martes, 9 de diciembre de 2014

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, SUCRE AL PANTEÓN

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ
Si algo ha retardado concretar la antigua y noble aspiración venezolana de albergar en nuestra tierra patria las sagradas cenizas del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José Sucre, ha sido la constante, firme y honrosa resolución del pueblo ecuatoriano de conservarlas y resguardarlas en la histórica Quito como testimonio de gratitud y reconocimiento nacional, bajo el estricto y superior compromiso del deber de respetarlas y de honrarlas, así como también contribuir a preservar su legado de verdadero patriotismo, afirmación republicana, sentido de unidad americana, en torno a su causa esencial: la libertad del hombre, la realización de sus derechos, la vigencia de los principios liberales que aseguran la existencia de una nación. Si algo ha determinado igualmente la permanencia de sus preciados restos a los pies del Pichincha, ha sido la propia voluntad del Mariscal, quien sin olvidar su lar nativo, la heroica Cumaná, solicitó que ellos permanecieran en aquella ciudad que presenció asombrada cómo nacía entre sus manos la libertad que conquistó por igual su espada y su virtud.

Si alguna familia fue constante en la lucha por la independencia desde el nacimiento mismo de la República, si alguna se destacó desde el primer instante y hasta el último sacrificio por la libertad de Venezuela, fueron los Sucre. Don Vicente de Sucre estuvo entre los iniciadores del movimiento independentista en Cumaná desde sus comienzos en el año 1810 y sus hijos, las mujeres y los hombres de su estirpe, estuvieron presentes entre nuestros principales civiles, mártires y soldados de la libertad, y si alguno representó al ilustre apellido en los más encumbrados términos entre los fastos de la historia universal por la nobleza de su origen, por la virtud de su carácter, por la hidalguía de su sangre, por la grandeza de sus hechos, europeos primeros, americanos luego, como ejemplo de lealtad y constancia en las luchas de Flandes y de España, con abnegación y patriotismo en las luchas de América sosteniendo los derechos del hombre y la dignidad del ciudadano, fue el inmaculado General Sucre.

A través de importantes trabajos históricos denominados: "Ideas para el Bicentenario de Sucre" y "El Panteón Nacional y el Bicentenario de Sucre", publicados en el diario "El Universal" el 3 de febrero de 1993 y el 6 de abril de 1994, respectivamente, su digno descendiente y  meritorio ciudadano, el doctor Jorge Sucre, le presentó desde entonces a la Nación una serie de significativas propuestas para intentar rescatar los restos de don Vicente de Sucre, padre del Mariscal, así como también de varios de sus hijos, los coroneles de la independencia José Gregorio Sucre Alcalá (su ancestro directo) y José María Sucre Alcalá, quienes fueron héroes en nuestra magna lucha y hermanos especialmente entrañables al Mariscal.

En sus valiosos escritos el Dr. Jorge Sucre nos refiere la biografía de esos meritorios personajes, sus respectivas trayectorias militares y políticas y la fundamentación jurídica e histórica del posible traslado de los restos al Panteón Nacional, como en efecto fue decretado por el Ejecutivo en el año 1876. Las cenizas de José María aún se encuentran en el antiguo cementerio de Cumaná, amenazadas de perderse, y las de José Gregorio, el más querido de los hermanos del Mariscal, en Margarita.

Con sentido de verdadera patria, sin egoísmos ni miserias, sin infelices mezquindades, con grandeza de alma y auténtica consecuencia venezolanista, como corresponde a un país civilizado y democrático, sin posturas que impidan la noble iniciativa aún pendiente desde el bicentenario del nacimiento del Mariscal, debe ser acogida la iniciativa del Dr. Jorge Sucre elevada ante la consideración nacional con autoridad y fundamento de quien no sólo es descendiente directo de los héroes sino un venezolano distinguido que ha servido al país en todos los campos de su acción ciudadana y personal y quien ha sabido representar con hidalguía el apellido de los Sucre dentro y fuera de Venezuela.

En homenaje a Cumaná, la ilustre cuna del Mariscal y de muchos de los Sucre, la ciudad que debe recibir junto a Caracas y otras admirables las honras de la patria, el 27 de noviembre de 2015, fecha de los 500 años de su fundación, bien podría ser la oportunidad -entre muchos otros reconocimientos que esa tierra merece-, de trasladar al Panteón Nacional los restos que se encuentren de los Sucre, como gesto de gratitud, reconocimiento superior y unidad nacional, tal y como lo hacen los pueblos ejemplares que saben honrar a sus prohombres, sostener sus valores comunes, recordar sus acontecimientos principales, defender y alcanzar con sabiduría y dignidad su futuro.

Jose Felix Diaz Bermudez 
Jfd599@gmail.com 
@jfd599
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