JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ |
Si algo ha retardado concretar la antigua y noble
aspiración venezolana de albergar en nuestra tierra patria las sagradas cenizas
del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José Sucre, ha sido la constante, firme
y honrosa resolución del pueblo ecuatoriano de conservarlas y resguardarlas en
la histórica Quito como testimonio de gratitud y reconocimiento nacional, bajo
el estricto y superior compromiso del deber de respetarlas y de honrarlas, así
como también contribuir a preservar su legado de verdadero patriotismo,
afirmación republicana, sentido de unidad americana, en torno a su causa
esencial: la libertad del hombre, la realización de sus derechos, la vigencia
de los principios liberales que aseguran la existencia de una nación. Si algo
ha determinado igualmente la permanencia de sus preciados restos a los pies del
Pichincha, ha sido la propia voluntad del Mariscal, quien sin olvidar su lar
nativo, la heroica Cumaná, solicitó que ellos permanecieran en aquella ciudad
que presenció asombrada cómo nacía entre sus manos la libertad que conquistó
por igual su espada y su virtud.
Si alguna familia fue constante en la lucha por la
independencia desde el nacimiento mismo de la República, si alguna se destacó
desde el primer instante y hasta el último sacrificio por la libertad de
Venezuela, fueron los Sucre. Don Vicente de Sucre estuvo entre los iniciadores
del movimiento independentista en Cumaná desde sus comienzos en el año 1810 y
sus hijos, las mujeres y los hombres de su estirpe, estuvieron presentes entre
nuestros principales civiles, mártires y soldados de la libertad, y si alguno
representó al ilustre apellido en los más encumbrados términos entre los fastos
de la historia universal por la nobleza de su origen, por la virtud de su
carácter, por la hidalguía de su sangre, por la grandeza de sus hechos,
europeos primeros, americanos luego, como ejemplo de lealtad y constancia en
las luchas de Flandes y de España, con abnegación y patriotismo en las luchas
de América sosteniendo los derechos del hombre y la dignidad del ciudadano, fue
el inmaculado General Sucre.
A través de importantes trabajos históricos
denominados: "Ideas para el Bicentenario de Sucre" y "El Panteón
Nacional y el Bicentenario de Sucre", publicados en el diario "El
Universal" el 3 de febrero de 1993 y el 6 de abril de 1994, respectivamente,
su digno descendiente y meritorio
ciudadano, el doctor Jorge Sucre, le presentó desde entonces a la Nación una
serie de significativas propuestas para intentar rescatar los restos de don
Vicente de Sucre, padre del Mariscal, así como también de varios de sus hijos,
los coroneles de la independencia José Gregorio Sucre Alcalá (su ancestro
directo) y José María Sucre Alcalá, quienes fueron héroes en nuestra magna
lucha y hermanos especialmente entrañables al Mariscal.
En sus valiosos escritos el Dr. Jorge Sucre nos
refiere la biografía de esos meritorios personajes, sus respectivas
trayectorias militares y políticas y la fundamentación jurídica e histórica del
posible traslado de los restos al Panteón Nacional, como en efecto fue
decretado por el Ejecutivo en el año 1876. Las cenizas de José María aún se
encuentran en el antiguo cementerio de Cumaná, amenazadas de perderse, y las de
José Gregorio, el más querido de los hermanos del Mariscal, en Margarita.
Con sentido de verdadera patria, sin egoísmos ni
miserias, sin infelices mezquindades, con grandeza de alma y auténtica
consecuencia venezolanista, como corresponde a un país civilizado y
democrático, sin posturas que impidan la noble iniciativa aún pendiente desde
el bicentenario del nacimiento del Mariscal, debe ser acogida la iniciativa del
Dr. Jorge Sucre elevada ante la consideración nacional con autoridad y
fundamento de quien no sólo es descendiente directo de los héroes sino un
venezolano distinguido que ha servido al país en todos los campos de su acción
ciudadana y personal y quien ha sabido representar con hidalguía el apellido de
los Sucre dentro y fuera de Venezuela.
En homenaje a Cumaná, la ilustre cuna del Mariscal y
de muchos de los Sucre, la ciudad que debe recibir junto a Caracas y otras
admirables las honras de la patria, el 27 de noviembre de 2015, fecha de los
500 años de su fundación, bien podría ser la oportunidad -entre muchos otros
reconocimientos que esa tierra merece-, de trasladar al Panteón Nacional los
restos que se encuentren de los Sucre, como gesto de gratitud, reconocimiento
superior y unidad nacional, tal y como lo hacen los pueblos ejemplares que
saben honrar a sus prohombres, sostener sus valores comunes, recordar sus
acontecimientos principales, defender y alcanzar con sabiduría y dignidad su
futuro.
Jose Felix Diaz Bermudez
Jfd599@gmail.com
@jfd599
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