lunes, 15 de diciembre de 2014

ENRIQUE GUILLERMO AVOGADRO, LA LEONA, HERIDA Y PELIGROSA, DESDE ARGENTINA,

"Un ejército de ciervos comandado por un león es mucho más peligroso que un ejército de leones dirigido por un ciervo". Plutarco
ENRIQUE G. AVOGADRO
El domingo pasado, el diario La Nación publicó un excelente reportaje que realizó a SS Francisco su amiga Elizabetta Piqué. Sabiendo que el ilustre entrevistado nunca habla sin sentido y conoce el alcance que tienen sus palabras, hubo dos frases del Papa que me llamaron profundamente la atención: "La Argentina tiene que llegar al término del mandato en paz. Una ruptura del sistema democrático, de la Constitución, en este momento sería un error".

Me pregunté a qué se refería el sumo Pontífice. Porque parto de una verdad que tiene dos mil años: el Vaticano posee el mejor servicio de informaciones del mundo, aunque no tenga tan "diversificadas" sus actividades como el Mossad, la CIA o el MI5. La Iglesia Católica está distribuida por el mundo entero y cuenta con una estructura ciertamente verticalista en la cual sus "agentes" se cuentan por millones, en todos los países y en todas las clases sociales, desde donde fluyen en forma permanente los datos que permiten a la Secretaría de Estado papal ejercer tal influencia política global.

¿Qué sabe Su Santidad que los argentinos de a pie no conocemos?, o sea, ¿quiénes son los que pondrían en riesgo el orden constitucional que tanto le preocupa? Hasta ahora, cuantos lo visitaron en Roma juraban que el Papa repetía una muletilla -"Cuiden a Cristina"- que podía interpretarse de muchas maneras, pero nunca como una apelación contra una eventual "ruptura del sistema democrático". Parece que las antiguas visiones que, cuando era Jorge Cardenal Bergoglio, comentaba a sus íntimos, que hablaban de derramamientos de sangre en Plaza de Mayo, han vuelto a ensombrecer el ánimo papal.

Pero pensemos juntos. Básicamente, no hay aquí institución o grupo político alguno -excluidos, quizás, ciertos "iluminados" y varios aterrorizados cómplices de los Kirchner- que pueda estar pensando en una "ruptura del sistema democrático". Por lo demás, debemos coincidir en que el contexto global no permitiría un golpe militar, a la vieja usanza, en nuestro país y en ningún otro del mundo occidental, más allá de la real incapacidad actual de nuestras fuerzas armadas de intentar algo así.

Si eso es cierto, debemos concluir que el único que posee la fuerza -los "fierros"- necesarios para romper el orden democrático es el Gobierno y los mercenarios que lo siguen. El inventario, en ese caso, resulta más que simple: Hinchadas Unidas Argentinas (los delincuentes de las barras bravas del fútbol), el Vatayón Militante (los presos más peligrosos, a los que el propio Hortel, ex Director del Servicio Penitenciario Federal, organizó y encolumnó), los militantes de la Tupac Amaru, cuya jefa es Milagro Sala, y algunos nucleados en torno a Luis D'Elía, y la enorme masa de los "ni-ni", es decir, jóvenes que no trabajan ni estudian pero que, por ser adictos al paco y otras substancias, se convierten rápidamente en sicarios dispuestos a matar y morir por una dosis más. Armas sobran: recuerde la cantidad de ellas desaparecida del RENAR, o los montones "robados" en las unidades militares o en insólitos traslados sin custodia, amén de las que llegaron al Conurbano desde Jujuy con la droga.

Cuando enuncio esta posibilidad en voz alta, muchos me piden que exponga qué formato tendría un autogolpe así orquestado, y la verdad es que carezco de respuesta. No tengo la menor idea acerca de cómo actuará el oficialismo más acérrimo y cerril si los hechos que tanto preocupan a Su Santidad finalmente se produjeran.

Y si usted es de los optimistas que cree que nada de eso sucederá y que el FpV entregará pacíficamente el poder a quien las urnas designen, aún cuando éste fuera de un signo contrario, le propongo un ejercicio simple: cierre los ojos e imagine una fotografía de doña Cristina pasando la banda y el bastón a alguien que, sabe, no tendrá otra posibilidad que meterla presa.

Si ha seguido mis notas, recordará que sostengo, desde hace tiempo, que la oposición real a la Presidente está configurada por tres fuerzas enormemente importantes: la salud de doña Cristina, la economía real y la Justicia, local y de otros países, que determinará su futuro internacional cuando aquí ya sea historia.

Entre ellos es fácil colegir que hay dos cuya influencia negativa se conjuga: la salud y la Justicia. La noble viuda padece de una grave dolencia, producto de su permanente stress, que ha hecho colapsar todo su sistema inmunológico; los médicos que la atendieron en su reciente internación le recomendaron ingresar a una especie de burbuja -sin teléfonos, televisión ni diarios- durante seis meses, so pena de poner en riesgo su propia vida. Es obvio ya que no ha hecho el menor caso a tal sugerencia, salvo en lo que a viajes prolongados se refiere.

Si asistió al discurso que descerrajó anoche desde la Casa Rosada habrá podido percibir cuánta preocupación la embarga por los avances de la Justicia sobre ella y sus funcionarios, y cuán herida está. No se privó de nada, desde transformar una presunta fiesta de la democracia en un acto personal, ni siquiera faccioso, hasta invocar falsos logros y acometer contra quienes la persiguen aquí ("sicarios judiciales") y afuera ("buitres desplumados"), metiendo a todos en la misma bolsa.

Pero es sabido que, como a toda madre, el punto más vulnerable de su (hasta ahora) eficiente armadura son sus hijos. Pues bien, es altamente probable que, más temprano que tarde, el Juez Bonadío cite a prestar declaración indagatoria nada menos que a Máximo Kirchner, acompañado por Sanfelice y Sancho, Lázaro y Martín Báez y algunos más de esa asociación ilícita. ¿Qué sucederá en el ánimo de Cristina cuando esto suceda? Realmente, es muy difícil imaginarlo pero será, con certeza, el clarín que llame a la madre de todas las batallas por la supervivencia, la libertad y la fortuna de la familia presidencial y de sus cómplices, testaferros y amanuenses de todo pelaje.

Hay especímenes que giran hoy en órbita alrededor de La Leona que poseen muchos secretos dramáticos; obviamente, uno es el Gral. Milani, dueño de "carpetas" inconmensurables y, el otro, Ricardo Echegaray, el zar de la AFIP, en dura batalla contra la voracidad de Kiciloff. El primero es la mayor incógnita de la política actual -¿será, quizás, otro Almte. Massera que, antes de encabezar el golpe de 1976, era uno de los preferidos de la Presidente de entonces?- y el último podría estar ya negociando un pase al massismo.

Por otra parte, el procesamiento de Guita-rrita en una causa menor, al cual seguirán varios mucho más graves, también constituye un factor de riesgo para el kirchnerismo; el Vicepresidente fue el viernes a llorar sus desgracias en el hombro de Coki Capitanich, pero también a decir que no está dispuesto a caer sólo, en especial en el causa Ciccone, en la que sólo actuó como testaferro del Nestornauta.

Y el mismo viernes, en la lejana Nevada, un juez dio a Jorge Lanata autorización para intervenir en la investigación de las 123 empresas fantasmas atribuidas a Bóvedas Báez, tras el cual podrían aparecer los nombres de los miembros de la familia presidencial. ¿Acaso no fue por la necesidad de firmar en primera persona lo que motivó la injustificable escala de Cristina en las Seychelles? Los Kirchner, seguros de su eternidad en el poder hasta la muerte de su mentor, no fueron demasiado prolijos a la hora de esconder las huellas de sus delitos, porque se creían impunes.

Finalmente, y más allá de la victoria circunstancial sobre el dólar blue, lo cierto es que la economía real continúa destruyéndose a velocidad de vértigo y, pese a que la recesión empuja a la baja a la inflación, el Gobierno sigue fogoneándola con un demencial déficit fiscal y la consecuente emisión, única posibilidad de financiación cuando -como quedó demostrado con el fracaso de la tentativa de captación de US$ 3000 millones en bonos a 2024, con una tasa sideral del 10%- se acabaron las ilusiones de Kiciloff de endeudarse para llegar tranquilo, en ese aspecto, hasta las elecciones. Claro que, en el camino, el empleo continuará perdiéndose y las inversiones sin aparecer, ni siquiera en Vaca Muerta (nuestra soñada panacea para tantos males) que, con el precio del barril por debajo de los US$ 60, se ha tornado inviable por varios años.
  
Por donde se lo mire, el 2015 será un año muy complicado; determinará si la curva de la Argentina del futuro sigue derrumbándose o, de la mano de la decencia, de la justicia y del desarrollo, nos permite mirarlo con esperanzas.

Enrique Guillermo Avogadro
ega1@avogadro.com.ar
@egavogadro

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