SIXTO MEDINA |
Cuando
amplios sectores de la sociedad de diversos paises, como Venezuela, se disponen
a celebrar la navidad la fecha que la comunidad cristiana dedica a rememorar el
nacimiento de Jesús y, por lo tanto, a compartir el supremo don de la
esperanza, nada mejor que detenernos a examinar la realidad venezolana para
tratar de rescatar, por debajo de la crisis evidente que nos agobia y nos
oprime, aquellos signos que invitan a mirar el futuro con algunos margenes de
optimismo.
La
navidad representa la fuerza de la cultura cristiana, con su mensaje espiritual
que llega con dificultad a un mundo donde pareciera prevalecer, la frialdad, la
indiferencia y la desesperanza. Sin duda, este mensaje tiene válidez universal.
quienes no son cristianos- católicos, ortodoxos o de las iglesias reformadas-
pueden celebrar la fiesta de la familia, de la solidaridad humana y del
renacimiento de lo espiritual en cada uno de nosotros, y confiar en un futuro
mejor, despojado del egoismo y de la injusticia que caracterizan al tiempo
presente.
Nos
estamos acercando al fin de un año extremadamente duro. Un año en que los
venezolanos continuamos sufriendo los efectos de un empeoramiento de la crisis
política y economica que cada día da lugar una mayor inestabilidad social e
inseguridad personal y jurídica; mucho más conflictiva y afectada por la
inflación con un control de cambio que no ha podido ponerle freno a una
situación critica de agotamiento de reservas, a lo que suma la caida del precio
del petróleo en torno a los 50 dólares el barril, que pone en aprieto a nuestra
economía por estar muy ligada a la exportación petrolera, cuyo ingreso de
divisas depende hoy del 85 por ciento de ese liquido natural oleaginoso y,
consecuentemente, de una dolorosa incidencia sobre el cuadro social, oscurecido
por los altos indices de desempleo y por los avances de una situación social de
inferioridad y pobreza. Testimonio patetico de esa desgarradora realidad son,
en los últimos meses la escasez de alimentos, medicinas y de productos
necesarios para subsistir, para mantener y/o conservar la vida, que ha tomado
al estado público y alcanza una deprimente repercusión internacional.
Sin
embargo, la experiencia venezolana puede y debe ser leida tambien en terminos
esperanzadores. Del comportamiento de la sociedad, del conjunto de personas
puede extraerse por lo pronto, una conclusión alentadora. No sólo por el dato,
moralmente reconfortante, de que la comunidad nacional supo afrontar y resistir
a lo largo del año una de las crisis muy graves de su historia sin caer en
fatalismos y en divisionismos ni producir reacciones exasperadas, de esa, que
ocasionan daños irreparables a la paz social.
Si
los venezolanos fuimos capaces de sobrellevar los terribles problemas que no
aquejaron durante 2014 sin quebrarnos como sociedad, hay razones fuertes para
que confiemos en nuestra capacidad y fortaleza, haciendo un amplio y decidido
esfuerzo para enderezar el rumbo histórico decididamente aciago en el que hemos
estado embarcados y para proyectarnos en el tiempo que vendrá, a un destino que
recompense nuestros desvelos. Esfuerzo, que debe ser acompañado de un franco y
sincero debate público de ideas, de cómo se puede retificar en materia
economica, petrolera y social
Nos
acercamos al fin de un año del que es necesario sacar enseñanzas, con el fin de
no volver a cometer los mismo errores; con el deseo de que en Venezuela se
generen condiciones políticas para que el país se ponga en marcha y con la
esperanza de que el 2015 sea, finalmente, el año de la anhelada recuperación de
la democracia y de la República. No, obstante queda-como ya se dijo- un espacio
significativo para la esperanza. En ese espacio debemos movernos para empezar a
caminar hacia las metas deseadas.
En
estos últimos días del año, que invitan a reflexionar, a hacer una reviisión de
la vida de cada uno de nosotros, el sencillo gesto de buena voluntad hacia el
otro, expresado en el saludo ¡Feliz Navidad!, despojado, amigable, pacifico,
está al alcance de todos como una buena manera de celebrar en los corazones la
gran fiesta de la cristiandad. Es bueno preguntarse entonces qué es lo
permanente del núcleo espiritual navideño y cúal es la parte que corresponde a
cada uno de nosotros en el recuerdo del nacimiento del niño Dios en Bélen de
que el año próximo se cumplirán 2015 años
Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto
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