NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ |
Estoy
cansado de los eufemismos, muy utilizados últimamente, quizás por temor o por
extrema prudencia. Lo cierto es que mi paciencia llegó al límite, en el cual
todo exceso de inacción o de silencio, comienzo a confundirlo con hipocresía,
cobardía, tibieza, desanimo o falta de claridad en la respuesta.
Como
si de pronto la templanza, la sobriedad y la continencia se estuvieran
distorsionando para terminar haciéndonos cómplices de las aberraciones que
vivimos en Venezuela.
Lo
peor es que lo que debería ser una virtud, sirve para ser utilizado a
conveniencia de intereses personales, para descalificar al compañero, al amigo,
al que está de mi lado en la misma lucha.
Excusan
conductas que asemejan traiciones, que condenan al abandono a ciertos líderes
reprimidos por el poder. Ciudadanos que han arriesgado todo, sacrificándose por
la democracia venezolana y por nuestra libertad.
No
sé qué pensar cuando veo las maromas discursivas con las que se justifican el
poco apoyo a Leopoldo, a los alcaldes destituidos, al despojo ilegal del curul
de diputado a María Corina. Como si la necesidad de presentarse de forma
diferente impidiera asumir una posición de rechazo firme, que los lleve a ser
clasificados como radicales, ya que los mismos argumentos que se usaron en la
lucha interna podrían revertirse.
Por
algo se afirma que el hombre es esclavo de sus palabras.
A
fuerza de buscar una identidad diferente que nos permita capitalizar imagen,
hemos terminado por convertirnos en una oposición desarticulada, no reactiva y
a la cual le falta la garra para enfrentar la gravedad de la situación.
Discúlpenme
si alguien se siente aludido, lejos de mí la intención de ofender a persona
alguna, ya que estaré dispuesto a dar lo mejor de mí por cualquier candidato
unitario. Tampoco busco echar leña al fuego, solo intento producir la reacción
necesaria que necesitamos ante la gravedad de la situación.
Las
cosas hay que llamarlas por su nombre, basta de artificios o de irse por las
ramas. Enfrentamos un gobierno despreciable, conformado por ineptos y corruptos
con poder, en él la ignorancia, la vulgaridad, el abuso del poder, el
enriquecimiento ilegal y rápido, son valores que los definen.
Han
utilizado los recursos para edificar un sistema deshumanizado, en el cual el
ciudadano ha sido reducido a peón del régimen. El temor a la justicia roja, a
los organismos represivos del Estado, paralizan y manipulan al pueblo.
Se
va haciendo ley que en este país solo tienen derechos los Chavistas, solo se
come lo que ellos decidan, solo viajan y comercian aquellos pseuvistas y
enchufados a los que ellos les dan divisas.
Los
ciudadanos se someten a las colas, a encerrase temprano si quieren evitar la
bandas y colectivos, a callarse si no quieren ser golpeados, asesinados o
condenados por policías, guardias nacionales, jueces o fiscales del régimen.
En
estas condiciones como podemos seguir fingiendo que vivimos en Democracia,
¿Quién cree que aparecerán los 20.000 millones de dólares de las empresas de
maletín de Cadivi? ¿Quién cree que se castigara a los culpables? dudo que
venezolano alguno tenga la esperanza que se acabara la corrupción en PDVSA, que
no se darán más “colitas” en sus aviones, que no se seguirá regalando el
petróleo a Fidel y Raúl Castro.
¿Quedaran
ingenuos que crean que los 20 millones de dólares, que costó el festival “Suena
Caracas”, se realizó pensando en los ciudadanos? o fue solo pan y circo para un
pueblo lobotomizado. En un país donde no existen medicinas para bajar la
fiebre, se entregan divisas para pinos, regalos navideños, festivales y no para
medicinas, total más son los que celebran, que los que lloran muertos durante
las fiestas de fin de año.
Tenemos
que apostar por la sinceridad y la transparencia, el régimen arruinó el País,
con sus desafueros, Chávez y Maduro entre dadivas, negocios, compra de
voluntades, armas, regalos, comisiones y el robo, despilfarraron la mayor
riqueza que jamás tuvo la patria. Con la complicidad de los funcionarios del
régimen y de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, todos mojados en una orgia de
corrupción.
Continuar
pensando que en el camino se enderezaran las cosas, no es muy inteligente que
se diga, al pan hay que llamarle pan y al vino hay que llamarle vino. Estamos
muy mal y vamos para peor.
Enfrentamos
la situación o caemos por el abismo. La oposición tiene la responsabilidad y el
deber de convertirse en un “factor creíble”, es la única esperanza para
Venezuela, para ello debe terminar con los rodeos, las medias tintas, los
subterfugios, las indirectas y cualquier forma que tienda a ocultar o alterar
los significados más evidentes.
Hay
sufrimientos que no tiene vuelta atrás, quien le devuelve la vida al productor
agropecuario Franklin Brito, o al hijo de Haydee Castillo de López, acusado en
falso de estar implicado en el asesinato de Danilo Anderson.
¿Cuál
prensa volverá a recordar los jóvenes y estudiantes caídos?
¿Quién
resarcirá la dignidad de Marvinia Jiménez, quien a pesar de su minusvalía, fue
agredida de manera salvaje por “una orangután” con uniforme y casco? ¿Cuál
justicia le permitirá disfrutar de sus derechos ciudadanos, tal como ella misma
lo exige?
Las
cosas hay que decirlas tal y como son, aquí se acabó la justicia, la democracia
y la libertad, nos queda una caricatura propia de fariseos. La venganza y el
odio que se han instalado, llegó con sed de poder y de destrucción, carecen de
cualquier respeto por la Constitución, de las leyes humanas y divinas… y del
respeto que nos deben como seres humanos, venezolanos y ciudadanos.
Nos
disponemos a vivir la Navidad 2014, épocas decembrinas que tradicionalmente
eran de alegría familiar, de buenas resoluciones para el nuevo año que
comenzará pronto. La perspectiva que enfrentamos es espantosa: el precio del
petróleo seguirá en bajada, el régimen endeudará hasta lo indecible al país, en
ello se perderá cualquier opción de futuro, tendremos mayor escasez de alimentos,
medicinas, repuestos y de materia prima.
Cerraran
clínicas, hospitales y farmacias, abastos, fábricas e industrias, con ello
aumentaría el desempleo, las muertes por falta de asistencia médica y la
delincuencia.
Habrá
más Leopoldos López, otros Simonovis y Afiunis, más Enzos Scaranos y Daniel
Ceballos. Probablemente hasta muchas Marías Corinas, sometidos al atropello
judicial y humano, nos contaran de las torturas físicas y psicológicas que les
afligen, algunos jamás se recuperaran, se convertirán en el símbolo de la
lucha, nuestros Nelson Mándelas.
Heridas
que marcaran para siempre nuestra sociedad y nuestro pueblo, difíciles de
sanar. Me pregunto si es necesario seguir esperando la crisis irremediable o
valdrá mejor la pena salir a recuperar hoy, la libertad de todos.
Nelson
Castellano-Hernández
Presidente
de Venezuela-Futura, Francia
nelsoncastellano@hotmail.com
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