"Un ejército de ciervos comandado por un león es mucho más peligroso que un ejército de leones dirigido por un ciervo". Plutarco
ENRIQUE G. AVOGADRO |
El
domingo pasado, el diario La Nación publicó un excelente reportaje que realizó
a SS Francisco su amiga Elizabetta Piqué. Sabiendo que el ilustre entrevistado
nunca habla sin sentido y conoce el alcance que tienen sus palabras, hubo dos
frases del Papa que me llamaron profundamente la atención: "La Argentina
tiene que llegar al término del mandato en paz. Una ruptura del sistema
democrático, de la Constitución, en este momento sería un error".
Me
pregunté a qué se refería el sumo Pontífice. Porque parto de una verdad que
tiene dos mil años: el Vaticano posee el mejor servicio de informaciones del
mundo, aunque no tenga tan "diversificadas" sus actividades como el
Mossad, la CIA o el MI5. La Iglesia Católica está distribuida por el mundo
entero y cuenta con una estructura ciertamente verticalista en la cual sus
"agentes" se cuentan por millones, en todos los países y en todas las
clases sociales, desde donde fluyen en forma permanente los datos que permiten
a la Secretaría de Estado papal ejercer tal influencia política global.
¿Qué
sabe Su Santidad que los argentinos de a pie no conocemos?, o sea, ¿quiénes son
los que pondrían en riesgo el orden constitucional que tanto le preocupa? Hasta
ahora, cuantos lo visitaron en Roma juraban que el Papa repetía una muletilla
-"Cuiden a Cristina"- que podía interpretarse de muchas maneras, pero
nunca como una apelación contra una eventual "ruptura del sistema
democrático". Parece que las antiguas visiones que, cuando era Jorge
Cardenal Bergoglio, comentaba a sus íntimos, que hablaban de derramamientos de
sangre en Plaza de Mayo, han vuelto a ensombrecer el ánimo papal.
Pero
pensemos juntos. Básicamente, no hay aquí institución o grupo político alguno
-excluidos, quizás, ciertos "iluminados" y varios aterrorizados
cómplices de los Kirchner- que pueda estar pensando en una "ruptura del
sistema democrático". Por lo demás, debemos coincidir en que el contexto
global no permitiría un golpe militar, a la vieja usanza, en nuestro país y en
ningún otro del mundo occidental, más allá de la real incapacidad actual de
nuestras fuerzas armadas de intentar algo así.
Si
eso es cierto, debemos concluir que el único que posee la fuerza -los
"fierros"- necesarios para romper el orden democrático es el Gobierno
y los mercenarios que lo siguen. El inventario, en ese caso, resulta más que
simple: Hinchadas Unidas Argentinas (los delincuentes de las barras bravas del
fútbol), el Vatayón Militante (los presos más peligrosos, a los que el propio
Hortel, ex Director del Servicio Penitenciario Federal, organizó y encolumnó),
los militantes de la Tupac Amaru, cuya jefa es Milagro Sala, y algunos
nucleados en torno a Luis D'Elía, y la enorme masa de los "ni-ni", es
decir, jóvenes que no trabajan ni estudian pero que, por ser adictos al paco y
otras substancias, se convierten rápidamente en sicarios dispuestos a matar y
morir por una dosis más. Armas sobran: recuerde la cantidad de ellas
desaparecida del RENAR, o los montones "robados" en las unidades
militares o en insólitos traslados sin custodia, amén de las que llegaron al
Conurbano desde Jujuy con la droga.
Cuando
enuncio esta posibilidad en voz alta, muchos me piden que exponga qué formato
tendría un autogolpe así orquestado, y la verdad es que carezco de respuesta.
No tengo la menor idea acerca de cómo actuará el oficialismo más acérrimo y
cerril si los hechos que tanto preocupan a Su Santidad finalmente se
produjeran.
Y
si usted es de los optimistas que cree que nada de eso sucederá y que el FpV
entregará pacíficamente el poder a quien las urnas designen, aún cuando éste
fuera de un signo contrario, le propongo un ejercicio simple: cierre los ojos e
imagine una fotografía de doña Cristina pasando la banda y el bastón a alguien
que, sabe, no tendrá otra posibilidad que meterla presa.
Si
ha seguido mis notas, recordará que sostengo, desde hace tiempo, que la
oposición real a la Presidente está configurada por tres fuerzas enormemente
importantes: la salud de doña Cristina, la economía real y la Justicia, local y
de otros países, que determinará su futuro internacional cuando aquí ya sea
historia.
Entre
ellos es fácil colegir que hay dos cuya influencia negativa se conjuga: la
salud y la Justicia. La noble viuda padece de una grave dolencia, producto de
su permanente stress, que ha hecho colapsar todo su sistema inmunológico; los
médicos que la atendieron en su reciente internación le recomendaron ingresar a
una especie de burbuja -sin teléfonos, televisión ni diarios- durante seis
meses, so pena de poner en riesgo su propia vida. Es obvio ya que no ha hecho
el menor caso a tal sugerencia, salvo en lo que a viajes prolongados se
refiere.
Si
asistió al discurso que descerrajó anoche desde la Casa Rosada habrá podido
percibir cuánta preocupación la embarga por los avances de la Justicia sobre
ella y sus funcionarios, y cuán herida está. No se privó de nada, desde transformar
una presunta fiesta de la democracia en un acto personal, ni siquiera faccioso,
hasta invocar falsos logros y acometer contra quienes la persiguen aquí
("sicarios judiciales") y afuera ("buitres desplumados"),
metiendo a todos en la misma bolsa.
Pero
es sabido que, como a toda madre, el punto más vulnerable de su (hasta ahora)
eficiente armadura son sus hijos. Pues bien, es altamente probable que, más
temprano que tarde, el Juez Bonadío cite a prestar declaración indagatoria nada
menos que a Máximo Kirchner, acompañado por Sanfelice y Sancho, Lázaro y Martín
Báez y algunos más de esa asociación ilícita. ¿Qué sucederá en el ánimo de
Cristina cuando esto suceda? Realmente, es muy difícil imaginarlo pero será,
con certeza, el clarín que llame a la madre de todas las batallas por la
supervivencia, la libertad y la fortuna de la familia presidencial y de sus
cómplices, testaferros y amanuenses de todo pelaje.
Hay
especímenes que giran hoy en órbita alrededor de La Leona que poseen muchos
secretos dramáticos; obviamente, uno es el Gral. Milani, dueño de
"carpetas" inconmensurables y, el otro, Ricardo Echegaray, el zar de
la AFIP, en dura batalla contra la voracidad de Kiciloff. El primero es la
mayor incógnita de la política actual -¿será, quizás, otro Almte. Massera que,
antes de encabezar el golpe de 1976, era uno de los preferidos de la Presidente
de entonces?- y el último podría estar ya negociando un pase al massismo.
Por
otra parte, el procesamiento de Guita-rrita en una causa menor, al cual
seguirán varios mucho más graves, también constituye un factor de riesgo para
el kirchnerismo; el Vicepresidente fue el viernes a llorar sus desgracias en el
hombro de Coki Capitanich, pero también a decir que no está dispuesto a caer
sólo, en especial en el causa Ciccone, en la que sólo actuó como testaferro del
Nestornauta.
Y
el mismo viernes, en la lejana Nevada, un juez dio a Jorge Lanata autorización
para intervenir en la investigación de las 123 empresas fantasmas atribuidas a
Bóvedas Báez, tras el cual podrían aparecer los nombres de los miembros de la
familia presidencial. ¿Acaso no fue por la necesidad de firmar en primera
persona lo que motivó la injustificable escala de Cristina en las Seychelles?
Los Kirchner, seguros de su eternidad en el poder hasta la muerte de su mentor,
no fueron demasiado prolijos a la hora de esconder las huellas de sus delitos,
porque se creían impunes.
Finalmente,
y más allá de la victoria circunstancial sobre el dólar blue, lo cierto es que
la economía real continúa destruyéndose a velocidad de vértigo y, pese a que la
recesión empuja a la baja a la inflación, el Gobierno sigue fogoneándola con un
demencial déficit fiscal y la consecuente emisión, única posibilidad de
financiación cuando -como quedó demostrado con el fracaso de la tentativa de
captación de US$ 3000 millones en bonos a 2024, con una tasa sideral del 10%-
se acabaron las ilusiones de Kiciloff de endeudarse para llegar tranquilo, en
ese aspecto, hasta las elecciones. Claro que, en el camino, el empleo
continuará perdiéndose y las inversiones sin aparecer, ni siquiera en Vaca
Muerta (nuestra soñada panacea para tantos males) que, con el precio del barril
por debajo de los US$ 60, se ha tornado inviable por varios años.
Por
donde se lo mire, el 2015 será un año muy complicado; determinará si la curva
de la Argentina del futuro sigue derrumbándose o, de la mano de la decencia, de
la justicia y del desarrollo, nos permite mirarlo con esperanzas.
Enrique
Guillermo Avogadro
ega1@avogadro.com.ar
@egavogadro
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