BEATRIZ DE MAJO |
No está pasando nada
en este país que no haya sido posible prever, ni evitar.
Existe una sobre
oferta de petróleo en el mercado global porque el estancamiento de la eurozona,
la recesión en Japón y la desaceleración de China hace que los grandes consumidores
de crudo hayan recortado sus compras. Por otro lado Estados Unidos y Canadá se
han dedicado a explotar eficientemente los yacimientos no convencionales
reduciendo asi su propia demanda de petróleo de fuentes externas.
Más evidente aun es que el shock de la
descolgada de los precios petroleros no impacta a todos los países productores
por igual : mucho más comprometidos que el resto está nuestro propio país, el
que ya desde antes de la crisis mostraba en su economía debilidades
estructurales no producto del azar, sino de un equivocado pero cuidadoso diseño
por parte de quienes nos gobiernan desde hace ya tres lustros.
Si dar marcha atrás
en el gasto dispendioso interno y los subsidios populistas y retroceder en la
exagerada dádiva externa para sostener otros gobiernos de corte comunista de la
región era un tema cuesta arriba, en los meses y años que viene será poco menos
que tratar de escalar el Everest.
El gobierno sabe que
un rediseño de su accionar económico se impone para destrancar el juego y que
es imprescindible esta vez emprender no un golpecito de timón, sino un cambio
de ruta de gran calado. Solo que en mala
hora han aflorado divergencias de opiniones entre los los altos funcionarios de
gobierno y entre estos y los dirigentes del partido PSUV, todo lo que hacen
impracticable la puesta en marcha de una nueva hoja de ruta. No soluciones a la
mano y el tiempo apremia.
Lo que antes no era
visible sino para los jerarcas económicos – el descalabro de la variables
económicas y sociales del país- ya se ha tornado protuberante para el
venezolano común. A nadie es necesario explicarle temas como el grosero déficit
fiscal, el exceso de masa monetaria y la emisión de dinero inorgánico que alimenta la inflación. Porque es que la
vida cotidiana se ha vuelto un ovillo para todos, desde los que tienen un poco
más hasta los que no tienen nada. Ya es claro para todos los que no saben nada
de macroeconomía que antes del colapso petrolero de este momento, el cinturón
les estaba quedando estrecho, la mayor parte de lo que se come no se conseguía,
los hospitales y las clínicas no podían
atender a sus enfermos y la delincuencia se había apoderado de las calles,
barrios y urbanizaciones. Las empresas que
daban trabajo cerraban y la informalidad se había vuelto el único
refugio de quien se quería ganar la vida de manera honesta. También acceder a
ayudas oficiales se volvió una tarea ciclópea. Todo ello mientras, con un barril de más de 100$ en el
mercado internacional, el populismo
gubernamental también se iba quedando sin plata.
Ya no es posible escurrir el bulto y ocultar ante el
hombre de las calles quien es el único responsable por la pérdida de su calidad
de vida o por la acentuación de su pobreza en los años en que el gobierno gozó
de gran holgura económica. Y al tiempo que esto ha ocurrido, la ciudadanía está
palpando de cual manera muchos de los cercanos al régimen han ido llenando sus
bolsillos de manera flagrante y evidentemente ilícita.
El país si tiene
soluciones, dramáticas todas y duras en extremo para la población de
instrumentar. Pero es imprescindible actuar sin tardar.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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