ANTONIO JOSÉ MONAGAS |
USURPACIÓN CONSTITUCIONAL
Bastó que la omnímoda voz del poder gubernamental dictaminara sobre las variables a partir de las cuales se moviliza el discurrir político nacional, para confirmarse la charada bajo la cual sus advenedizos dirigentes vapulearan groseramente el ordenamiento jurídico a partir del cual se concibe el Estado venezolano. Particularmente, aquellos preceptos constitucionales que mejor han sido manipulados a instancia de conveniencias argüidas bajo intereses viscerales que, incluso, han servido al vigente sistema político para ungirlo equivocadamente cual democracia revolucionaria. O peor aún, socialismo del siglo XXI.
En medio de tan crudas equivocaciones, históricamente asentidas, el gobierno nacional sigue actuando obstinadamente. Tal comportamiento, tiene no sólo distintas lecturas. También, diferentes razones a partir de las cuales ha venido afianzándose a burdas presunciones que le han permitido arrogarse absurdos derechos. O abiertos abusos a partir de los cuales ha desaforado la institucionalidad democrática del sitial que por mandato constitucional debe ocupar. Las realidades son fiel testimonio de tan penosa situación.
Es indiscutible la desorientación que padecen quienes supuestamente tienen la tarea de dirigir el tan cacareado proceso revolucionario. En el fondo, existen problemas de interpretación histórica por conceptos que fundamentan el espíritu del socialismo tal como lo definiera Marx. La concepción subjetiva del valor, le ha restado fuerza emocional y organizacional no sólo a algunos de los cuales se jacta el socialismo. Al menos, en su teoría. Conceptos como el referido al “proceso social de producción”. Al de “mercado” o al de “mercancía”.
Tal desconcierto o azoramiento, ha desvirtuado no sólo el manejo del país desde una perspectiva macroeconómica lo cual ha desvariado cualquier objetivo de desarrollo y crecimiento de la economía apuntado por las líneas generales expuestas en los planes de la nación. Indistintamente de planes actuales o anteriores. Tanto o más grave, ha sido el efecto catastrófico al cual se ha visto zarandeada la política nacional. Y por consiguiente, la sociedad venezolana en toda sus manifestaciones y direcciones. Los principios por los que se rigen las relaciones políticas sobre las cuales se depara el funcionamiento de un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, cayeron en desgracia. Particularmente, desde el mismo momento en que el extinto presidente apeló a nociones políticas que no fueron acogidas por la letra constitucional lo cual constituyó una afrenta de todo talante que inspiró acciones gubernamentales al margen de la norma suprema.
Precisamente, en medio de lo que estas situaciones derivaron, el país político comenzó a vivir la fractura de su cuerpo moral. El propio gobierno, a través de decretos–leyes aprobados por efecto de habilitaciones legislativas en manos del presidente de la República, en su momento, devinieron en hechos de impunidad, violencia e inseguridad. Justamente, por causa de decisiones desordenadas que a su vez motivaron una agobiante corrupción, una inesperada y súbita inflación que pareciera haber determinado la ruina del país.
La ilógica decisión de arremeter contra la norma constitucional relacionada con la elección de los miembros del Poder Ciudadano (Contraloría de la República, Defensoría del Pueblo y Fiscalía General), representó una flagrante violación toda vez que la interpretación del artículo 279 se hizo según conveniencias de momento. La misma se concibió en la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia como “encargo político” solicitado de cara al afán de conservar el poder sin medir consecuencias ni mediar procedimiento alguno. Tan ilegal determinación, flageló los principios democráticos que comprometen el pluralismo político así como el concepto de ética pública. Ambos, consagrados por la Constitución Nacional. Dicho adefesio jurídico, presumió considerar que la mayoría cambia si el correspondiente Comité de Evaluación no es convocado por el Consejo Moral Republicano obviándose así lo de una “mayoría calificada para designar a los representantes propuestos por fracciones partidistas”. Cabe decir que se impuso la tiranía de la ilegítima mayoría compuesta por sumisos al gobierno. O lo que es lo mismo, todo fue una bochornosa usurpación constitucional.
VENTANA DE PAPEL
UN AÑO DE INFARTO
Finaliza un año que para muchos significó la merma de esperanzas, o el debilitamiento de legítimas expectativas propias de quien ha podido creer en la tan mentada transición entre un país desfigurado y una Venezuela en progreso. Hasta quienes menos se imaginaron la zaranda que iban a vivir, la vivieron. Y de la peor manera.
2014, pegó dura y feamente a todos por igual. Todos fueron azotados por las contingencias provocadas por la torpeza de un gobierno dispuesto siempre a contravenir la dirección del desarrollo económico y social.
No obstante, las esperanzas no se han perdido. Los venezolanos demócratas seguirán empeñados en torcerle el camino a quienes se obsesionaron por usufructuar el poder de la forma más impúdica posible. A pesar de los males sufridos social, económica y políticamente, la sociedad venezolana continuará explorando salidas cuyas direcciones no inmolen ilusiones. Mucho menos, vidas de hombres, indistintamente de sus posturas ideológicas. Pero no hay duda de lo molesto que ha sido 2014 en cuanto a inflación, salud social, inseguridad, virulencia, entre los principales problemas que han diezmado emocionalmente a los venezolanos.
El proceder de un gobierno autoritario que hace uso de la fuerza militar y policial para atentar contra los derechos fundamentales, ha sido una de las costuras que ha dejado ver la pésima condición y disposición de altos funcionarios que hablan mucho de paz, y de amor. Pero que en la praxis, sus conductas evidencian todo lo contrario. Por ejemplo, la gestión adelantada en educación, fue todo un retroceso. En agricultura, peor. En finanzas públicas, igual de mal. En mantenimiento de infraestructura, el régimen también reprobó.
Tan nefastas realidades terminaron negando posibilidades de inversión en el futuro del país. Las universidades volvieron a ser golpeadas por el despotismo propio del oficialismo en acción. El totalitarismo impuso sus normas. De hecho, quien no se someta a ello, le sale a su paso una justicia sesgada o desnivelada mediante la cual busca imponerse cualquier pena contando para ello con el tapujo y complicidad de jueces maniatados y silenciados con bozal de arepa, así como de militares de conciencia comprada a través de salarios reiteradamente incrementados. Así se ha visto transcurrir este año. 2015, será objeto de otro comentario. Por ahora deberá reconocerse que , infortunadamente, 2014 fue un año de infarto.
PESCANDO EN RÍO REVUELTO
No hay duda de que los actuales cambios climatológicos, han devenido en forjar una naturaleza desarreglada. Quizás, los propios pescadores han dejado de beneficiarse ante situaciones que siempre se anunciaba como provechosa. Aquel refrán que dice: “a río revuelto, ganancia de pescadores”, dejó de tener mayor sentido. Pero donde el aludido proverbio tiene toda su significación posible, es en el plano de la economía. Particularmente, en el escenario donde la informalidad adquiere fuerza y presencia. En el fragor de tan embrolladas realidades, es donde se han impuesto formas de comerciar totalmente contrarias a los postulados que dicta la Teoría Económica.
La ley que refiere la relación entre Oferta y Demanda, parece haberse abolido. ¿Pero y cómo no así? si el mismo alto gobierno ni siquiera ha sabido ordenar el funcionamiento de la economía nacional. a pesar de los gruesos ingresos petroleros recibidos. Ahora el país está descalabrado. El desabastecimiento luce como una característica del llamado mercado “a cielo abierto”.
Mientras tanto, existe otra faceta del comercio determinada por un “mercado negro” totalmente abastecido. Pero a precios que no se corresponden con el valor de la mercancía ofertada. Este mercado está dominado por personas que buscan sacar el máximo provecho del desorden existente.
En medio de este desconcierto, confusión, inseguridad y desconfianza de propios y extraños, los venezolanos tienen que escarbar entre ofertas ilógicas a pesar del aturdimiento que causa movilizarse entre pensamientos y decisiones que sólo redundan en enmarañar al país más de lo que el régimen ha establecido como objetivo de su descompuesto e improductivo socialismo. Sobre todo, luego de animar a los venezolanos a sobrevivir pescando en río revuelto.
“Mientras haya mayor empeño de un gobierno en aparentar lo imposible, más
insidioso y fatal será el daño que cause sobre el devenir de la nación”
AJMonagas
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
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