública, maniobras para obtener la prolongación de un mandato ilegítimo que huele a fermentación y a final.
Nadie previó que la represión en contra de los jóvenes, la persecución a Leopoldo López, los ataques innobles y brutales en contra de María Corina Machado, las amenazas abiertas o veladas a Antonio Ledezma, los insultos a Capriles proferidos con la reconocida bestialidad del Pedro Estrada del oficialismo, la represión homicida con su saldo de asesinados, torturados, enjuiciados, perseguidos y encarcelados, iba a descorrer el velo de un tinglado en lo que parece crepúsculo inexorable.
No es una explosión circunstancial. Es el desplazamiento de las capas tectónicas de la sociedad que han permitido la emergencia del descontento largamente acumulado. Son lustros de vejaciones, de insultos, de amputaciones progresivas de la libertad y la democracia, que dieron paso al manejo demencial de la economía ahora sometida a la ruina masiva que cultivó Chávez pero que ha alcanzado su clímax en esta hora melancólica y solitaria de Nicolás Maduro.
La escasez, el crimen desatado, los precios de vértigo, la discriminación laboral por razones miserables, el silencio al que obliga la imposibilidad de expresar disidencias, fueron ingredientes de una mezcla que alcanzó su punto y que se desencadenó como diluvio en la calle encabritada.
Nadie sabe lo que va a pasar, pero la calle busca la salida a la tragedia y no parece resignada a no encontrarla.
ERROR DE CÁLCULO.
La fórmula de los déspotas, patentada por los Castro en Cuba, es sencilla y mortal: no deje que el descontento nazca; mátelo en su etapa fetal; asfíxielo apenas sienta sus latidos de criatura peligrosa; de no hacerlo, crecerá indómito. 
El régimen de Chávez lo hizo; no siempre salió victorioso, pero fue cada vez más implacable en su objetivo. Tuvo la fuerza y el liderazgo para lograrlo, aunque por allí se encuentran varias jornadas gloriosas que habrá que rescatar de la infamia. Pero Maduro no pudo. La herencia del finado fue despilfarrada en pocos meses; el ahijado botarate actuó como si pudiera sustraerse a las fuerzas que había desatado su padrino y creyó que su voluntad podía modelar la historia a su antojo.
Cuando Maduro intentó moverse unos centímetros de las brujerías de Jorge Giordani y se levantaron las voces alarmadas porque no se estarían siguiendo las orientaciones del líder muerto, el sucesor se paralizó. En el instante en el cual renunció a la radioterapia indispensable, el mal se multiplicó exponencialmente. La ruina llegó a cada hogar y se instaló en las alacenas vacías, y en las ausencias que provoca el espanto del crimen cotidiano. Allí los ciudadanos dejaron de ser rojos, azules o blancos, para ser furia contenida en estado líquido. Bastaba que se fueran uno o dos puntos de la sutura mal hecha para que se desparramaran, en la mitad de la calle, las vísceras de un régimen podrido.
¿Podrá la represión inmisericorde contener la explosión del descontento? Nadie puede saberlo. Lo que sí se sabe es que hasta el momento de escribir estas líneas, con inteligencia, heroísmo y determinación, la sociedad protesta. No es sólo "el Este" de Caracas o los ciudadanos de las urbanizaciones de clase media alta de las ciudades, sino masas populares que sabiamente evaden la represión de los grupos paramilitares, incorporados a manifestaciones en espacios en los que no puedan ser agredidos con facilidad (sin dejar de notar que ya en zonas populares se ha dado un paso significativo al desafiar de manera abierta la represión de los grupos de terror).
Claro que ha habido excesos en algunos espacios de la protesta que, en muchos casos tienden a ser corregidos en la medida en que se ha tomado conciencia que la no violencia es efectiva y no está despojada de combatividad, claridad de objetivos, firmeza, y disposición a mantener la unidad y ganar a los temerosos. Pero ninguno de los errores de la lucha de la calle es comparable a los asesinatos, atropellos y torturas cometidos por los desenfrenados del Sebin, por los sádicos que golpean con sus cascos a ciudadanos indefensos o los motocamaradas que esparcen el terror. En estos días de ira no se ha visto ni se verá un demócrata con un arma de fuego.
Así son los procesos sociales reales. Nadie los controla o aprisiona en su puño, son ariscos y en la calle consiguen su ritmo, sentido y medida. Aquella ilusión de un estado mayor que modula las multitudes es quimera de comisario soviético.
PAZ ROJA: O DIALOGAS O TE DISPARO.
Ése y no otro es el sentido de la paz que posee un régimen que comenzó con sangre y quiere terminar con sangre. Ocurre como con otras palabras a las que quieren usar como hoja de parra para esconder su verdadera naturaleza: acusan a la oposición de golpista cuando los únicos golpistas contemporáneos están en el gobierno; hablan de avances económicos cuando la ruina toma posesión del país; hablan de amor a los pobres mientras la nueva clase boliburguesa se enriquece y, por supuesto, pregonan la paz mientras disparan.
Ese diálogo, montado como un pésimo teatro en lo que parece una nueva fase de la decadencia roja, sólo tiene el propósito de llenar de música celestial los mismos territorios en los que ejercen sus efectos tóxicos las lacrimógenas, se oyen los disparos de la revolución y los llantos por los caídos.
Si este harapo de gobierno que todavía existe quisiera diálogo en serio, aceptaría el petitorio del movimiento democrático y se sentaría, en terreno neutral, a discutir con los dirigentes juveniles, así como con los representantes de la dirección opositora; dejaría de inventar "opositores" a su medida para remedos de diálogo.
La idea de separar el diálogo económico del político es vana esperanza; mientras no haya democracia, así ganen mucho, los empresarios estarán sujetos no a las reglas del mercado, sino a las del déspota y en cualquier golpe de luna el acuerdo de hoy será castigo de mañana. Nunca hay que perder de vista que Maduro intenta comprar legitimidad -que los empresarios le digan algo que ansía oír, que es legítimo-, así como tiempo y estabilidad. Ningún sector tiene el derecho y menos aún, la posibilidad, de otorgar estas credenciales en la convulsionada Venezuela de hoy.
No sé si Nicolás Maduro contempla su salida en medio del abandono que lo circunda. Es posible que se pregunte una y otra vez si la herencia con la que se engolosinó no ha sido más que un regalo envenenado que así como le permitió un breve goce lujurioso del poder, ahora le promete la eternidad de la derrota.
www.tiempodepalabra.com
Twitter @carlosblancog

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ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ¿CRISIS DE CONFIANZA? PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL,

Mientras que las desavenencias políticas sigan apostando a soluciones desde la perspectiva de cada quien, las razones conducentes al inminente arreglo serán en vano  pues cada actor político defenderá a plenitud su postura.

¿CRISIS DE CONFIANZA?

En política, luce difícil pensar en la confianza como una cualidad. Más, pareciera ser la excepción de aquella regla ante la cual dos factores de la política, actúan según las disposiciones que mejor consideran en un todo al margen de lo que el contrincante pueda sugerir. Esto deja ver la distancia que existe entre actores políticos con ideología propia. Es decir, la desconfianza se interpone como condición que regula todo acercamiento entre posiciones políticas. Y en verdad, así si infiere luego de escuchar decir que “la política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra se muere una vez” (W. Churchill). Mientras que en política, la insidia es capaz de aniquilar al contrario tantas veces como la saña lo permita. Entonces no es fácil pensar en afinidad entre la política y la moral. Sobre todo, cuando las realidades se debaten por razones que incitan a defender lo propio por encima de intereses  ajenos. Y ante la necesidad de defenderse, el ataque se convierte en la forma más inmediata de tomar las mejores ventajas de la situación. Por eso en política, todo o casi todo se vale a la hora de perpetuar o persistir ante las ideas que más convengan ante la coyuntura.
 
La denominada Conferencia Nacional por la Paz, ha sido una significativa muestra de lo que acontece en el marco de una profunda crisis de confianza. Desconfianza ésta que se traduce en  la negación ante la posibilidad de permitir que otro sea quien trace el camino hacia el futuro. En el fragor de tan convulsionada realidad, opera la inseguridad desde la cual la incertidumbre se exhibe desmesurada y es cuando violenta toda situación que pueda aproximarse por defecto o por exceso a determinar condiciones por las que habrían de regirse procesos sociales, políticos o económicos. Tal es el caso de Venezuela.

Los problemas de desabastecimiento, inflación, agitación social, desempleo, inseguridad física, virulencia política, aparte de las dificultades que ha confrontado una economía al borde del riesgo fiscal o de la quiebra en sus niveles de reserva y productividad, o de la marginalidad social, la ocupación irracional del espacio y de la degradación del ambiente, configuran un cuadro de angustia generalizada a partir del cual se acució el descontento popular cuya vía de expresión invocó las crudas reacciones sociales y políticas vividas des-de los inicios de otro febrero aciago. Tan aciago como el Febrero de 1992, o el que correspondió a 1989.

Esta situación, a su vez, arrastra una indiscutible incapacidad de la sociedad de establecer la mejor estrategia capaz de resolver los problemas que más acosan la calidad de vida del ciudadano. Y esto sólo puede alcanzarse a través de la conjugación entre los agentes representativos del gobierno, de la educación y de las organizaciones asociadas al devenir social y económico. Para esto, es fundamental, activar mecanismos que funcionen como correlato y contraste del poder a fin de influir en la motivación del conjunto para ajustar las condiciones a las propuestas analizadas con base en las necesidades aducidas y demostradas. Pero para lograr tan importante objetivo, deben reconocerse los problemas que limitan la movilidad de la sociedad en términos de su desarrollo. Sin embargo, esto no es de fácil consecución pues pasa por acudir a la figura del árbitro. De un árbitro a quien pueda delegarse la última palabra mediante la cual sea posible asentir los procesos que han de requerirse a continuación de las decisiones a tomarse por parte de quienes tienen la responsabilidad de darle forma a la gran política. Mientras que las desavenencias políticas sigan apostando a soluciones desde la perspectiva de cada quien, a desdén de una institución que, en su propósito tenga a bien arbitrar equilibrada y justicieramente los problemas suscitados, las razones conducentes al inminente arreglo serán en vano pues cada actor político defenderá a plenitud su postura. En otras palabras, esta situación representa el vivo testimonio de lo que apesadumbra y desvergonzadamente constituye una abismal y terrible crisis de confianza.

VENTANA DE PAPEL

¿CUÁL PAZ?

Mucho se ha hablado de paz. No sólo como resultado de la situación de miedo que vive el régimen luego de comprender el tamaño de equivocación que cometió en medio de un proceso electoral que asumió sin la debida legitimidad. Igualmente, a consecuencia de la retahíla de decisiones que condujeron a vivir más problemas que soluciones. Desde entonces, el término “Paz” ha servido para engrosar páginas de declaraciones gubernamentales sin la argumentación necesaria para validar los propósitos aludidos a nivel de discurso.

Asimismo, ha sido utilizado para animar actitudes políticas que tienden a confundirse con meras iniciativas de Sosiego. Pero que en el fondo de todo, se solapan intenciones con tentaciones, preocupaciones con ocupaciones, lo cual redunda en perjuicio del clima de armonía que merece la sociedad venezolana toda vez que su historia de lucha reivindicativa habla de los derechos y libertades que con esfuerzo alcanzó. Sin embargo, el concepto de “Paz” se ha visto manoseado al extremo que pareciera haber sido estropeado de tanto maltrato por la manipulación recibida. Actualmente, el régimen lo esgrime como bandera para darle el color “blanco” a situaciones que se tiñeron de “rojo-sangre y negro-violencia” sin terminar de entender que sus métodos no funcionan para matizar realidades que se tornaron difusas y resbaladizas en contra del equilibrio a partir del cual es posible lograr realidades colmadas de tolerancia, solidaridad y respeto.

No hay duda de que el país cayó en un trance político que ha trastornado el sentido de ecuanimidad que debe dominar sobre la faz de una nación como la venezolana, dado el desarrollo social alcanzado aunque con sumo valor. Las recientes circunstancias vividas, han abonado el terreno para desgastar el significado de “Paz“. Pues no es razonable que la paz se utilice para formalizar una gestión de gobierno que escasamente alcance a una minoría. Mientras que el resto de la población se encuentre sometido al escarnio por causa  de la perversa polarización a la que animó el régimen por aquello de “divide y vencerás”.

Así que ante la necesidad mal calculada y peor observada por parte de un régimen indolente y corrupto, se ha tenido la necesidad de mitigar en lo posible el desbarajuste y anacronismo que su mismo anarquía y desgobierno ha causado. Entonces, el régimen ha hablado de paz. Pero de ¿cuál paz?

A FALTA DE PRENSA IMPRESA…….


La difusión de los hechos noticiosos, es un derecho de razón universal. La misma Constitución de la República lo declara como principio, cuando describe que “toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura (…)así como a la réplica y rectificación cuando se vea afectada directamente por informaciones inexactas o agraviantes” (Art. 58). Sin embargo, el régimen ha creído que resguardar la información que evidencia las dificultades sostenidas para adelantar su gestión gubernamental, se convierte en una amenaza para su estabilidad en el poder. Tan absurdo temor ha hecho que se tome la irracional y antidemocrática decisión de anular o evitar el derecho a que el venezolano se informe. Aún peor, a amordazar el derecho que tiene todo ser humano a expresar libremente sus pensamientos, ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura. Así lo expone la Norma Suprema en el artículo 57. Pero, ni modo.

El régimen hace caso omiso de ello incumpliendo la letra constitucional. A pesar de vociferar que es respetuoso del orden jurídico venezolano. ¡Crasa mentira! Lo disimula groseramente. Por consiguiente, conmina, amenaza mediante insolencia, populachos armados y apoyados. Pero sobre todo, con controles legalizados de Conatel aunque irrespetuosos de los preceptos invocados por la Constitución. Al final de tan patética realidad, los medios que sobreviven tienden a asumir mecanismos de autocensura, reducir al máximo sus tirajes o simplemente callar ante la opresión cruda y abierta del fascismo oficial. Surge la interrogante: ¿Qué le queda al venezolano, a pesar del continuo bloqueo de medios de prensa?

Apelar a los contenidos multimedia. Es decir, a los nuevos medios puestos a disposición por las nuevas tecnologías de comunicación e información. O sea, la Internet a través de sus diversas aplicaciones. El reto ahora es enfrentar el obstáculo, aprender a sortearlo y continuar adelante. Así que como dice el adagio popular: a falta de pan, buenas son las tortas. Acá habrá que decir que a falta de prensa impresa, buenas son las redes sociales. O mejor, imprescindibles.

“Mientras la política siga ejerciéndose con base en intenciones egoístas, los procesos de conducción social se verán cada vez más azotados pues los valores que deben primarlos estarán confinados por la perceptible mano de la intolerancia. Y por supuesto, de la desconfianza”. AJMonagas

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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OSWALDO ÁLVAREZ PAZ, VERDAD, JUSTICIA Y LIBERTAD, DESDE EL PUENTE

El alto gobierno es el único responsable de la dramática situación del país. Responsabilidad exclusiva y excluyente. No puede desviarse hacia el movimiento estudiantil universitario, ejemplo de tenacidad, coraje y claridad en los objetivos que se han trazado. Los estudiantes de 2014 son siendo ejemplares herederos de distintas generaciones que los han antecedido en las luchas por la libertad. 1814 y en el siglo XX las del 28, del 38 y del 58. Han logrado arrebatar la careta al régimen, hoy desnudo en medio de una incompetencia y torpeza mayor que la de cualquier otro en el pasado. Se desmorona. 
Para mantenerse apelan a la represión. Violencia física e institucional. Uso desproporcionado de las armas, de la Guardia Nacional en cualquiera de sus acepciones de este tiempo y, lo que es tanto o más grave, la apelación a los llamados colectivos, suerte de paramilitares, uniformados o no, bajo la dirección del oficialismo y a su servicio. Cobardes asesinos.
Son falsos los cantos a la paz, de viva voz o mediante mil millonarias campañas de radio y televisión. Golpistas probados y confesos acusando de golpistas a quienes no tienen ni armas, ni acceso a quienes sí las tienen. Recuerdo aquellos discursos del difunto, hablando de su revolución armada y el llamado a todos los ciudadanos a aprender su uso, a convertirse en milicianos y a recibir entrenamiento paramilitar en los sectores laborales y estudiantiles.
La Nación exige la renuncia de Maduro. La oposición no está negada a buscar salidas. Pero no acepta la paz de los sepulcros, ni de los calabozos. Entre otras cosas exigimos la libertad de todos los presos políticos y el regreso de los exilados. Insólito que el general Baduel y Leopoldo López estén aislados, sin visitas, encerrados en “tigritos” reservados para criminales irredentos. Cualquier salida debe tener como objetivo la verdad y la justicia. Sin ellas no habrá paz estable ni respeto.
oalvarezpaz@gmail.com  
@osalpaz

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LUIS DANIEL ÁLVAREZ V., CARNAVALES DE REPRESIÓN

Existe una idea, cuya veracidad es cuestionada, que señala que al momento en que Roma se incendiaba, el emperador Nerón tocaba la lira. Aunque no hay certeza de que eso ocurriese, lo que quiere transmitirse es la noción de que mientras una sociedad sucumbe a la maldad, algunos mandatarios esbozan un espíritu dicharachero.
Los regímenes autoritarios tienden a ser por naturaleza extravagantes y no pierden ocasión de evidenciar la suntuosidad de sus obras. El carnaval es tradicionalmente uno de los episodios predilectos para transmitir una sensación de tranquilidad y disfrute, aunque las condiciones sociales empeoren aceleradamente.
Resulta cruel que mientras el Gobierno reitera que el carnaval es una fiesta que debe vivirse a plenitud, miles de ciudadanos sufren torturas, otros están sometidos a discrecionales procesos judiciales e incluso algunos están desaparecidos o han muerto, no teniendo sus familiares una prensa libre a la cual pedir que divulguen una fotografía.
No es de extrañar el uso recurrente de empleados públicos y de recursos del Estado para impulsar el macabro carnaval, so riesgo que quien manifieste alguna objeción terminará siendo tildado como colaborador de uno de los partidos de la oposición, pudiendo incluso ser detenido bajo el señalamiento de traición a la patria o cualquier otro delito.
Cual Nerón, Pérez Jiménez reprimía de forma perversa y mientras las comparsas eran secundadas por papelillo y caramelos, el tenebroso aparato de seguridad del Gobierno mancillaba la dignidad humana y castigaba a quien pensara distinto. Sin embargo, al poco tiempo las máscaras cayeron, evidenciando que el régimen no era más que una burda carroza que había sembrado el miedo, empleando un tétrico disfraz de progreso.
luisdalvarezva@hotmail.com
@luisdalvarezva

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CLAUDIO FERMÍN, DIÁLOGO FALLIDO

Están frescas las imágenes de diputados chavistas embistiendo a Julio Borges y propinándole una paliza en el mismo momento cuando otros golpeaban en el piso a María Corina Machado, fracturándole la nariz en una sesión de la Asamblea Nacional. En medio de esta vergonzosa situación, el presidente de la Asamblea Nacional reía y celebraba con sus gestos la conducta de sus conducidos.

Nicolás Maduro, por su parte, ha mantenido la abusiva práctica de apropiarse de espacios radiales y televisivos que han sido pagados por anunciantes de bienes y servicios producidos por empresas que dependen de la transmisión de esos programas para que la publicidad sea efectiva y se concreten las ventas de las que dependen miles de trabajadores y la exitosa permanencia del negocio. Esas "cadenas" se repiten a diario. En ellas los críticos del gobierno son tildados de apátridas, burguesitos, bobalicones y fascistas.

En inesperado gesto de amplitud, Maduro invitó a Miraflores a líderes opositores después de las elecciones municipales del 8 de diciembre. Departió con Ledezma, Ocariz, Blyde y con otros representantes de partidos políticos de oposición. Fue una larga sesión de tensa cordialidad, pero el país recibía una buena noticia. El diálogo tocaba las puertas.

A los pocos días Maduro vociferaba que Ledezma era un conspirador, que Capriles representaba oscuros intereses extranjeros y que no eran merecedores de su confianza. El todo de la charada es que esos dirigentes continuaron haciendo oposición a sus decisiones económicas y políticas. A lo mejor Maduro pensó que el ejercicio opositor quedaba cancelado o suspendido con una visita a Miraflores.

Ahora convoca una Conferencia de Paz a la que no asistieron sino sus compañeros y unos empresarios temerosos de Cadivi y del Seniat. ¿Qué ocurrió para que recibiera este desaire? ¿Por qué esa ausencia en bloque de la oposición? ¿Sería por haber insultado a las personas que recibió en su primer llamado a diálogo? Aunque hubiese sido una reacción digna y comprensible, esa no pareciera ser la razón.

Lo que ha ocurrido es que como consecuencia de la protesta estudiantil, la Guardia Nacional y el Sebin han actuado en connivencia con bandas armadas para amedrentar, torturar y reprimir a manifestantes, con el trágico saldo de diecisiete muertos e incontables heridos.

Ante esto, el gobierno no muestra los asesinos, ni se compromete a desarmar las bandas de terrorismo urbano autodenominadas colectivos y nada dice de enjuiciar a los Guardias Nacionales que han manchado ese uniforme. ¿Qué persona seria puede ir a conversar bajo esas circunstancias? ¿Para qué? ¿Para fingir que el país está normal, para lucir "civilizados", o para lavarle la cara a quienes en todo el planeta ya saben violadores consuetidinarios de los derechos humanos?

@claudioefermin

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MERCEDES PULIDO, EL HOSTIGAMIENTO ROMPE EL MIEDO

Valencia refleja el martirio de la intimidación y represión continua. A pesar del bloqueo informativo, el miedo y el hostigamiento traspasan los umbrales de la sumisión. Las imágenes hablan solas y con ello nuestro caminar con las víctimas fatales y las heridas que quedaran como testimonio. Los movimientos sociales son producto de la ausencia de canales institucionales para dar respuestas a malestares muy profundos, por ello son impredecibles y siempre se trata de explicarlos después que se han generado. 

La protesta estudiantil viene caminando y fortaleciéndose ante la carencia de un porvenir. Todo joven es parte de una comunidad y de una familia. Tenemos tiempo señalando los homicidios y muertes de nuestra juventud y cerrando las oportunidades en nuestras escuelas, liceos y universidades. Por lo que no es sorpresivo el contagio colectivo y la identificación que las protestas permeen todo el tejido social. Si bien el miedo existe por la imposición de la fuerza, también el hostigamiento ha saturado su existencia y se achica la distancia. Por ello este proceso que vivimos difícilmente tiene retorno. "Tanto va el cántaro al agua, que al fin rompe".

El silencio notorio de la comunidad internacional tiene varios rostros: El petróleo y los negocios que lo acompañan tienen muchos amigos, la nostalgia de los discursos polarizantes entre izquierda y derecha hoy en día trasnochados son insumo de las maquinarias publicitarias, para ello vayan las palabras de los ministros justificando que no se combate la pobreza porque no queremos más escuálidos de clase media, o nuestro petróleo no debe alimentar el frenesí del "imperio" (excepto China), asumo que son fruto de la necesidad de reforzar el coro justificador del régimen. Después de 15 fallecidos, un número no definido de heridos y detenidos no puede ocultarse la convulsión existente y sus consecuencias. Heridas que tardarán tiempo en subsanarse si hubiere la posibilidad de un proceso de diálogo trasparente. Vielma Mora manifiesta matutinamente que está contra los excesos de represión, enfatiza el derecho a la protesta y defensa de los derechos humanos. En la tarde después del consejo federal convocado "culipandea" que es leal a la revolución. Esto recuerda a Galileo que a pesar de la imposición del silencio para salvar su vida, ratifica que la Tierra "se mueve".

Las protestas son una autopsia en cámara lenta que descubre un hartazgo ante la mentira y el desprecio por la diferencia. Ese hartazgo se consolida a pesar de las sombras que conocemos. 

Por ello los comunicados estudiantiles se afirman en la defensa de las libertades y  derechos humanos. El hostigamiento supera el miedo y ello no tiene retorno. Ucrania, a pesar de la imposición soviética, su identidad europea significaba futuro y lentamente clarifica objetivos. La pérdida del miedo permitirá consolidar, con alto costo de vidas humanas, las ansias de convivencia en libertad.

Mercedes Pulido 
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulido

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TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ, LA REVOLUCIÓN DE LAS PREMISAS

Los estudiantes suelen ser la vanguardia, el catalizador de los procesos políticos que generalmente son llamados revolucionarios, pero ellos jamás han tenido el poder, en ninguna parte del mundo, de concluir en la implementación de un salto hacia adelante. Quizás la vieja expresión “estudiantes no tumban gobierno” sirva para ilustrar que se requiere el subsiguiente acompañamiento de las multitudes –unas en acción no en “mostración”- para que la revuelta trascienda lo esporádico o se convierta en no más que un efímero sacrificio donde la voluntad de los jóvenes paga un alto precio.

La situación venezolana conlleva más que todo a pensar en grupos de estudiantes organizados más que la aparición de un gran movimiento estudiantil, porque si él existiese uno de sus pasos claros hubiese sido convertir la universidad y exceder las peticiones tradicionales de libertad para los que fueron cayendo en las garras de los organismos represivos. Ha brotado, no obstante, y hay que admitirlo, una vanguardia estudiantil que ha tenido el efecto de politización creciente del cuerpo social, aún insuficiente para provocar transformaciones.

Uno de los últimos gestos del régimen dictatorial venezolano ha sido la del apelo a los “campesinos”, a un intento de ruralizar la situación conflictiva visto que las protestas son urbanas. Los “rurales” son presentados como los nuevos agentes productivos, no sabemos si con la intención oculta de tratar de convertirlos en una especie de nuevo frente de defensa del régimen paralelamente a los llamados “colectivos”, unos que ya aparentemente desecharon cualquier control sobre ellos. En cualquier caso, el intento ruralizador no es de pertenencia exclusiva del siglo XIX, pues los podemos encontrar hasta en algunos casos de Europa Central ante la inminencia de la caída del poder comunista.

La situación del régimen parece la de convivencia de micro-poderes dictatoriales, dado que no se requiere de información privilegiada para saber donde cada uno de ellos tiene su parcela de influencia, o donde la mezcla de intereses sirve de cemento a las obvias discrepancias. La tentación de lanzarse sobre el otro aún no ha aparecido, pues aún prevalece la necesidad de defensa de lo que es el valor superior, léase el poder, aunque en los acontecimientos del diario podamos encontrar acciones de ejercicio en solitario por parte de las facciones por ahora unificadas en la defensa del único interés común.

Las Fuerzas Armadas, por lo que les corresponde, aún no han tenido el desafío mayor, esto es, someter a inventario los pro y los contra, contabilizar los costos y beneficios y dejan a uno de sus componentes ejercer, en comandita con los civiles armados, la represión que aún les parece acomodada a parámetros admisibles, aunque a nosotros, la población civil, la brutalidad de disparar perdigones en la cara o insistir contra un muchacho caído nos parezcan flagrantes violaciones a los derechos humanos. Y digo a nosotros, porque muy pocos en el mundo han ido más allá de pedir diálogo recitando una especie de catecismo que tienen guardado para cuando quieren manifestarse sin que sus manifestaciones tengan efecto alguno. La gran decisión militar llega cuando el desbordamiento y la inestabilidad son tales que deben decidir entre la matanza, léase genocidio, o una especie de neutralidad sin que ella implique dejar de estar atentos a la toma directa del poder. Ahora lo ejercen por persona interpuesta pero los generales, porque a ellos nos referimos, siempre deben cuidarse de los cuadros medios, dado que suelen ser ellos los protagonistas a la hora de las decisiones verdaderamente con efectos tangibles. Por lo demás, una división de las Fuerzas Armadas es siempre el ingrediente determinante de una guerra civil.

La caída de una dictadura no trae paz y tranquilidad. Es simplemente una premisa para la posibilidad de cambios sustanciales. Una revolución política no es una revolución social, pues las primeras suelen tener como único objetivo la caída de un régimen, lo que hace dificultoso prever la segunda, dado que la caída de todo gobierno por medios revolucionarios abre la espita a las luchas por el poder entre las distintas facciones y a una consecuente inestabilidad con buenas probabilidades de ser tan violenta con el hecho concreto que la permitió.

La hipocresía internacional no tiene nada que ver con acciones honestas de defensa de la democracia, de los derechos humanos o del afecto por un pueblo sometido a vejaciones. Veamos cómo hemos asistido en los últimos días a la reiterada práctica de expulsar funcionarios diplomáticos o consulares norteamericanos, lo que produce decisión similar desde Washington, para que el inefable canciller venezolano hable de “retaliación”  en su siempre desconocimiento de los términos apropiados. Sin embargo, la posterior declaración del Secretario de Estado Kerry reiterando la voluntad de su país para proceder a la normalización de relaciones y lamentando “tengan ya demasiado tiempo deterioradas” es la muestra más fehaciente de la duplicidad, pues implican que en sus cálculos no está la caída inmediata del régimen venezolano y, en consecuencia, debe arreglarse con él. 

Por cierto, y de paso, un desmentido a la supuesta injerencia gringa en las últimas acciones protagonizadas por el duramente golpeado pueblo venezolano.

Las premisas suelen también ser revolucionarias. Como la economía.

tlopezmelendez@cantv.net
@TeoduloLopezM

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