PEDRO CORZO |
Afirman los conocedores de las escrituras que en la
única ocasión en que Jesús recurrió a la violencia fue para expulsar a los
mercaderes del templo. Se dice que los acusó de usar la casa de Dios para
hacer negocios fraudulentos, faltando a
los principios y valores del lugar donde realizaban sus gestiones.
De aquellos hechos a la fecha han transcurrido más
de dos mil años, tiempo que al parecer ha favorecido el surgimiento de otros
mercaderes que no negocian en templos, pero que por tal de obtener beneficios, obvian las
prácticas violatorias a la dignidad humana,
en las que sistemáticamente incurren aquellos con quienes están
dispuestos a hacer negocios.
En esta hornada de mercaderes del Siglo XXI hay un
número importante de cubanos, que paradójicamente se diferencian de sus
ancestros en el sector.
Los comerciantes del templo buscaban asegurar su
dinero, garantizar las ganancias, pero inexplicablemente estos isleños que
aspiran a establecer con la dictadura cubana una relación de mutuos
beneficios, no les preocupa, al parecer,
los riesgos que corren de perderlo todo y hasta de ser encarcelados cuando se
hace negocios con el castrismo.
Por ejemplo. Cy Tokmajian, empresario canadiense,
fue condenado a 15 años de cárcel y confiscados los millones de dólares de
activos de su empresa. Otro caso de una extensa lista, es el de Max Marambio, un antiguo guerrillero
chileno aliado del régimen de La Habana y convertido en empresario por la
gracia de los Castro.
Marambio no fue a prisión, escapó a tiempo, no
obstante sus bienes fueron confiscados y un asociado suyo, Roberto Baudrand, también chileno, murió en
circunstancias que nunca han sido debidamente esclarecidas.
José Fernández González, inversionista español, hizo
público su desencanto. Señala que en la Marina Hemingway, estableció La Tasca
española, la que le fue decomisada por una orden de Abraham Maciques, mediante
una resolución del Ministro de Comercio Exterior, previa a lo que califica de
farsa judicial.
Dice Fernández que en Cuba el inversionista
siempre está a la merced de que un
funcionario de alto rango decida la expropiación forzosa sin derecho a reclamar
ante los tribunales.
Agrega que las transacciones y los negocios no se
hacen en una atmósfera de empresarios reales, sino en un oscuro universo de
policías y espías. Añade que los negocios no son con economistas, contadores o
expertos en mercadeo, sino con coroneles
o generales
Para algunas personas el hecho de que en Cuba no
haya elecciones libres, plurales y secretas no son impedimentos para hacer negocios. Tampoco de
que no exista libertad de prensa y se violen los derechos humanos.
Siempre se ha dicho que la mayor preocupación de un
inversionista son las garantías que ofrece el receptor del capital. Pero en la
isla no hay estado de derechos y en consecuencia no existen garantías
jurídicas, una realidad que aparentemente no afecta los planes de estos
individuos.
Otro factor importante son los antecedentes de
cumplimientos en asuntos de negocios de la contraparte, no obstante las
repetidas violaciones a los acuerdos con otros inversionistas en los que ha
incurrido el régimen de La Habana, no
parecen serles relevantes.
El esfuerzo de estas personas está orientado a
demandar del gobierno de Estados Unidos el fin de las restricciones de negocios
con Cuba, sin reclamar al gobierno de la isla garantías de que sus inversiones
y posibles ganancias, están exoneradas de una acción confiscatoria.
En definitiva, en cualquier caso, el castrismo queda
una vez más como víctima de Washington.
Por eso, más allá de cualquier consideración
política, es difícil comprender como
individuos exitosos en diferentes actividades productivas, que han llegado a
hacer millones de dólares con su trabajo y talento, promuevan negocios con un país que se caracterizan por no honrar
sus compromisos económicos.
Quien no ha escuchado la frase, "lo más cobarde
es un millón de dólares", y es por qué supuestamente las personas capaces
de haber ganado ese dinero, demandan condiciones de seguridad extrema para
reinvertirlo, ya que no quieren perder lo que con tantos esfuerzos han logrado,
sin embargo, estos notables del mundo de los negocios parecen romper las reglas con lo que podría ser una especie
de protagonismo de alto riesgo, un altruismo sin precedentes, o motivados por
la cándida confianza de que van a recuperar los bienes que le fueron
confiscados ilegalmente y que ellos mismos reconocen están devaluados.
No hay dudas que hay visionarios en todas las
actividades humanas. Personas capaces de descodificar todas las señales y hasta
las ausencias de estas, pero para aquellos que no saben de negocios o
inversiones es difícil comprender como los que
manejan grandes capitales, pueden
considerar negociar con tránsfugas, aun peor, con aquellos que han destruido la
nación donde nacieron sus padres y posiblemente ellos.
Pedro Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
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