viernes, 21 de noviembre de 2014

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ, NO SIRVEN “PA’NADA”, DESDE FRANCIA,

NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ
Existe un proverbio árabe que dice “Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego”. Un cerebro ciego en sentido figurado es uno que carece de capacidad cognitiva, es decir que carece de la facultad de tomar la información que recibe, de procesarla en base a conocimientos previamente adquiridos y valorarla. Habita un ser humano que no es capaz de adquirir conocimientos y de ejercer su potencialidad.

Un ser humano a quien le falta la dimensión de su razón de ser, en consecuencia puede actuar de manera errónea, muchas veces no comprende, no es capaz de interpretar ni de tomar las decisiones correctas. Su situación puede ser producto de un disfuncionamiento, de la ignorancia ya sea por poca formación, falta de estudios o de una desviación intelectual; puede ser también producto de la inexperiencia o de una enfermedad.

Al fallarle el proceso de cognición, su capacidad de percepción, razonamiento, inteligencia, aprendizaje se verán afectados.

En todo caso limitado por obstáculos que le impiden ver, le será difícil actuar de manera inteligente o asumir las acciones necesarias para lograr un fin en concordancia con su naturaleza.

Por supuesto son personas que pueden obtener lo que se proponen, pero un objetivo no es un valor en sí mismo, es necesario que lo que buscamos este en armonía con nuestra esencia de ser humano, ya que en caso contrario estaríamos procurando nuestra propia negación.

De allí se desprende la importancia que implica seleccionar la gente con que nos rodeamos, a quien le entregamos responsabilidades o en quien depositamos nuestra confianza.

Un ser humano cuyos motores para la acción son antivalores, como el odio, la venganza, el abuso del poder, el autoritarismo y la motivación de enriquecerse, termina siendo como una enfermedad que se extiende en el cuerpo social.

La situación venezolana actual es producto de mentes limitadas, de esas que poseen un “cerebro ciego”. Comenzó como un tumor que se infiltró dentro de las Fuerzas Armadas, hasta que intentó apoderarse del control del Estado, violentando la Constitución y su juramento militar.

Existen testimonios de que se conocía dentro del mismo cuerpo, unos no creyeron, otros contaminados en menor grado permitieron que el tumor creciera, sin darle la importancia que tenía. Hubo alcahuetas que lo protegieron, otros que lo desplazaron para evitar tomar decisiones, no faltó quien con su ego contagiado, vieron en él un instrumento de retaliación.

El malestar general de la sociedad fue caldo de cultivo del germen, el tumor se desarrolló cuando la estructura social se debilitó y perdió sus defensas. Un cáncer que debió ser extirpado a tiempo para salvar la vida de los venezolanos.

Su llegada al poder estaba dirigida por antivalores, contra el ser humano, contra sus derechos, contra los valores nacionales, de allí que fue fácil entregar el país a manos extranjeras, burlarse de los venezolanos, manipularlos, destruir la infraestructura económica de producción y los poderes del estado, para de esta manera ir controlando todo, poco a poco, lento pero seguro, como avanza una enfermedad terminal.

Siguieron otros síntomas, cercenar derechos… a la vida, a la libertad de opinión a la propiedad y al trabajo, así se debilitaba la resistencia y la voluntad y se acercaba al objetivo final, tomar el control total de los individuos que movilizan la nación.

Enfrentar la enfermedad que ha hecho metástasis en un tumor menor, necesita del tratamiento correcto.

Los resultados de la gestión del régimen están a la vista, el pueblo tomó consciencia de que no sirven pa’ nada. Pero como limpiar al organismo de un desecho inservible que nos aleja de nuestra curación, lo primero es enfrentar el origen de nuestros males y en reconocer la indiferencia con la cual permitimos el deterioro, al dejar en otros una responsabilidad nuestra.

Existió dejadez, apetencias, ceguera, ingenuidad, oportunismo, improvisación, empirismo y falta de idoneidad. A pesar de existir un balance positivo en 40 años de democracia, olvidamos a una parte importante de la población, que sufría la deuda social. Se ofendió con el exceso, con el amiguismo, con secretarias privadas, con el que “nada nos cuesta…”

Faltó rentabilidad de los recursos empleados, en la inversión social, en oportunidades de desarrollo. Se siguió viendo al estado como el responsable de resolver todo y en consecuencia se le entregó todo el poder de decisión.

Se descuidó la educación democrática, el desarrollo integral y terminamos perdiendo los valores. Tomar consciencia de los factores que permitieron el avance de la enfermedad, permitirá construir un nuevo país sano de cuerpo y espíritu, por aquello de que el cuerpo son las organizaciones que cumplen funciones sociales y el alma es el espíritu de la patria.

Quitarnos la venda de los ojos, permitirá asumir nuestro protagonismo, es hora de enfrentar las decisiones y las acciones, no hay lugar para más tarde. Las enfermedades se curan si se atienden a tiempo.

Las buenas estrategias son las que contemplan lo urgente y lo importante, ambas deben atenderse, las primeras de manera obvia, las segundas porque de ellas dependerá la estabilidad futura.

El show mediático llega a su fin, el cuadro clínico es grave, los 200.000 venezolanos muertos durante este régimen, son la prueba terrible por la que hay que atender la epidemia y aplicar tratamientos drásticos, efectivos e inaplazables.

Recuperar los cuerpos sociales que cumplen funciones indispensables para la vida nacional es nuestra prioridad, cada quien en su escuela, universidad, gremio, mercado, cola o calle asumiendo su rol, desde abajo hacia arriba vendrá la fuerza necesaria. Un grano más otro grano terminará siendo una avalancha.

Todo el mundo es necesario en esta operación, el primero es descalificar a un posible rival personal, debe ser rechazado. Se necesitan facilitadores del triunfo no personajes predestinados.

Valoramos el trabajo, el espíritu de sacrificio, la constancia, la claridad en las ideas, y la elaboración de un proyecto de país, donde cabemos todos.

Es propicio el momento para recordar otro proverbio milenario “El mundo que hoy construyes es el que mañana disfrutarán tus hijos”.

Después de tantas analogías con el cáncer que vivimos, es oportuno utilizar el mensaje de campaña de recaudación de fondos de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela: “Que vuelvan las sonrisas”.

Esa es la Venezuela que aspiramos… donde los dirigentes sepan ver, donde vivir sonreídos. Nos toca a cada uno de nosotros hacerla posible, como aquel viejo slogan… El cáncer es curable, ¡Contribuya!

Nelson Castellano-Hernández
nelsoncastellano@hotmail.com

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