“En vano las armas destruirán a los tiranos, si no establecemos un orden político capaz de reparar los estragos de la revolución” Simón Bolívar
CARLOS AGUILERA |
Ningún político venezolano le había sacado tanto
provecho a los medios de comunicación, como el difunto Hugo Chávez, cuando
luego del fallido golpe de estado el 4 de febrero de 1992, fue presentado en
televisión y en breve declaración justificando la asonada que fracasó, concluyó
con una frase que posteriormente coparía los espacios de los noticieros de
televisión, y las páginas de los diarios nacionales e internacionales: “por
ahora”.
Indultado
por el gobierno del fallecido Presidente Caldera, Chávez inicio su periplo por
el país invocando la abstención en el proceso electoral que se avecinaba, pero
fue convencido por Luis Miquelena para que se lanzara como candidato
presidencial, pues era la vía más expedita para llegar a Miraflores. Hizo caso
y ya como aspirante a la silla
mirafloriana recorrió pueblos y ciudades de Venezuela por lo que los medios de
comunicación comenzaron a darle cobertura a la par de los demás candidatos
presidenciales. En cierta ocasión agradeció a los periodistas este hecho, tras
manifestar que no disponía de recursos económicos para competir con sus
adversarios políticos.
Luego
de su triunfo en el proceso electoral por una abrumadora mayoría, Chávez en su
primer discurso como Presidente electo despertó alentadoras expectativas, que
el país nacional asumió como la redención de tantos problemas que había venido
confrontado, por culpa de las erradas
políticas de los gobiernos que le precedieron.
Poco
duraría esta ilusión para quienes habían cifrado su esperanza y fe en quien fue
electo para dirigir los destinos del país. En sus primeros discursos y al
inicio del programa “Habla el Presidente” que se transmitió en cadena por años,
exaltaba a menudo la figura de Noam
Chomsky, un líder de la izquierda norteamericana, como lo califican algunos,
autor del libro: “Los guardianes de la libertad”, un clásico sobre la
influencia de los mass media en las sociedades modernas, además de profesor
emérito del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets, quien
inicialmente lo apoyó desde que llegó al poder y afirmó que Chávez estaba
creando un mundo mejor, pero posteriormente terminó denunciando su concepción
totalitarista del poder y poco respeto por la democracia.
Ahora,
el mismo Chomsky, consultada su opinión respecto a Venezuela tras la muerte de
Chávez, respondió tácitamente, que “es una sociedad que está dividida, como
quedó claro con el resultado de las últimas elecciones y que enfrenta grandes
problemas internos como la violencia, la corrupción y el poder autocrático”.
Como corolario acotó que “cuando los gobiernos se apoderan de los medios es
siempre algo lamentable, porque estos tendrían que ser independientes del
empresariado y del poder gubernamental.
Y
es que el heredero e hijo putativo del difunto Chávez, es ajeno a todas estas
premisas sobre la verdadera libertad de expresión, que es una derecho
inalienable del pueblo venezolano, que en su evolución racional ha logrado
desarrollar los espacios del derecho y las libertades, en cuyo contexto se
fundamenta la comunicación social y la imprescindible necesidad, de que la
sociedad sea debidamente informada de los hechos y sucesos que incumben a su
existencia social y que pueden prevenir - dentro de las posibilidades de las
percepciones humanas – los cauces del porvenir.
Ignora
Maduro, que los principios elementales de la comunicación y la información,
algunas veces contradicen las pretensiones gubernamentales que guiados por su
propias ópticas, pretenden silenciar hechos que puedan afectar la imagen del
gobierno, para cuyo efecto suelen utilizar la manida frase de que la prensa
desinforma, omite, distorsiona y solo registra lo negativo. Es recurrente, en
el inquilino de Miraflores y hasta sus más cercanos acólitos enquistados en el
poder, criticar acremente a los medios de comunicación social y hasta acusan a
algunos comunicadores de conspirar para derrocar a Nicolás Maduro. Desconocen
que la historia de la prensa en nuestro país – sin perjuicio de errores y
deficiencias – es de libertad e independencia, a veces incomprendida como en
los actuales momentos, por la cerrada posición e intransigencia de quienes
ejercen el poder.
Sin
embargo, para el uso y abuso de sus intereses políticos, cuya meta es la
propensión hacia el mantenimiento de la figura de su fallecido líder y para la
divulgación permanente de la propaganda oficial, bajo el lema de la llamada
revolución socialista del siglo XXI, el régimen comunista de Maduro no ha
tenido empacho alguno en acrecentar el número de medios impresos y
radiofónicos, que además de VTV, Tves, Telesur, televisoras regionales,
periódicos, semanarios, emisoras sobrepasan más de 375 a nivel nacional. Y sin escrúpulos de ninguna naturaleza y
mediante artilugios legales, se les niega las divisas a importantes medios
nacionales para la importación de papel, obligándoles en consecuencia a limitar
el número de sus cuerpos y páginas (El Nacional y TalCual), y otros de
provincia que se han visto obligados a
salir de circulación.
¿Cuál
es la razón para que un gobierno mantenga una hegemonía comunicacional sin
parangón en la historia del país, más aún si a ello se suma –según el colega
Miguel Salazar – la compra en los próximos días del Bloque De Armas (2.001,
Meridiano y Meridiano TV) y negociación en puerta de Televen y Venevisión?.
Algo nunca visto, no solo en Venezuela sino en el mundo. A buen entendedor,
pocas palabras. Claro está, se pretende
que la opinión pública no se entere de
la campante corrupción; lideres políticos y estudiantes presos; peculado de uso
de los bienes del estado; inseguridad; devaluación de la moneda;
desabastecimiento de alimentos y medicinas; nepotismo; abuso de autoridad;
tráfico de influencias; enriquecimiento ilícito y una sarta de manejos poco
santos, de un régimen que no mira los cadáveres que esconde en sus propios
armarios.
Desconocen
quienes se ufanan de ser socialistas y bolivarianos, que el periodismo y sus hacedores de oficio,
son testigos e historiadores de su tiempo y que nadie como ellos tienen en su
voz y en sus manos, la posibilidad de recoger el testimonio de la actualidad,
para que el país sepa lo que ocurre en la aldea global de McLuhan, y que para
que sus habitantes de mañana tengan
clara noción de cómo fue su pasado. Desconocen, y de ello no hay la menor duda,
de que la libertad de prensa es la genuina expresión de la verdadera libertad y que el uso de
estas valiosas herramientas del conocimiento, no son para depositar frases y
dañar reputaciones y exponer al escarnio público a valios@s venezolan@s, por el
simple hecho de no comulgar con el llamado socialismo del siglo XXI, que no es
otra cosa que el comunismo, según el propio Fidel Castro.
Carlos
E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de
Periodistas (CNP-122)
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