JOSÉ ERNESTO PONS BRIÑEZ |
La
sombra de la violencia en el continente americano parece estar presente a
niveles increíbles en estos tiempos, esta sensación se percibe en un 2014 que
deja una marca capaz de hacer reaccionar al más indiferente. Esta recorre las
calles, se pasea por los parques, y
deambula por los caminos, como también, la encontramos asentada en los hogares
donde sistemáticamente se establece como una nueva forma de vida para las
familias y las comunidades; sin ser entendida por el estamento político, hoy
más que nunca, desacreditado e incapaz de dar respuestas a este problema
social.
Desde EEUU, pasando por México, Venezuela y
Colombia entre muchos más, se vislumbra el descalabro social causado por la
violencia, hablándose que el 84% de esta violencia queda impune. Pasando de
pequeños disturbios a escenas grotescas del crimen, en fin de una violencia que
nos indica que algo pasa y que solo se espera, un suceso que sea más que el
otro para llamar la atención. Problemas raciales aparentemente superados,
establecimiento de nuevos gobiernos como el de México y casos como el de
Venezuela, donde las estadísticas superan más de 200.000 asesinatos
aproximadamente en 14 años. Son las voces de la desesperación que claman con
urgencia el retomar el tema y darle respuestas pero sin impunidad.
Sin
ahondar en el presente por razones de espacio. Diagnosticar la violencia en
tipos y casualidades nos haría muy confuso el establecer la vía mas expedita de
lograr visualizar el origen y la cura para este mal; vemos que el problema
común en nuestros países no es, ideológico ni de modos de producción, sino, de
formas de comunicación y entendimiento entre las demandas ciudadanas, la
realidad tecnológica, la justicia y el manejo político de estas variables que
arropan las formas tradicionales de estilos de gobierno “populistas”, que hoy
por hoy, se presentan caducos, anticuados y sin relación con el tiempo en que se
vive en el mundo.
Nuevas
formas y nuevos elementos en la práctica de gobierno se presentan y se conjugan
con extrema exigencias que aparentemente no logran hacerse entender ante este
estamento. Pretendiendo seguir haciendo las cosas como siempre las han hecho y
esperando de estos nuevos resultado es lo común; darle largas al asunto a ver
si le toca a otro afrontar este flagelo social es otra. Es por ello que la
consideración es basarnos en nuevos paradigmas y manifestaciones que logren
dilucidar el origen y la solución a la violencia en nuestra región.
La
comunicación, el uso adecuado de la tecnología, la interpretación inteligente
de las demandas sociales, y la focalización local de estas complejas variables,
lograran encontrar no solo las respuestas viables en los sectores productivos,
sino, la transformación de nuestros ciudadanos, sus familias y las comunidades
en nuestros municipios. Nunca un gobierno nacional, logrará hoy en día darle
respuestas a este flagelo. Sus intentos solo han dejado falsa promesas,
profunda frustraciones y una desesperanza aprendida que nada ayuda a superar la
violencia en Venezuela y el continente.
José
Ernesto Pons Briñez
joseponschene@hotmail.com
@JosePonsB
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