lunes, 8 de diciembre de 2014

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ECONOMÍA “BASURA”, 56 AÑOS DE AUTONOMÍA UNIVERSITARIA, VIVIR DE PENDEJADAS, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL, AHORA VENEZUELA

Pareciera que el régimen está embotado. Sigue creyendo que su activismo político, mejor dicho su desgastado proselitismo, le resolverá la crisis económica. Antonio José Monagas
ANTONIO JOSÉ MONAGAS
ECONOMÍA “BASURA”

Definitivamente, para 2015, el horizonte de la economía no luce nada bien. A decir por las tendencias que muestra el gobierno a través de sus equivocadas decisiones, el nuevo año se desarrollará bajo oscuras consideraciones. Desde luego, todas perturbadoras. Cualquier análisis, aunque leve en términos de sus perspectivas, dan cuenta de lo engorroso de cómo se comportaría la economía de no tomarse medidas que realmente se pronuncien por revertir el camino que ahora lleva.

El caos de la economía, compromete situaciones que afectan al resto de las instancias sobre las cuales se depara la vida institucional del país. De hecho, algunas complicaciones se dejan ver en fecha recién, cuando la ONG Transparencia  Internacional en su “Índice de Percepción de la Corrupción 2014” señala que Venezuela, junto con Paraguay, son percibidos como los países más corruptos de América Latina ocupando los puestos 161 y 150, respectivamente, en un conglomerado de 177 países.

Sin embargo, el problema adquiere serios visos cuando se detalla lo que ocurre al interior de la dinámica económica nacional. No hay duda de lo desatinada de las políticas económica, fiscal y monetaria seguidas por el alto gobierno. Aunque en lo exacto, las misma distan mucho de ser verdaderas políticas públicas pues apenas son parte del decálogo populista. Además, representan el ensalzamiento del proyecto político-ideológico a partir del cual, sus dirigentes y  conspicuos funcionarios, estructuran sus consuetudinarios discursos y engañosas ofertas electorales.

En principio vale decir que ante los ojos del ámbito económico internacional, es penosa la situación que vive Venezuela. Quienes tienen alguna idea del significado de la teoría y praxis económica, reconocen el terrible estado por el cual atraviesa la economía venezolana. Nadie quiere saber nada de los bonos nacionales emitidos por PDVSA. Hay fuerte desconfianza en torno a la capacidad de pago del país durante los primeros meses de 2015. Particularmente, cuando no se advierte alguna medida gubernamental de encauzar debidamente la economía por cuanto no hay signo del régimen de estar lidiando con la incertidumbre. Menos, llegando a acuerdos reales con puntales actores de la economía: bancas de inversión e inversionistas que busquen comprar parte importante de la deuda que el país mantiene con los principales estamentos de la economía internacional.

Pareciera que el régimen está embotado pues sigue creyendo que su activismo político, mejor dicho su desgastado proselitismo, le resolverá la crisis económica. Es un tanto lo que cualquier analista pudiera responderse al observar la negligencia o displicencia que define cada uno de sus politizados movimientos. Sobre todo en momentos como los actuales, en el que Venezuela se encuentra en medio de la cruda antesala de una grave crisis de la economía cuyas magnitudes lucen inimaginables e incongruentes con lo que una vez se trazó de cara al tercer sexenio en manos del engreído proyecto revolucionario.

Todo hace ver que el país está al borde de una situación caracterizada por una desmesurada contracción del poder adquisitivo de los venezolanos lo cual será razón para que vuelvan a animarse protestas de todo género. O sea, estas realidades incidirían con marcada contundencia en la posibilidad de fraguar una exacerbación del venezolano cuyas esperanzas se pasean por expectativas acompañadas de una mejor calidad de vida en todo sus niveles. Sin embargo, las condiciones pintan agrias situaciones que de no ser eficazmente entendidas y asumidas como parte de la gestión de gobierno mediante una administración mesurada del gasto que ahora hace por razones de exclusiva demagogia electoral, el país caería en una gigantesca brecha cuyas consecuencias terminarían por demoler los resquicios de democracia que todavía quedan.

De insistir el régimen haciendo explosivos gastos suntuarios que no se corresponden con las medidas de austeridad anunciadas e impuestas, la economía se dispararía al extremo convirtiéndose cualquier propuesta de ordenamiento social o de índole político, en un craso asunto de lo que se ha dado por llamar economía “basura”.

VENTANA DE PAPEL

56 AÑOS DE AUTONOMÍA UNIVERSITARIA

El pasado 5 de Diciembre, la Universidad venezolana conmemoró sus primeros 56 años de haberse sancionado la Ley de Universidades dictada entre aciertos y desaciertos. Éstos, propios de un momento en que Venezuela se despedía de un régimen dictatorial que se prestó para desconcertar el discurrir académico a punta de represión y agravios.
Para entonces, 5 de Diciembre de 1958, la Junta de Gobierno de la República de Venezuela, presidida por el Dr. Edgar Sanabria, apoyada en la opinión favorable del ministro de Educación, Dr. Rafael Pizani, emite su Decreto Nº 458 el cual, a diferencia de lo pautado por la anterior ley aprobada el 2 de Agosto de 1953, estableció una enseñanza universitaria inspirada en el espíritu democrático y abierto a todas las corrientes del pensamiento universal. Indicaba taxativamente el carácter autónomo universitario. De ese modo, aducía que “las universidades son autónomas, de acuerdo con lo establecido en la presente Ley” (Artículo 8º). Y aunque veintidós años más tarde fuera reformada dicha Ley, todavía su esencia permaneció. Su normativa continuó respirando amplitud, libertad y democracia.
Así que a casi cuatro años de cumplirse el sexagésimo aniversario de promulgación del dicha Ley, puede y debe decirse que sus efectos validaron el desarrollo del país. Y que si bien, en la actualidad existen universidades que viven a la sombra de un proyecto hegemónico apuntalado en un vetusto sectarismo, que desconocen la aplicación de esta Ley, no podrá nunca dudarse de los beneficios que ésta trajo al país al estimular que su crecimiento científico, tecnológico, humanístico y artístico fuera producto de preceptos fundamentados en la ecuanimidad, dignidad y moralidad de objetivos que supieron identificar la dirección que apuntaba la brújula académica.
El desarrollo institucional del país se logró gracias a la conciliación que se forjó entre propuestas de democracia y necesidades fraguadas al amparo de capacidades de venezolanos preocupadas por moldear el futuro que por necesidad se había ganado Venezuela en tiempo de luchas sociales y políticas. Hoy siguen exigiéndose realidades acordes con lo que se plantearon aquellos abnegados universitarios que pensaron en mucho más de 56 años de autonomía universitaria.

VIVIR DE PENDEJADAS

Quizás la acepción de tan popular expresión, que utilizó Arturo Uslar Pietri para referirse a los no corruptos, dice más que cualquier otra palabra con la cual se busque destacar actitudes personales. Aunque para el diccionario, el término “pendejo”  tiene varios significados. Desde los que refieren la condición de ruin, cobarde o pusilánime, hasta los que caen en la categoría de valientes o de decididos. En fin, es una palabra cuyo eco repercute de modo especial en toda América Latina.
Sin embargo, no cabe duda de que está mas cerca del sentido semántico que recoge sinónimos como necedad, majadería, estulticia y otros cuantos que apuntan hacia quien, de alguna manera, es tonto en extremo, o quien disimula o elude cierta responsabilidad para evitar mayores exigencias. La politiquería, a diferencia de la política entendida como arte, ciencia o filosofía de vida, está atiborrada de este tipo de pendejos. Pero clasificados en varias categorías según la intensidad de la situación que los convierte en pendejos. También, según la crisis por la cual atraviesa la politiquería. O de acuerdo al tiempo que vive ésta.
No hay duda. La politiquería no sólo la componen hordas de estos pendejos. Además, quien llega a las filas de la politiquería sin ser pendejo, se convierte en tal. De ahí, que por mucho esfuerzo que desde la politiquería se haga en aras de reconvertir al país en un portento de hombres virtuosos, armados de las mejores ideas para encaminarlo hacia un futuro promisorio, el resultado es cuando mucho insuficiente. Porque casi siempre, esos mismos esfuerzos terminan acentuando problemas conocidos. O peor aún, creando nuevos reveses sin siquiera tener idea de su condición, sentido, dirección y magnitud.
Cuando hay carencias de voluntades políticas, capacidades técnicas o teoréticas o propuestas metodológicas o instrumentales, las realidades se tornan difusas. Mejor dicho, se vuelven estériles pues cualquier posibilidad de encontrarle salida a alguna dificultad de mayúsculo o minúsculo tamaño, se transforma en mera sandez. Sin garantía de revertirse con el propósito lograr un resultado consistente y valioso. Y ciertamente esto sucede cuando se acostumbra una sociedad, colectivo, gremio, facción o población a vivir de pendejadas.

“El hecho de considerar que la política determina el modelo económico que sigue una sociedad, no significa lo contrario. O sea, que la economía deje de tener la fuerza necesaria para voltearle las ínfulas hegemónicas a un proyecto político en cuestión” AJMonagas

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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