TRINO MÁRQUEZ |
Tibisay Lucena, presidenta del CNE desde
2006, ha sido una pieza clave en el andamiaje electoral montado por el régimen
rojo para darle un revestimiento legal al modelo hegemónico construido a lo
largo de dieciséis años. Tibisay ha permitido todos los abusos de poder,
peculados de uso, excesos e intimidaciones que Hugo Chávez y el PSUV
cometieron, y que continuaron en una escala mayor con Nicolás Maduro. La máxima autoridad de un
poder constitucional realmente independiente, jamás habría permitido que se
cometiesen tantos desmanes contra la legalidad, los candidatos y partidos
opositores y los votantes. La pérdida de legitimidad y prestigio del CNE está
asociada a su deleznable comportamiento
al frente de ese ese organismo colegiado.
El
período de Lucena, inicialmente de siete años, expiró en abril de 2013. Cuando
se habla de cambios en el CNE inmediatamente se piensa en la su salida y
sustitución por una persona equilibrada, capaz de actuar como juez imparcial en
la conducción del órgano que planifica, organiza y dirige la elección,
mecanismo que legitima el sistema democrático, de las autoridades del Poder
Ejecutivo y del Poder Legislativo..
La
Presidenta del CNE, por lo visto, no piensa lo mismo. Se considera eterna e
imprescindible. Decidió postularse de nuevo como rectora del órgano electoral.
Esta postulación, junto a la de Sandra Oblitas, no es casual. Ambos personajes
están demasiado atadas a la estructura de poder construida por el régimen, para
adoptar una iniciativa como esa por cuenta propia. No conozco los detalles de
los acuerdos, pero puedo suponer que la postulación de las dos rectoras en
ejercicio forma parte de una estrategia concebida por los rojos para sembrar desconfianza, incertidumbre y desazón
entre los electores de la oposición. Se busca desestimular la concurrencia a
las elecciones legislativas de 2015.
Todos
los números desfavorecen al Gobierno, a Maduro y al PSUV. A la consulta interna
del PSUV del domingo 23 de noviembre no acudió nadie. Al Gobierno no le sirvió
la hegemonía comunicacional ni siquiera para movilizar a sus electores,
población que mantiene cautiva y chantajeada a través de distintos
empadronamientos: las misiones, las UBCh, las Salas de Batalla Electoral, las
pensiones. Con todo el control que poseen, apenas lograron movilizar menos de
8% de supuestos militantes del partido. La abstención fue la protagonista de
esa cita.
El
desplome del régimen no logran ocultarlo la propaganda abusiva, ni la continuas
y latosas cadenas que ordena Maduro. La grave situación creada por la
inflación, la escasez, el desabastecimiento y la devaluación acelerada del
bolívar frente al dólar, desbordaron la
capacidad de manipulación del Gobierno. Si la oposición se concentrara en las
elecciones del año entrante, los pronósticos que auguran una derrota segura del
oficialismo en las elecciones de la Asamblea Nacional, se cumplirían. La nomenclatura oficialista está frente al
dilema de realizar esos comicios o suspenderlos. Como esta segunda opción
tendría un costo político muy levado en el plano internacional, seguramente
optarán por avanzar hacia esas elecciones.
La
pregunta crucial pasa a ser: ¿cómo avanzar? La respuesta me parece obvia:
creando la mayor cantidad de sospechas y dudas acerca de la posibilidad de que
la oposición, que cuenta con un sólido respaldo en los sondeos de opinión,
triunfe en 2015 y obtenga la mayoría de los escaños que le corresponderían. Se
impone, por lo tanto, desestimular la concurrencia a esas elecciones por parte
de los simpatizantes de opositores. Hay que consolidar la imagen de que esos
comicios estarán rodeados del abuso y la parcialización del árbitro electoral,
como en los sufragios realizados después de 1999.
Tibisay
Lucena calza perfectamente en ese esquema. Los rojos aspiran que la gente la
imagine bajando una vez más la famosa escalera del CNE y anunciado los
resultados de los comicios legislativos. Con esa imagen tenebrosa, que ahuyenta
a muchos demócratas sugestionables, juega el Gobierno.
El
antídoto ante ese proyecto que fomenta la desesperanza reside en prepararse para asistir a las elecciones legislativas
con los mejores candidatos y programas y la más sólida estructura operativa.
Contra ese fármaco no existe artificio que
valga.
Trino
Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
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