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En el campo económico
encontramos una vasta literatura que aborda las causas que propician el
crecimiento económico, destacando entre otros temas los efectos macroeconómicos
y complementariedad del (1) gasto público y de la expansión fiscal sobre la
demanda agregada y el dinamismo del aparato productivo nacional (oferta
agregada), en el entendido que debe asumirse como una estrategia de corto plazo
ya que al tiempo puede generar déficit fiscal hasta afectar negativamente las
variables económicas y en especial las reservas internacionales; así como la
relación de la (2) inversión privada en capital físico y el aumento del
bienestar al inducir un incremento del ingreso y por tanto de la demanda a la
luz del mercado laboral. Por otro lado, es de marcada obviedad el impacto
directo que tiene el tipo de cambio sobre el desenvolvimiento de la economía
habida cuenta de su condicionamiento a la inflación interna entre países, que
en la práctica se traduce en una sobrevaluación que impulsa las importaciones a
la par de disminuir la oferta futura de divisas ante el estrangulamiento de la
producción interna en respuesta a un “modelo” económico (caso Venezuela) que
confiere prelación al consumo y el comercio por encima de la inversión; para un
Gobierno que manejó (1999-2013) más de $1 millón de millones (un 1 seguido de
12 ceros) para un promedio anual de $66.700 millones; lapso donde el precio del
crudo venezolano experimentó un incremento superior al 980% que en mucho indujo
impactos negativos como una inflación acumulada del 2.850%, un crecimiento en
la liquidez monetaria de 11.500%, siete devaluaciones, caída de las reservas
internacionales, gestión deficitaria del sector público en los últimos 7 años
(16,9% del PIB en 2013 y un estimado 2014 de 21% del PIB), eliminación en 2005
del Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM) que tenía carácter
contraciclico (ahorrar para contrarrestar caídas del precio petrolero) para dar
paso al Fondo Nacional para el Desarrollo Nacional (FONDEN) con objetivo
preciclico (gastar sin control el excedente en paralelo al presupuesto
nacional) que a la fecha ha manejado más de $100.000 millones, caída de la
inversión extranjera directa (54% en 2014), debilitamiento sector manufacturero
nacional (trabaja actualmente al 49% de su capacidad instalada), aumento
desproporcionado en el control y regulación de precios bajo la excusa de
procurar equidad social favoreciendo al consumidor final en lugar de orientar
acciones para inducir una eficiencia del mercado para elevar la producción en
pro de garantizar a la población el acceso a más y mejores bienes y servicios
(distinto a distribuir poco entre muchos).Este conjunto de hechos indeseables,
nos llevó a estar ocupando en América
Latina el último lugar en competitividad.
Inferimos, que en
2015 se inicia el final de la ficción que en esencia implica un ejercicio de
autocrítica tanto del enfoque ideológico como de la política económica como un
todo, en un horizonte que va más allá de la caída del precio promedio de
nuestro crudo por un mediano plazo ($61,92/b al 5/12/14) hasta definir un
concreto modelo económico. Se hace imperiosa la adopción de medidas, que tengan
como norte rescatar la confianza en el bolívar, las cuales sin duda tendrán un
“costo político” que debe asumirse so pena que la avalancha social las imponga
anárquicamente. Ahora bien, ¿qué visualizamos para la Venezuela económica 2015?
Veamos: una ¡contracción de la economía! caracterizada por un ciclo recesivo en
el primer semestre; precio promedio de nuestro petróleo de unos $75/b ante la
presencia del petróleo esquisto (fracturación hidráulica de rocas); inflación
superior al 110%; déficit fiscal de un 25% del PIB; reducción de las
importaciones (fundamentalmente privadas); dólar paralelo de Bs 140 en
promedio; crecimiento negativo del PIB de -3%; déficit de divisas por encima de
los $20.000 millones; deslizamiento del tipo de cambio Bs 6,30 hasta unos Bs
13/$ (devaluación soterrada); deterioro superior al 60% en la capacidad de
compra; promedio ponderado del tipo de cambio de unos BS 32/$ (que bien puede
asumirse como cambio único); ampliación del desajuste económico ante la
ausencia de precios relativos; expansión de la liquidez monetaria (emisión de
dinero inorgánico); disminución de la oferta de empleo; disminución del
consumo; elevación de la pobreza; desabastecimiento generalizado; magnificación
de la escasez de alimentos y medicinas; manejo mediático de un supuesto “éxito”
del manejo gubernamental de la economía y del “enfrentamiento” de una guerra
económica; criminalización del sector privado de la economía. En fin,
observamos una situación grave no solo para el presente sino para el futuro de
la economía, de la cual es complicado salir y la recuperación es lenta y
difícil. Superando la sumisión,
exigiendo nuestros derechos y cumpliendo los deberes ¡¡lo lograremos!!.
Economista Jesús Alexis González
Jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
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