martes, 23 de diciembre de 2014

LUIS MARIN, EL EXTRAÑO MUNDO DE OBAMA

El presidente Barack Hussein Obama II firmó un Acta de defensa de los derechos humanos y de la sociedad civil de Venezuela el pasado jueves 18/12/14 de acuerdo con la cual se podrían aplicar sanciones a ciertos funcionarios involucrados en violaciones sistemáticas de los derechos humanos ocurridas a partir de febrero de este mismo año.

Además del resurgimiento de la diplomacia secreta, se observa que no son sanciones propiamente dichas porque otorgar o revocar visas es lo que se llama un acto soberano, de los que no requieren motivación, por lo que millones de solicitantes no las reciben en todo el mundo sin que hayan hecho nada malo; como nada bueno para recibirlas.

En el pasado, cuando era fácil la vida de los profesores de Derecho Internacional, la admisión en el territorio era un ejemplo típico se acto discrecional, de los que no puede pedirse justificación legalmente, porque no cabe derecho, sino a lo sumo esperar el tiempo reglamentario para volver a intentarlo. A lo mejor simplemente se llenó un cupo burocrático y habría que esperar para un próximo período.

El bloqueo o la prohibición de realizar todo tipo de transacciones con bienes situados en el territorio nacional también es una sanción impropia, que no implica ningún caso criminal, porque puede tratarse de simples medidas de aseguramiento o embargo que no revistan necesariamente carácter penal.

Finalmente, ambas medidas prevén su no aplicación (waiver), exención o excepción, según sea el interés de EEUU, por supuesto, a juicio del Ejecutivo.

Sin ignorar la importancia del esfuerzo legislativo, visto así, no parece gran cosa, excepto por su oportunidad, firmada el día después del anuncio de restablecimiento de relaciones con Cuba, con lo cual se revela un cálculo oportunista: aprovecha aquella medida, impuesta por el Congreso, para hacer pasar ésta, que había sido largamente acariciada por el Ejecutivo.

La Administración Obama en su forcejeo con el Congreso cambia un peón por un alfil, evita una derrota y que le impongan una política en la que no cree, a la vez que toma venganza contra los molestos legisladores anticastristas, favoreciendo al izquierdismo radical; algo que se ve paradójico, porque en Latinoamérica el liberalismo es la bestia negra, pero en EEUU a los comunistas les gusta llamarse “liberales”.

Para la resistencia venezolana esto es una sobredosis del absurdo que ya creíamos que no se podía superar: ocurre que para la Administración Obama el régimen de los Castro no tiene nada que ver con la violación de los DDHH en Venezuela, no gratuitamente rebautizada Venecuba.

Se pueden anunciar sanciones que no son tales contra agentes venezolanos, omitiendo la presencia de cien mil cubanos en el territorio nacional y que las políticas, tácticas y procedimientos aplicados en Venecuba son importados y teledirigidos desde La Habana, en el contexto político subcontinental del Foro de Sao Paulo.

Para los genios asesores de Obama no es cierto que las violaciones de DDHH sean consecuencia del empeño de imponer a sangre y fuego en nuestro país un régimen calcado del castrocomunismo, extraño completamente a la idiosincrasia del venezolano y al que se ha resistido tenazmente desde el inicio de la tiranía de Chávez en 1999.

Para ellos Chávez no desapareció en Cuba en manos de los Castro que impusieron la sucesión, Ramiro Valdez nunca ha venido a Venezuela, el G2 es una leyenda urbana.

Ante la opinión americana, los chicos malos estarían si acaso en Venezuela, Cuba es algo así como la tierra de Nunca Jamás.

SOPORTAR AL TERRORISMO

También debe evaluarse la pertinencia de mantener a Cuba dentro de la lista de los Estados que patrocinan el terrorismo. Quizás ayude un poco la historia de las guerrillas en Latinoamérica, en África, Medio Oriente y el Sudeste Asiático.

Si puede atribuirse alguna doctrina política a Fidel Castro ésta es, sin duda, la de la Lucha Armada, que ha sostenido tenazmente durante toda su larga vida política. Cuba ha respaldado, adiestrado, armado y financiado absolutamente a todos los movimientos guerrilleros de la segunda mitad del siglo XX en Latinoamérica incluyendo a los de Puerto Rico, que tuvieron su etapa más sangrienta precisamente en 1982, cuando la Administración Reagan incluyó a Cuba en ese registro.

Venezuela ha vivido la experiencia directamente sufriendo invasiones provenientes de Cuba desde el inicio mismo de la revolución que han sido relatadas y documentadas por sus protagonistas, por lo que no es  necesario abundar en ellas.

Las razones para incluir a Cuba en la lista son su manifiesto apoyo a las FARC y otros grupos guerrilleros colombianos, así como a la ETA de España. ¿Algo ha cambiado desde entonces? Parece un hecho cierto e  incontrovertible que los jefes negociadores de las FARC viven como reyes en Cuba mientras desarrollan las supuestas negociaciones de paz con el gobierno de Santos.

Cualquiera puede desvelarse las noches que quiera pensando: ¿Cómo es posible que el gobierno de Colombia haya abandonado la política comprobadamente exitosa de Álvaro Uribe, de Seguridad Democrática, para embarcarse en la mil veces fracasada que ensaya otra vez Santos? Y no podrá llegar a ninguna otra conclusión sino que la administración Obama repudió el Plan Colombia a favor de su doctrina universal de negociaciones incondicionadas.

Así como siempre se ha dicho que un factor del fracaso de EEUU en Vietnam fue, entre otros, la ideología de sus teóricos decisionistas, expertos en teorías de juegos y modelos matemáticos; tendrá que decirse hoy que el fracaso de Obama es consecuencia de los expertos en negociación, convencidos de que hay que darle satisfacciones al contrario, porque las guerras no se ganan nunca del todo si no todos ganan siempre. El problema es que no se puede satisfacer al enemigo sin defraudar proporcionalmente a los amigos.

Los decisionistas eran fríos y cínicos; los negociadores están obnubilados por la  creencia invencible de que la hostilidad contra EEUU es culpa de los propios EEUU; olvidando que el antiamericanismo tiene idéntica raíz psicológica que el antisemitismo: comunistas e islamistas odian a EEUU e Israel porque esa es su decisión, la base de sus respectivas políticas, su factor de unificación y organización.

Nada le produce más repugnancia a un negociador que las ideas del “eje del mal” tipo R Reagan o GW Bush, por su confianza dogmática en la racionalidad de los actores que no pueden buscar otra cosa que su propio bien, lo que los hace naufragar en el pantano del buen salvaje y el buen revolucionario.

Pero quienes sí conocen a los salvajes y a los revolucionarios porque tienen que sufrirlos a diario saben que el mal radical existe, que hay sujetos resentidos, cegados por el odio, que están movidos por un deseo insaciable de venganza, que abrigan un placer perverso en la destrucción, que saben que nunca superaran la miseria porque la llevan dentro; pero en cambio sí pueden arruinar a quienes saben que son mejores que ellos.

Solamente hay que ver ese intercambio del rehén Alan Gross, trabajador social judío, por los espías castristas de la conocidísima red avispa, convictos y confesos, juzgados y condenados legalmente en los EEUU, para darse una idea de lo que es un régimen malvado, inhumano, mentiroso, perverso y cruel.

Las acusaciones contra Gross fueron haber pretendido instalar un sistema de acceso a internet para la comunidad judía de Cuba que, por cierto, se ha reducido a un décimo de lo que fue, de más de quince mil almas antes de la revolución o menos de mil quinientas hoy en día. Las evidencias incriminantes: teléfonos celulares y ¡unas tarjetas SIM!

Idéntica política que aplican Hamas y Hezbollah en los intercambios de un rehén judío por miles de terroristas de manos ensangrentadas que son recibidos como héroes en ese festín de tergiversaciones que son los asentamientos árabes en Israel, tal cual como ha ocurrido hoy en Cuba, donde reciben estruendosamente a criminales devolviendo a cambio un despojo humano, desdentado, con cincuenta kilos de peso menos que cuando fue secuestrado, agradecidísimo por la bondad de los cubanos.

No en balde Fidel Castro recibía a Yaser Arafat con honores de Jefe de Estado y rompió relaciones con Israel desde 1973, Chávez lo hizo en 2009, los han seguido Evo Morales y Daniel Ortega.

A Venecuba arriban cientos de fedayines importados directamente del Medio Oriente con el argumento de que vienen a hacer cursos de medicina comunitaria. Nadie esboza la menor alarma, menos que nadie EEUU. El sistema interamericano presidido por un esbirro como Insulza no ve en ello ningún peligro a la estabilidad y seguridad de la región. Ni siquiera Santos advierte ninguna amenaza de sus nuevos mejores amigos.

Ya puede preverse cuál será el resultado de la Comisión Kerry sobre si Cuba soporta o no al terrorismo internacional.

DE BLOQUEO A EMBARGO Y VICEVERSA

Uno de los temas más recurrentes de la mitología castrista, que es más delirante que la mitología griega, es el del embargo, que ellos llaman cuando les conviene “bloqueo”.

El embargo es culpable de todos los problemas sobre todo económicos de Cuba, un pretexto perfecto para el estado de guerra permanente y el estado de sitio a que tienen sometida a la población, como también para la paranoia de Estado.

Cualquiera que alce la voz en Cuba se convierte ipso facto en un agente del “imperialismo”, otro tema recurrente de la mitología castrista, que es como llaman a los EEUU, para no ofender a la izquierda americana a quien tanto le deben.

El caso es que bloqueo propiamente dicho sólo lo hubo durante la crisis de los cohetes y por menos de un mes, de octubre a noviembre de 1962. De resto, Cuba nunca ha estado bloqueada y utilizar esa expresión es una falsedad generalmente malintencionada.

Se ha hecho moneda corriente también en Venecuba hablar de “bloqueo”, incluso entre la oposición oficial, para acentuar el colaboracionismo con el discurso totalitario y con los mismos propósitos que se usa en la metrópolis.

Pero lo verdaderamente desquiciante de la izquierda americana enemiga del embargo es que eran los campeones de las sanciones económicas en el caso de la confrontación con Rusia, recientemente, pero también con Irán en el pasado y mucho antes con Corea del Norte; lo que nadie se explica es el porqué habría de funcionar allá lo que no ha funcionado aquí o porqué no funciona aquí lo que debería funcionar allá.

La cuestión es simple, cuando las negociaciones diplomáticas parecen agotadas y se trata de evitar la opción militar, lo que queda es jugársela a las sanciones económicas; pero cuando éstas no logran su objetivo, no parece que lo sensato sea echar para atrás y rendirse, sino entrar en lo que tradicionalmente se llamaba “una escalada”.

Lo casi cómico en el caso de Cuba es que se argumenta pragmáticamente la falta de resultados en cuanto a lograr la liberalización de la isla; pero en lugar de subir la presión, se opta por lo contrario, pasar a colaborar con el enemigo como si nada hubiera pasado en medio siglo.

La verdad, a los latinoamericanos no nos sorprende que EEUU apoye dictaduras militares en el subcontinente porque es lo que ha hecho siempre, pero aquellas al menos eran pro-norteamericanas; lo inquietante es que lo haga con una dictadura militar comunista manifiestamente hostil no solo a sus intereses sino a los valores que dice defender en el mundo y que son el fundamento de su grandeza y prestigio.

Los enemigos del embargo olvidan las razones que los trajeron hasta aquí. Ninguno menciona a las empresas americanas expropiadas sin indemnización, las confiscaciones, los abusos y atropellos contra los derechos humanos, los robos, los fusilamientos, en fin, el terror rojo, la cárcel y extrañamiento de millones de cubanos.

Hoy, cuando todavía se ven casos de pagos de compensación, devoluciones de obras de arte y otros bienes robados por los nacionalsocialistas a los judíos durante la segunda guerra mundial, parece que son los cubanos los únicos que tienen que resignarse a no recibir nunca ninguna satisfacción por lo que han sufrido.

No debe ignorarse que otros regímenes avanzan por el mismo camino que ha trazado la familia Castro, hay otros aprendices de tiranos depredadores y la aspiración de todos los socialistas es que los daños que causan se vuelvan irreversibles.

Los Castro tienen que pagar lo que deben antes de irse al infierno, incluso deben servir de ejemplo para aquellos que pretendan seguir ese camino.

Es una deuda histórica y la póliza para un futuro más seguro.


Luis Marin
lumarinre@gmail.com

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