jueves, 11 de diciembre de 2014

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, YO SIGO CON MIS MANÍAS

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA
Todos los viejos tienden a ser maniáticos, y yo no escapo a esa natural predisposición.  Tengo algunas que casi llegan a obsesiones.  Por ejemplo, y para comenzar con una poco importante: me saca de quicio leer “sobretodo” —como un solo vocablo — cuando se intenta decir: “por sobre todas las cosas”.  En una sola palabra de cuatro sílabas existe, pero no para esa denotación.  Es para particularizar a una prenda de vestir que se emplea en climas fríos y que se coloca de último, por encima de la camiseta, la camisa, el sweater y el saco; para nada, porque el frío le llega a uno hasta el esternón.  En ese error caen hasta plumas muy respetables.  Y, cuando leo ese error, se me revuelve todo. 

Otra cosa que tengo como fijación es —ya que estamos en temporada navideña— criticar algo que otros admiran: las cruces iluminadas que son encendidas en las cimas de algunos cerros cercanos a las capitales del país y algunos estados.  La cruz es símbolo de muerte —y, para nosotros los cristianos, también de redención— no de nacimiento.  Lo que guió a los reyes magos y se puso encima del pesebre de Belén era una estrella.  Por eso, hoy es la alegoría de nacimientos.  Si alguien tiene dudas de lo que digo, con ir a un cementerio y ver alguna lápida podrá corroborar lo que afirmo.  Pero, claro, quien las puso en los topes de las lomas eran de Cadafe —sinónimo de incapacidad, flojera e ineptitud.  El esfuerzo mínimo al convertir una torre de alta tensión en un símbolo era ponerle un par de brazos.  Y eso hicieron.  La exhortación, aunque sé que ninguna autoridad me va a parar, es para que el la Navidad del 2015, podamos ver estrellas iluminando las poblaciones venezolanas.

Una tercera es creer que las becas deben ser concedidas por méritos, no como prebendas a los copartidarios.  Recién en estos días, Nicolas las prometió a “estudiantes” de franela roja y, probablemente, de Misión Sucre —no de universidades serias—, que fueron arreados ante su adiposa presencia.  Lo justo es que las ayudas monetarias vayan a quienes han demostrado capacidad, denuedo, voluntad, en la prosecución de los estudios.  Y más justo aún sería que se estableciese un baremo con una matriz de dos entradas: notas y capacidad económica.  ¿Pobre de solemnidad pero brillantísimo estudiante?, ¡denle todos los reales!  ¿Brutazo pero con papi milli?, ¡que se fuña, así sea hija de Diosdado!

Pero mucho me temo que la promesa hecha por el ilegítimo no pase de ser una más de las muchas incumplidas por él.  Que vaya a resultar igualita que lo del 45 por ciento de aumento para los militares, que no ha llegado todavía, a tres meses del momento en que lo ofreció.  Anuncio que no sirvió sino para aumentar la tirria que hoy le tienen los venezolanos a los militares.  O sea, estrenos decembrinos, nanai-nanai.  Porque este es un régimen buchipluma…

La otra fijación que tengo, y que se llevará el resto del escrito, es que, entre todos los candidatos que fueron a las primarias, María Corina era la mejor.  Por eso voté por ella; por eso la tengo como avatar en mi teléfono, Facebook, Twitter y cuanto sirva para apoyarla.  La valentía, la entereza, la pulcritud y la defensa de lo que es correcto que ha demostrado a lo largo de su vida pública así lo demuestran.  Desde que le dijo en su cara al inmortal fallecido que expropiar sin pago era robar, no ha dejado de decir verdades.  Y, por eso, ha sido golpeada hasta fracturarla por una virago —“marimacha”, para que no tengan que buscar en el diccionario—, vilipendiada, amenazada, despojada ilegalmente de su diputación por decisión de alguien que no sacó ni una cuarta parte de los votos que logró ella. 

La más reciente vileza que el régimen ha intentado contra ella es eso de buscar que corra la misma desventura que Leopoldo, Scarano, Ceballos y Lucchese —que no se nos olvide este último, que no es enemigo político y que solo está pagando por leal y comprometido cívicamente—, encerrados porque constituyen unos adversarios difíciles de vencer en cualquier competición electoral; para los cargos que sean.  Con María Corina se intenta eso mismo: que no sea la formidable contendiente que le pueda sacar más de 200 mil votos al rojo-rojito que le pongan enfrente.  Está claro que el Ministerio Impúdico lo que hace es cumplir las órdenes que llegaron de Cuba y que son transmitidas desde el Palacio de Ciliaflores.  La intimidación inicial era para tratar de que se fuera del país.  Cómo se ve que no la conocen…

Y ese dechado de honestidad y honorabilidad que es Pedro Carreño —en una continuación de la saga “La Muerte de Montesinos” y el culebrón “El voyeur Cisneros  te mira cuando te desnudas frente a DirectTV”—, sale con ese chorro de babas a denunciar un magnicidio que no es sino el “parto” mental de algún cubano en la Sala Situacional.  Libreto por demás recurrido en estos largos 16 años.  El único basamento de la acusación son unos supuestos correos que dizque ella le mandó a otros personajes de la alternativa democrática.  Y que ya Google se encargó de informar que no fueron emitidos por María Corina.

Por eso, la mechi-oxigenada se vio en el disparadero de cambiar el delito a ser imputado.  Ahora es “conspiración”.  Que el Código Penal mantiene con descripción gomecista y que no ha sufrido reformas de los “legisladores”  porque se aviene al interés actual del régimen: poner preso a todo quien ose pensar diferente.  En todo caso, quienes tratan de “destruir la forma política republicana que se ha dado a la nación” y han solicitado “la intervención extranjera en los asuntos de la política interior de Venezuela” han sido los que han desgobernado desde hace 16 años.  A ellos es a quienes hay que imputar.  Porque han violentado las formas de organización que establece la Constitución al crear los consejos comunales y organizar milicias, y porque, de hecho, nos han convertido en una colonia cubana.

En fin, que, como le escribió mi querida Marianella a la madre de María Corina: “estamos enfrentando un absoluto terrorismo judicial. Estoy convencida de que le tienen miedo; y las armas para atacarla son iguales a ellos, falsos y a lo bestia”.

Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt

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